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sábado, 5 de marzo de 2016

El valor del ejemplo


Esta mañana, mientras trotaba por las calles de Madrid, enfilando los últimos kilómetros de mi ruta de hoy, renqueando cuesta arriba, he visto como un chaval de unos 14 o 16 años bajaba comiendo con deleite un bocadillo envuelto en papel. Al llegar a la zona en la que el envoltorio le ha resultado incómodo para seguir gozando de nuevos bocados de pan con panceta (o lo que fuese), ha cogido el papel y, estirando el brazo hacia arriba con gracilidad, lo ha dejado volar hacia donde la brisa quisiera llevarlo.
En ese momento se cruzaba el mozalbete con un hombre de provecta edad que se ha quedado paralizado ante tal espectáculo,  algo así como quien viese ante sí un burro volando. Se ha vuelto para comprobar si aquel ser que se había cruzado con él era humano o espectral. Ha visto que parecía de carne y hueso y se movía como un humano. Tras mirar el envoltorio arrugado y ver que había una papelera justo al lado de donde había caído, ha llegado a la conclusión de que el pizpireto chavalín era, simplemente, un maleducado y ha hecho algo que no todo el mundo haría: ha cogido el papel y lo ha depositado en la papelera.
Yo, al cruzarme con el lanzador de papeles, le he interpelado diciendo:
 -creo que se te ha caído un papel.

Él, sorprendido de que un desconocido se dirigiese él,  parecía no haberse dado cuenta de lo que había hecho. Supongo que el chavalín estará tan acostumbrado a hacerlo y ver cómo otros de su entorno lo hacen, que para él es algo tan normal como respirar, mear o cagar.
Ante su asombro le he dicho:
 -Ah, no se te ha caído, que lo has tirado. Eres un poco marrano, chaval.
Y ahí ha quedado la cosa. Yo he seguido mi ascenso por la cuesta y, al llegar a la altura del simpático caballero que ha corregido la mala acción del travieso chaval, he agradecido su detalle de limpiar la guarrería del otro. Él me ha saludado confirmando con su gesto que no entendía a personas como el joven tira-papeles.
Tras esto yo me he preguntado: ¿de verdad lo que necesitamos es modificar la Constitución para redefinir el modelo de estado? ¿Es tan importante hacer otra reforma laboral, de la educación, de la sanidad y de qué sé yo cuántas otras cosas?

Es posible que lo sea, pero me temo que, mientras los chavales no vean a los mayores comportarse con civismo en cosas tan sencillas y simples como tirar papeles a la papelera, todo lo demás no valdrá para nada y será muy secundario.
Al señor que ha recogido la basura del chavalín y la ha depositado en la papelera lo pondría yo de presidente del gobierno. Él ha sabido que una buena acción vale más que miles de debates estériles entre gente cerril que sólo busca su beneficio particular y el aplauso de sus millares de fans igualmente cerriles,  mientras predica lo contrario de lo que ejemplifica con sus actos.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Culpar al inocente

Otra vez nos ha tocado de cerca la barbarie terrorista. No de lleno, porque no ha sido en España, pero sí con gran impacto porque les ha tocado a nuestros vecinos franceses, cuya tierra es de libre acceso para nosotros, así como la nuestra para ellos.

Se multiplican los comentarios que hablan del aparente absurdo de que apenas nos afecten las salvajadas que día a día se producen en Siria, Líbano, Irak o cualquier otro de los muchos países en los que no viven en paz desde hace tiempo, pero nos movilicemos (aunque sólo sea en Internet) por lo que pasa en el occidente. Yo, que no suelo tener casi nada claro, creo que esto es de lo más normal: siempre afecta más lo que le ocurre a tu familia, a tu vecino, a tu paisano, que lo que le ocurre a alguien más lejano. No sé si es bueno o malo, pero me parece totalmente comprensible.

También hay quien se empeña en, no diré justificar, pero sí intentar razonar esta salvajada (tan incomprensible como las de los países que nos quedan más lejos), diciendo que "nosotros" tenemos gran parte de culpa en ello. Que "nosotros" hemos creado a la bestia que ahora se revuelve y nos ataca.

Cuando leo y oigo estas cosas me pregunto con qué derecho me meten a mí o meten a todos los que han sido asesinados por estos salvajes, en el saco de los que supuestamente han creado esos grupos de degenerados. Yo no he creado a ISIS ni a Al Qaeda ni a ninguna de esas alimañas. No sé si la CIA, el CNI o cualquiera de esos organismos habrán puesto alguna semilla para ello, pero, aunque así hubiese sido ¿Qué mierda de culpa tienen los asesinados?

Estoy harto de ser culpable de la conquista de América, de las Cruzadas, de la Santa Inquisición, de la dictadura franquista y, ahora, del salvajismo de los terroristas yihadistas. Os aseguro que yo no he tenido nada que ver en ninguna de las burradas que se han hecho antes del año 1966 y, de momento, en ninguna de las que han acontecido tras esa fecha gozosa de mi nacimiento.

Como dijo una de las pocas personas sensatas que parece que ha habido en la historia (a la que, como suele gustarnos hacer, cada cual interpreta como le viene en gana), "demos al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". Los que asesinan sin ton ni son a gente que no está haciendo mal a nadie son los únicos merecedores de nuestra ira. No sus parientes, ni los que visten como ellos ni los que nacieron en su país. Es contra ellos contra los que  hay que luchar, sobre todo contra los cabecillas que, como suele ocurrir, estarán muy cómodos guarecidos en magníficas mansiones o jaimas mientras mandan a morir, con el cerebro puesto patas arriba desde la infancia, a un montón de pobres diablos que les hacen de mano ejecutora.

La desgracia es que estas alimañas no son fácilmente identificables porque se entremezclan entre otros paisanos inocentes que, por cierto, les importan aún menos que los occidentales a los que tanto odio parecen tener, así que acabar con ellos no es tarea fácil.

La situación es complicada y no se resuelve con frases bonitas ni metiendo en el mismo saco a los salvajes y a los inocentes. Yo no tengo ni idea de cuál es la solución, así que dejaré a nuestros gobernantes que hagan lo que estimen oportuno para que, en la medida de lo posible, nadie me pegue un tiro al grito de "Alá es grande".

Todo mi afecto para los familiares y amigos de todas las víctimas de la ingente masa de inocentes asesinados en todo el  mundo sin razón alguna para ello.

sábado, 10 de enero de 2015

¡Libertad Diodenal ha sido premiado!


La autora del blog Desde mi ventanilla, me ha galardonado con el premio "Best Blog". Como hay que mantener el anonimato de tan magnánima persona, me abstendré de mencionar ciertos detalles que podrían haceros pensar que este premio es un acto más de corrupción de los que tanta costumbre tenemos ya de escuchar día a día en la prensa. En cualquier caso esta sería una corrupcioncilla porque el premio no tiene dotación monetaria.
Aquí exhibo, para gloria mía y de los que colaboran en este reducto de libre y necio pensadores, el bonito sello de calidad bloguera que se nos ha otorgado (es de estilo "Hello Kitty" pero mi gran tolerancia acepta esa indignidad y muchas más).


La aceptación del premio implica responder unas preguntas que se me han lanzado, cosa que me ahorra pensar en algún discurso con el que extenderme en loas a mi benefactora, cuyo blog es, sin duda, mucho más interesante que el mío y, además, tiene la letra más grande, para que la gente con vista cansada pueda leerlo sin necesidad de hacer zum (acabo de comprobar que ya está aceptada esta hispanización de "zoom") en el texto de su navegador.
Vamos a las preguntas:
-¿Cuando empezaste el blog y por qué?
Fue allá por el año 2005. Recuerdo que trabajaba yo para una gran empresa que da servicios informáticos a un gran banco español. El caso es que atravesaba una de esas épocas en las que, dado lo complejo de la actividad de estas compañías, que van obteniendo proyectos según se va pudiendo, yo andaba bastante desocupado. Comenté mi situación con mi amigo Ricardín y me propuso escribir un blog. Yo le dije que para eso tendría que tener uno y, él, que tampoco debía tener mucho trabajo que hacer, me dio de alta LibertadDiodenal y, además eligió para mí el absurdo y original nombre de Meteorismo Galáctico.
Como ves, estimada Zarzamora, mi motivación es excesivamente prosaica. Habría sido más bonito decir que siempre tuve ganas de contar al mundo cosas con un estilo desenfadado y jocoso, pero lo cierto es que comencé gracias al ocio laboral del que he hablado alguna vez en alguno de mis escasos escritos.
-¿De qué entrada estás más orgulloso?
El orgullo y yo estamos peleados. Puedo estar más o menos contento con lo que he escrito y, sobre todo (se escribe separado, lo digo por la ingente cantidad de personas que usan el "sobretodo" que significa lo mismo que "guardapolvo"), con el debate que se haya suscitado a partir de ello, pero de eso a sentir orgullo, va un trecho largo.
Me reí mucho con la aventura, real, que narré en Tormenta en mi interior.
-¿Haces alguna publicidad del blog?
La verdad es que no, salvo que, en ocasiones, informo a algún que otro conocido de su existencia. Esto, unido a que, cada vez que publico algo, aparece en mi muro de Facebook, hace que el anonimato de Meteorismo Galáctico sea una filfa, pero así me obligo a ser más comedido en mis escritos, cosa que, lejos de suponer una cortapisa a mi libertad de expresión, contribuye a que piense las cosas un poco más de lo habitual antes de escribirlas.
-¿Crees que tu blog tendrá fecha de caducidad?
Yo diría que, desde que mi frecuencia de escritura se ha puesto en un artículo cada dos meses, podría decirse que Libertad Diodenal ya está bastante caduco, pero creo que, esporádicamente, cuando me apetezca, sin presiones ni sentimientos de obligación, seguiré escribiendo hasta que mi estulticia haya llegado al punto de dejar de saber escribir.
-Cuenta alguna anécdota relacionada con el blog
Supongo que, a lo largo de estos casi diez años, habrá habido más de una anécdota que contar, sobre todo en los primeros tiempos, en los que los debates (casi siempre absurdos) eran largos y divertidos, pero en mi memoria destaca la aventura de Kashuma, un pintoresco personaje que se aprovechó de mis ganas de hacer una buena acción y se quedó con el dinero que le presté tras tragarme toda la falsa historia que me contó.
Gracias a la publicación de tan rocambolesca aventura, descubrí que antes que a mí, había timado a más gente y que, después de mí, siguió timando a muchos más durante varios años. La cosa comenzó para este humilde narrador en mayo de 2006, y el año pasado aún recibí algún comentario de personas que habían vivido una aventura similar. En el año 2012, gracias a que la historia del timo del músico japonés ya tenía cierta notoriedad en la web, un bilbaíno consiguió que la policía detuviese al simpático timador. No obstante su detención no sirvió de nada y el año pasado (2014) volví a tener noticias de que seguía actuando en España.

Y con esto damos por terminado el cuestionario y yo, para demostrar mi falta de respeto a las normas, no otorgo el "Best Blog Award" a nadie, pero sé que hay miles de abnegados blogueros que lo merecen más que yo.
Ha sido grato hacer un poco de historia y darme cuenta de todo el tiempo que ha pasado desde que comencé con Libertad Diodenal.

sábado, 18 de octubre de 2014

Lo que interesa a la ciudadanía


Es sábado. El sol brilla y hace una grata temperatura. Si no fuese porque Estoy un poco acatarrado y no quiero agravar mi estado, me habría ido a trotar para broncear mi calva y quemar unas cuantas calorías de esas que ingiero a diario. El caso es que, en este estado en el que me encuentro, hacer de escribiente no puede hacerme ningún mal, así que me he puesto a ello y, mientras espero a que me llegue alguna idea sobre la que soltar un rollo, voy haciendo esta introducción.
Parece bastante claro que, cuanto más se habla de algo en los medios, más hablamos nosotros (la gente) de ello. Y, cuando el tema de moda (podría llamarlo "trending topic", pero no me da la gana) cambia, el foco de nuestra preocupación varía igualmente.
No sé si recordáis que, hace un par de meses, la preocupación mundial era todo lo relativo a las decapitaciones de esos salvajes del Estado Islámico. De vez en cuando se repatriaba a algún occidental aquejado de ébola a su país y el foco cambiaba momentáneamente.
Luego el enfermo moría y todo se calmaba hasta que llegaba alguna noticia sobre Pujol. Entonces pensábamos, una vez más, que todos los políticos, de antes y de ahora, son unos sinvergüenzas.

Pasaban unos días y el señor Mas nos contaba sus nuevos planes acerca de la "consulta". Se nos olvidaba lo de Pujol y unos pensábamos que los nacionalistas catalanes son muy pesados mientras otros decían que es muy democrático dejar votar a la gente (al grupo que uno quiera, no a todos) para preguntar cualquier cosa.
Después aparece alguien que estuvo atendiendo a un enfermo de ébola y se infectó. Se nos olvidan las bobadas de Mas, nos asustamos mucho y nos cuentan que lo que hace unas semanas nos dijeron que estaba perfectamente organizado y "protocolizado", resulta que era una chapuza. Nos asustamos aún más y pedimos dimisiones en nuestras reuniones de café diario. Algunos más comprometidos salen a la calle a insultar a la ministra de sanidad y a cualquiera que tenga pinta de ser su amigo.

A los que nos pareció bien repatriar a los españoles enfermos de ébola en su momento, ahora nos parece que fue una decisión inaceptable. Pedimos que no se sacrifique al perro de la enferma porque es una crueldad, pero, eso sí, nos olvidamos de que ese perro está en una vivienda con vecinos que, tal vez, no quieran arriesgarse a tener allí un posible foco de ébola.
Otros piden que se estudie al perro, así no estará suponiendo un peligro para los vecinos y se podrán sacar conclusiones interesantes sobre la enfermedad. Pero los que piden eso no se dan cuenta (o sí) de que el estudio lo tienen que hacer personas que correrán un riesgo y que, para hacer un estudio, antes hay que saber qué estudiar y cómo hacerlo.

Criticamos mucho a los políticos porque toman decisiones apresuradas y sin preparar nada, pero nosotros somos igual de idiotas (aunque nuestra responsabilidad es menor, eso sí) y pensamos que, efectivamente, se pueden poner en marcha cosas complejas  de un instante a otro.
Gracias a Dios, la auxiliar enferma está mejorando, así que lo que interesa hoy es la asamblea constituyente de Podemos.

¿Qué será lo que importe a la ciudadanía mañana? Entre los políticos y los periodistas, nos lo harán saber. Tened paciencia.
P.D.- No he hablado de Gran Hermano porque sé que no os interesa ese gran "estudio sociológico" a casi ninguno, pero, por si hay algún bicho raro leyendo, diré que Lucía fue expulsada y que todo puede pasar entre Paula y Omar. No me digáis que no es emocionante.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Se acaba el verano, pero no las tontunas

 

El verano va terminando y es hora de escribir algo para desentumecer mis dedos tecleando un rato. Yo no he hecho nada reseñable ni de interés, pero nos han contado que en el mundo han pasado cosas que, según parece, son importantes.
Hace unos días murió Emilio Botín, pero su sucesión se tramitó en un ratillo, así que ese tema podemos dejarlo estar porque no ha generado problemas. Eso sí, parece que lo del sistema dinástico no es algo privativo de las monarquías. De hecho ocurre en muchas partes. La frutería de abajo la regenta ahora el bisnieto del que la fundó. El bisabuelo se la legó a su hijo, éste al suyo y, finalmente, llegó al actual propietario.
¿Os lo habéis creído? Pues es mentira porque Valdebernardo no lleva tantos años existiendo, pero como lo he afirmado con rotundidad, la mayoría de vosotros no sabe nada de este bonito barrio y, además, yo os parezco digno de confianza (salvo a algún lector que, con bastante razón, me llamó parásito), os he engañado con gran facilidad.
Hablando de mentiras, de modo misteriosome ha venido a la cabeza la celebración de la Diada Catalana. ¿Qué tendrá que ver eso con las mentiras? -diréis algunos- pues yo diría que mucho, porque en cuestiones históricas es extremadamente fácil falsear las cosas. Hay documentación que avala unas cosas y documentos que demuestran las contrarias, y cada cual se aferra a aquello que le da la razón.
¡Nuevamente os he engañado! No tengo ni idea de historia y, mucho menos, de si existen documentos que dicen una cosa y documentos que cuentan la contraria, pero lo mejor es que en casi cualquier movimiento masivo basado en legitimidades históricas, la mayoría de los seguidores no tienen ni idea de cuál es la verdad sobre lo que se defiende. Se limitan a ser fans de sus carismáticos líderes y les parece bien cualquier cosa que digan, por muy absurda que sea. Da igual que hoy digan blanco y mañana negro, el apoyo se lo darán igual (o se lo daremos, que yo tampoco me escapo de esta actitud tan tontorrona).
Yo, como todos sabéis, soy fan de Belén Esteban, así que, cualquier cosa que ella diga, la defenderé hasta las últimas consecuencias. Lo mismo pasa con los fans de los líderes independentistas o de muchos otros. Les han contado que ahora está todo fatal por culpa del latrocinio del malvado estado español (no lo pongo en mayúscula para no ofender) y se lo han creído. Hay que reconocer que algo de latrocinio (tal vez demasiado) sí que ha habido, y sigue habiendo, por parte de ese estado maligno y opresor, pero me temo que tampoco se han quedado mancos en el "estadito" que algunos quieren crear como medio de llevar la felicidad a sus habitantes.
Hablan a todas horas de eso que se llama "identidad catalana", pero lo cierto es que, en caso de celebrarse la dichosa consulta, votarían los empadronados en Cataluña que, hasta donde yo sé, no tienen por qué ser catalanes. Pero muchos catalanes que no residen allí no podrán decir ni mu.  No sé si buscar un "piso patera" y empadronarme allí junto con doscientas personas más de fuera de Cataluña para poder votar en la famosa consulta. Lo malo es que creo que la mayoría de los que hiciesen eso, votarían sí a la independencia para que dejen de dar el tostón, cosa que no me gustaría porque haríamos un flaco favor a los muchos catalanes que quieren vivir tranquilos y con sus dirigentes dedicados a resolver problemas de verdad en lugar de a crear otros que no tienen sentido.
He llegado a ver algún debate, más bien intercambios orales de tontunas, en los que una gallega afincada en Barcelona defendía la independencia de Cataluña y un catalán de pura cepa reclamaba seguir siendo español. También vi uno de estos días alguna foto de una mujer ataviada con el sayal musulmán llevando de la mano a un niño con la bandera independentista. A la vista de esta pluralidad social me gustaría saber en qué consiste la identidad catalana.
No defenderé yo uniformidades culturales. Me encanta debatir con gente que piensa y hace cosas diferentes a mí. Incluso yo mismo, a veces, pienso cosas diferentes según pasan los días.
Me parece una tontería (perdón si alguien se ofende) buscar elementos de discordia para crear fronteras donde no las hay, pero me parece aún más tonto querer poner una frontera en España y seguir integrados en Europa. En fin, una contradicción de esas que confirman que los independentistas son tan humanos y tontos como lo somos el resto de los mortales.
Comprendo que un grupo de personas quiera dejar de pertenecer a un estado como ese que, desgraciadamente, se ha hecho famoso este verano: el estado islámico de Siria e Irak (aquí paso de poner mayúsculas por razones obvias), pero no veo la utilidad de dejar de estar unidos a España o, en el caso de Escocia, al Reino Unido. Bueno, tal vez sí haya alguien a quien le sea de utilidad: a los fabricantes de artículos comerciales de esas tontadas. He visto camisetas, zapatillas, relojes, calzoncillos, pantalones, etc., decorados con la bandera independentista catalana.
Lo que más me sorprende es que la gente compre esas cosas. Supongo que lo están pasando francamente mal por tener que arrastrar el yugo español sobre sus cervices, así que es admirable que, lo poco que no les roba España, lo usen para comprar esos artículos que, a falta de otra cosa más profunda, sean una muestra externa de su identidad, por eso visten con orgullo una camiseta y unos calzoncillos abanderados (no "Abanderado", que esos los llevo yo).
Si el problema es que se gestiona mal la riqueza de España, habrá que hacer algo (no sé qué) para gestionarla bien y sin saqueos, pero no veo que las secesiones solucionen nada. ¿Hasta qué nivel sería legítimo el "derecho a decidir"? ¿Hasta la comunidad de vecinos? ¿Hasta que cada persona fuese independiente de las demás? ¡Hay demasiadas cosas que no aclaran estos grandes intelectuales!
Se nos llena la boca de palabras bellas como solidaridad, redistribución de riqueza, progreso... Pero al final, somos todos una panda de egoístas que sólo miramos nuestro ombligo (el mío tiene pelotillas de algodón).

 

 

domingo, 15 de junio de 2014

Soluciones en 140 caracteres


No sé si antes del advenimiento de las redes sociales y de la posibilidad que ahora tenemos para opinar sobre cualquier cosa, éramos tan "listos" como somos ahora. En Twitter, además de decir tonterías, que es una cosa muy sana que a mí me encanta, hay gente a la que le gusta dar recetas para resolver los problemas del mundo en ciento cuarenta caracteres o, mejor aún, insultar con acritud a cualquiera cuyas ideas se crean inaceptables para el insultador que, por supuesto, es un ser tolerante, demócrata y dialogante.
En cuanto alguien difunde algo negativo de quien nos cae mal, lo publicamos en nuestro muro, "timeline" o comoquiera que se llame el artefacto de la aplicación correspondiente. Si es algo positivo para quien nos cae bien, también lo hacemos. Esto último, sea verdad o mentira, por lo menos no hace mal a nadie (o sí, dependerá del caso).
Muchas veces, con nuestra mejor intención, damos pábulo a cosas que son absolutamente falsas o cuya veracidad no hemos intentado comprobar de ningún modo. Es tan difícil confirmar la veracidad de las cosas que, particularmente, yo me niego a publicar nada que constituya una acusación directa a personas concretas, conocidas o no. ¿Cómo podemos saber que esa foto que nos llega de alguien a quien dicen que se busca por asesino, violador, corrupto, ladrón, etc. no es de una persona normal a la que alguien quiere jugar una mala pasada? ¿Cómo podemos estar seguros de que esa información que habla de la peligrosidad o bondad de cierto producto no es una campaña publicitaria cutre, a favor o en contra de ese producto?

Siguiendo con el tema de la banalización de la opinión, hay mucha gente que está segura de que España recuperaría el bienestar total simplemente con sustituir la monarquía por una república. Particularmente la monarquía me parece una sandez, pero dudo que por poner a un jefe de estado democráticamente elegido de entre los tres o cuatro que dispongan como elegibles, las cosas vayan a cambiar mucho.
Otros piensan que sería magnífico acabar con el modelo democrático actual, en el que sólo votamos para elegir representantes, para sustituirla por la democracia directa, en la que todos (y todas, claro) decidiríamos sobre todo (¿hay que decir aquí también "y toda"?). Lo que nadie dice es quién decidiría qué cosas habría que preguntarnos y qué cosas no. Tal vez tendrían que ser esos representantes que elegiríamos del modo habitual o, como dicen algunos: los más preparados (no sé cómo se identifica a los mejor preparados porque conozco a gente con título bastante necia y a intitulados la mar de avispados).

¿De verdad pensamos que se puede someter todo a referéndum? ¿Con qué criterio podríamos opinar sobre tantas y tantas cosas que hay que decidir en un gobierno?
No digo que los que gobiernan lo hagan bien, pero si todo lo decidiésemos entre todos, me temo que nunca se decidiría nada o, los más listos y poderosos, haciendo uso de los medios de comunicación, convencerían a la mayoría para apoyar lo que ellos decidiesen. ¿Habríamos ganado algo, o seguiríamos igual pero gastando mucho más dinero en tanta consulta?

Muchas cosas están mal y que hay que resolverlas, lo mismo que ha ocurrido en otras épocas. Hay mucha gentuza en muchas partes, pero no todo el mundo es gentuza todo el rato y todos lo somos de vez en cuando. Las cosas son más complejas de lo que parecen y las soluciones de ciento cuarenta caracteres no suelen ser muy eficaces, sobre todo cuando casi todos esos caracteres sirven para insultar. Opinemos, debatamos, y discrepemos, pero con cabeza y sin dar por hecho que los que piensan diferente son una panda de cernícalos (a veces lo serán, pero no siempre) o que todo es muy sencillo de resolver.

sábado, 24 de mayo de 2014

Hablemos de fútbol


En este sábado 24 de mayo, en el que tantos españoles están viendo un partido de fútbol apasionante, yo he decidido ponerme a escribir algo.
De fondo oigo el ruido de la lavadora en lugar de los comentarios de los locutores de radio y televisión narrando las jugadas de los ídolos de tantas y tantas personas. Nunca he sido amante del fútbol y, en general, de ningún deporte como espectáculo. Sí que me gusta practicar algunos, pero no me parece entretenido verlos en la tele o en directo. Reconozco que algunos deportes sí son espectaculares, por ejemplo, el descenso en bicicleta por rampas imposibles, me parece absolutamente impresionante, eso sí, también creo que es una locura hacer lo que hacen. Los vídeos de los hombres pájaro, esos que se lanzan con un traje pintoresco con una especie de alas entre los brazos y el tronco, también me resultan muy entretenidos, pero, nuevamente, pienso que el riesgo es excesivo.

No dudo que el fútbol tiene su arte, su dificultad y, en ocasiones, su belleza, pero nunca he sentido la más mínima atracción por todo lo que lo rodea. Supongo que esta falta de afición es heredada de mis padres. Ni a ellos ni a mis familiares más cercanos los vi jamás enfervorizados con el tema futbolero, y yo diría que la pasión por cosas tan aparentemente tontas como esta, es más fácil heredarla que adquirirla por cuenta propia.
Acaba de marcar un gol el "Atleti". Con esto me doy cuenta de que os he engañado un poco. Dije que no estaba escuchando la radio ni la tele, pero lo cierto es que tengo el "transistor" a mi lado y, de vez en cuando lo enciendo para ver cómo va la cosa. ¿Será que me estoy aficionando al deporte rey?

La verdad es que, con toda la atención mediática que se le da al tema, no parece raro que cada vez haya más futboleros. Soy de los que piensa que con una intensa campaña publicitaria se puede convencer a la gente de consumir o hacer casi cualquier cosa, por absurda que parezca, y el fútbol lo tenemos metido hasta en la sopa, con lo que no es raro que incluso alguien tan lejano a esa afición, pueda acabar enganchado.
Llevamos unos días en los que no dejan de hablar del "trascendental" partido de hoy y yo me pregunto ¿dónde está esa trascendencia? ¿En qué cambiarán nuestras vidas tras este encuentro?

Habrá personas que, cuando su equipo haya ganado, serán felices durante unas horas, a lo sumo hasta mañana cuando, al llegar a Madrid su maravilloso equipo, se integren en la masa de contentos simpatizantes para corear vítores y compartir la alegría con la muchedumbre. A algunos les durará el gozo un poco más, hasta que el lunes, al encontrarse con sus compañeros de trabajo, amigos, familiares, vecinos y cualquier otro conocido cuya adscripción futbolera, contraria a ellos, conozcan.  Les mirarán con una sonrisa maliciosa y les dirán algo así como: "vaya paliza os dimos ayer". Parece una tontuna, pero yo creo que algo tan simple como eso puede hacer que la grisácea jornada de mucha gente se transforme en un día magnífico, así que, si algo tan simple es tan importante para tanta gente, será que no es malo.
Sé que hay unos cuantos, quizá no pocos, que, en lugar de usar estas cosas como medio para alegrarse un par de días, las toman como justificación para cometer tropelías indecentes contra otras personas, pero supongo que el problema no será del fútbol sino de esas personas que siempre encuentran una excusa absurda para comportarse como animales.

Estoy anonadado. Comencé a escribir pensando en hacer una crítica al fútbol como espectáculo absurdo y, al final, he acabado diciendo que es una buena cosa. No me entiendo ni yo mismo, así que creo que ya estoy preparado para fundar un partido político.

Sigue ganando el "Atleti" y me agrada ese resultado. Creo que algo está cambiando en mí.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Defensa de la creadora del "relaxing cup of café con leche"


Desde el sábado por la noche no se habla de otra cosa que del discurso de Ana Botella ante el COI en Buenos Aires. Será raro encontrar a alguien que no se haya reído de eso del "relaxing cup of café con leche in the Plaza Mayor". Yo también lo he hecho y, sobre todo, con un arreglo musical que no sé si ha hecho D.J. Pastis o D.J. Buenri y que mola mazo. Siento no encontrar un enlace para que podáis escucharlo.
Reconozco que la frase en cuestión, la del café con leche, puede resultar graciosa, ridícula o incluso las dos cosas a la vez, pero lo que no entiendo es que, a partir de ella, sin oír nada más del breve discurso de Ana Botella, haya tanta gente que se aventure a decir que es una paleta, que no tiene ni idea de inglés, que su pronunciación es una mierda, etc., etc.

Aquí tenéis el discurso. Todos los que penséis que habla fatal y que su inglés es peor que el de cualquier otro español, os ruego que lo escuchéis entero:


 
¿Con qué cara podemos reprochar nada al inglés de la alcaldesa la mayoría de los españoles? ¿Acaso hay muchos que hablen inglés mejor que ella? Decidme qué problemas sintácticos o gramaticales tiene su discurso. Lo de intercalar esas cuatro palabras españolas no lo veo tan terrorífico. Se limitó a introducir unas pinceladas hispanas en su mensaje con mayor o menor fortuna (eso depende del receptor del mismo).
Ya sé que se nota en su acento que ella no es inglesa, estadounidense o canadiense. Pero todos los que la ponen a caldo ¿sabrían decirme cuál es el acento inglés que debe tener alguien para que se diga que su pronunciación es perfecta? ¿Tal vez el de Wisconsin? ¿Mejor el del west-end de Londres? ¿O será mejor el del east-end? ¿Podría ser que haya quien prefiera el acento de Texas?(a Chuck Norris le encanta) La verdad es que no lo sé ¡Hay tantos que uno no sabe por cuál decantarse!

No le tengo especial aprecio a Ana Botella, no me agrada el modo que ha tenido de llegar a la alcaldía o, antes de ello, al Ayuntamiento de Madrid. Hay muchas cosas que detesto de nuestros políticos y de tantos personajes que pueblan nuestras instituciones. Pero a pesar de lo bien o mal que me pueda caer una persona como la alcaldesa, me parece ridículo criticar su nivel de inglés a partir de un discurso que, insisto, a mí me parece correctamente construido y aceptablemente pronunciado.
Critiquemos la oportunidad, o no, de presentar la candidatura olímpica; la necesidad, o no, de llevar a tanta gente a actos absurdos como el del sábado en Buenos Aires; el beneficio o perjuicio de organizar las olimpiadas; lo bueno o malo que es el deporte profesional contrapuesto al de los deportistas normales, los que hacen ejercicio para estar sanos y no para ser máquinas. Se pueden debatir montones de cosas, pero criticar el nivel de inglés de alguien que, por haber nacido donde nació (España) no domina ese idioma como los Duques de Windsor, me parece una ridiculez.

Somos una panda de memos a la que le encanta escudarnos en la masa para linchar a gente famosa por "defectos" que nosotros mismos también tenemos.
Sería muy bonito que los políticos que requieren relacionarse con gente de otros países supieran inglés, pero lo cierto es que no hay ninguna ley que les obligue a ello, así que, si no lo saben, no cometen ningún delito y, además, la alcaldesa de Madrid no es la Ministra de Asuntos Exteriores, así que su necesidad de ser plurilingüe se reduce a escasas ocasiones. Bastante ha hecho que ha sido capaz de soltar su pequeño discurso con bastante propiedad (aunque a muchos les parezca lo contrario).

Ahí queda mi alegato en contra del linchamiento de Ana Botella y a favor de reírnos de la ocurrencia del "relaxing cup of café con leche" sin necesidad de machacar a su ocurrente autora.
P.D.- Me encantaría saber cuántos de los que ponen en su currículum que su nivel de inglés es alto (hablado y escrito) serían capaces de leer el discurso de Ana Botella con un acento la mitad de comprensible que el de ella, tan criticado por los puristas.

domingo, 25 de marzo de 2012

Huelgas, elecciones y Gran Hermano



Se acerca la huelga general o, mejor dicho, el día en el que está convocada la misma. Nunca se sabe, a lo mejor en el último instante el gobierno decide echar atrás su ley estrella y se desconvoca.

Yo no voy a hacer huelga porque no creo que un día de paro sirva para nada salvo para que convocantes y gobierno interpreten los datos de seguimiento a su antojo. Unos dirán que ha sido un éxito y que eso demuestra que “las ciudadanas y los ciudadanos” han mostrado su repulsa a la pérdida de derechos que la nueva ley supone. Los otros dirán que ha sido un fracaso y que los pocos que han hecho huelga se han visto obligados a ello por la falta de medios de transporte para acudir al trabajo y por la coacción de los piquetes.

La interpretación simplista de los comportamientos de la masa o, para ser más finos, de la ciudadanía, es una constante en los discursos de los líderes políticos, empresariales, sindicales, periodísticos y cualquier otro tipo de liderazgo que se nos ocurra.

Habrá quien vaya a la huelga porque cree que es lo que debe hacer ante lo que estima un recorte en sus derechos.  Otros irán, o dejarán de hacerlo,  porque alguien que estiman más enterado les ha convencido de una cosa o de la otra. Habrá quien esté en desacuerdo con la ley pero irá a trabajar para que los sindicatos no crean que tienen su apoyo. Algunos no acudirán a su puesto de trabajo porque su línea de autobús esté sin servicio. En fin, que puede haber casi tantas razones como personas, pero al final  los que ocupan las cabeceras de los periódicos y los telediarios (nuestros líderes políticos y sindicales), dirán lo que les plazca y se quedarán tan contentos.

Lo mismo pasa con las elecciones. Cada cual emite su voto con el criterio que le parece adecuado, incluso con criterios puramente azarosos : voto a éste porque lo he votado siempre,  voto al otro para no votar al que me ha defraudado,  voto a cualquiera que no sea de los partidos de siempre…

Al final el que gana dirá que su acción de gobierno está avalada por el voto de los que lo han encumbrado, y será cierto, pero lo que no tiene sentido es que se diga que los que votaron su candidatura están de acuerdo con todo lo que se proponía en su programa. Habrá algún bicho raro que haya leído el famoso programa y esté conforme con todo lo que se dice allí, pero yo diría que esos son una grandísima minoría. Me atrevo a decir, sin fundamento alguno,  que la mayoría  habrá votado con motivaciones similares a las que antes he enumerado y que son tan tontas o tan sensatas como la del que está de acuerdo al cien por cien con ese programa que con tanto gozo ha leído.

Las cosas no son tan simples, pero quienes ostentan el poder (en todos los ámbitos) tienden a interpretarlas de ese modo (sí o no, blanco o negro, conmigo o contra mí).

El jueves pasado, viendo la gala de Gran Hermano (los que me conocéis sabéis que me encantan estos programas paletos), la gran Mercedes Milá, haciendo gala de su gran experiencia y profesionalidad, se permitió interpretar la expulsión de Cristian como un castigo de los espectadores (los que se gastan el dinero en eso) a ciertas frases tildadas de machistas, racistas y homófobas que el concursante pronunció. En ningún momento se le ocurrió pensar que, entre las personas dispuestas a gastar su dinero enviando SMS’s para expulsar a unos u otros, pudiera haber gente que crea que cierta persona tiene más papeletas para ganar que aquel a quien ellos apoyan y por eso votan para que se vaya.

Sirva esta última memez para apuntalar mi tesis de que el comportamiento de la masa se interpreta casi siempre de la manera que más le favorece al interpretador, de modo que la intención particular de cada individuo queda oculta y condenada a ser ignorada por todas y todos (ya casi me sale esto del “todas y todos” de modo natural. Mi progresismo es ya un hecho).

sábado, 3 de marzo de 2012

Sacralización de lo laico

En estos días pasados se ha hablado mucho sobre la falta de tacto de los sindicatos por convocar una “manifa” el día once de Marzo, fecha de triste memoria. Es cierto que es una jornada en la que habrá actos de recuerdo a quienes murieron en los atentados del año 2004, pero no es menos cierto que el que no vaya a esos actos puede hacer lo que le plazca durante ese día. Particularmente creo que iré a correr (espero que nadie se enfade por ello).

No pretendo defender a los sindicatos ni hacer alegatos a favor de las manifestaciones (ni unos ni otras me “simpatizan”, como diría el Chavo del Ocho), pero me parece tonto pretender sacralizar ciertas fechas.
Hace años (no muchos), en algunos lugares estaba mal visto escuchar música festiva durante Jueves Santo y Viernes Santo. Es comprensible que sea así para la gente que vive con intensidad sus sentimientos religiosos, pero hoy en día no se entendería que ese criterio tuviese que ser aceptado obligatoriamente por todo el mundo. En cambio, si alguien osa mancillar fechas como el día de la Constitución o el 11-M haciendo algo que no sea lo que la oficialidad ha dispuesto, ¡pobre de él!, será escarnecido por los políticos y los periodistas.

No sería aceptable que alguien se colase con un equipo musical de quinientos vatios haciendo sonar a AC/DC en una procesión de Semana Santa, y tampoco debería consentirse que en la manifestación de los sindicatos se digan cosas ofensivas sobre las víctimas del atentado del 11-M, pero si estas cosas no ocurren, no veo el problema de dejar que se manifiesten, eso sí, sin violencia, que luego llega la policía y todos lloriquean por lo malos que son por dar un porrazo a los alborotadores.

domingo, 12 de febrero de 2012

Contador y el orgullo patrio


Ya ha pasado mes y medio desde que llegó el año 2012 y Libertad Diodenal se ha mantenido silente a pesar de tantas cosas trascendentales que han ocurrido. Pero, sin duda, el acontecimiento que más ha inquietado a la ciudadanía española ha sido la noticia de la condena de Alberto Contador por ese tribunal deportivo cuyo nombre ignoro.

El ciudadano medio ha olvidado sus tribulaciones y he ha solidarizado con nuestro gran ciclista. A mí también me cae bien contador, parece un chaval majete y bonachón y, además, la condena, según dicen los que leen esos rollos, se limita a decir algo así como que no se puede demostrar su culpabilidad pero tampoco su inocencia. Un poco cutre sí que parece. De todos modos, el mundo del deporte de élite, dado que es un espectáculo que mueve mucho dinero, está rodeado de un halo de sospecha de corrupción y malas prácticas que no debería sorprender a nadie. Contador parece buena gente y probablemente lo será, pero yo no pondría la mano en el fuego ni por él ni por ningún otro superhombre (también incluyo a las mujeres) de los que pueblan las competiciones deportivas de alto nivel.

Contador tendrá que devolver sus premios, pagar una multa y apechugar con los gastos del proceso judicial (o lo que sea eso). Todo ello le supondrá unos millones de euros que, a pesar de ser bastantes, podrá apoquinar sin tener que irse a vivir bajo un puente.

Ser famoso tiene cosas buenas y malas. Entre las buenas está el ganar mucho dinero y el contar con el apoyo incondicional de muchas personas. Pero ese apoyo, muchas veces sin fundamento, suele tener su contrapunto en un desprecio igual de poco fundamentado que favorece esas chanzas televisivas como las que han realizado en el Canal Plus francés y que tanta indignación han provocado en muchas personas.

La cosa tendrá mayor o menor gracia, todo depende del sentido del humor del espectador, pero sacar a pasear a los ministros y embajadores por una tontería que hacen en un programa televisivo me parece una memez de tamaño sideral.

Comprendo que Nadal y Gasol puedan sentirse ofendidos por ser objeto de esa broma malvada pero, como son listos, sabrán que lo mejor es ignorar estas cosas y no darles importancia.

Por aquí somos todos muy dignos y, a falta de otros profetas o personajes sagrados que defender, hemos convertido a los deportistas de élite en nuestros santones particulares y no toleramos que nadie se meta con ellos. Luego nos parece ridículo que algunos musulmanes extremistas no toleren que se hagan caricaturas de Mahoma o que Urdangarín se sienta mal porque se hagan chistes sobre sus presuntas fechorías. Podemos burlarnos del Papa diciendo que fue nazi, del Cardenal Rouco diciendo que es el hermano gemelo de Paco Clavel (es que son idénticos),  imprimir una foto de ZP con cara de lelo en nuestra camiseta, escarnecer al capitán Schettino sin haber oído su narración de los hechos sobre el hundimiento del Concordia o ridiculizar a quien nos plazca, pero cuidadito con tocar a nuestros deportistas de bandera.

Es cierto que los programas de humor suelen aprovecharse de su condición de graciosillos para lanzar proclamas políticas o cebarse con quien les caiga mal (en el Gran Wyoming tenemos un ejemplo claro de eso) y para alinearse con unos u otros, pero si las bromas que hacen nos parecen de mal gusto o injustas, lo mejor que podemos hacer es ignorarlas. Cualquier otra cosa que hagamos sólo contribuirá a beneficiar a aquellos a los que queremos castigar.

Algún día dijo alguien, no sé si fue Camilo José Cela: “que hablen de mí aunque sea bien”. ¡Cuánta razón tenía! Las críticas negativas suelen ser una publicidad eficaz y extremadamente barata. Ahora todos nos reímos de Schettino, pero dentro de poco será él el que se ría del mundo entero cuando tenga los bolsillos llenos del dinero que va a ganar paseando por los platós contando su aventura.

Dejemos que en el Canal Plus caricaturicen a nuestros deportistas, pero no seamos sus altavoces cuando sus burlas no nos gusten y, sobre todo, no mezclemos en estas memeces a nuestros políticos, que cualquier cosa que hagan nos cuesta un dineral en dietas.

jueves, 19 de mayo de 2011

Jugando a la revolución

Tengo que reconocer que no he seguido muy de cerca todo esto de las acampadas en algunas plazas de distintas ciudades de nuestra querida nación de naciones, pero acabo de ver un lote de fotografías del poblado que han montado en la Puerta del Sol de Madrid y, sin ver más ni leer ninguno de los manifiestos que supongo que han redactado los que lideran este extraño movimiento, me atrevo a aventurar que todo esto es una sandez. Insisto en que mi base para este discurso es casi nula, pero esa es la impresión que me da.

Estoy convencido de que hay mucha gente harta de ver cómo los encargados de controlar las cosas (políticos y grandes organismos y entidades financieras) parecen no tener ni idea de qué hacer para salir del atolladero en el que estamos. Hemos gastado más de lo que teníamos y ahora, para intentar solucionarlo, sólo se les ocurre seguir gastando lo que no tenemos ¿Cabe mayor desatino?

Ciertamente es como para estar indignado (palabra muy de moda en estos días), pero mi indignación no me llevará nunca (por lo menos no lo hará de momento) a ir a ocupar la vía pública con unos centenares de personas. No me parece bien defender no sé qué causa molestando a otros que, para más recochineo, no son los culpables de eso contra lo que se clama. ¿Qué culpa tienen los vecinos de la Puerta del Sol de la pútrida situación que vivimos? ¿Por qué tienen que aguantar que al lado de sus casas y comercios haya un poblado chabolista que les impide vivir con tranquilidad?

¡Que se vayan a acampar a los jardines de la Moncloa!

En cuanto se reúnen más de cuatro personas para hacer alguna reivindicación, lo más habitual es que tres no sepan lo que han ido a defender o qué es eso de lo que se quejan. Se pide democracia real ¿Alguien sabe lo que es eso? Yo diría que es una utopía que sólo podría alcanzarse si todos y cada uno de los votantes tuviésemos el suficiente criterio como para saber qué es lo que queremos y, además, existiese alguien, que se presentase a las elecciones, dispuesto a trabajar para conseguirlo. Pero no con ánimo de lucro sino con verdadero sentido de servicio (he dicho que era una utopía ¿verdad?).

¿Qué es lo que tenemos? Un montón de votantes ignorantes (yo soy uno de ellos) y tres o cuatro partidos políticos poblados de gente que no sabe lo que defiende o, peor aún, que defiende una cosa y la contraria, predica algo y hace lo opuesto. Eso es lo que hay, y es una mierda (con perdón), pero me temo que conseguir lo otro (gente que sepa lo que quiere y gente que esté dispuesta a trabajar para llevarlo a cabo) es imposible. Entonces ¿qué quiere esta panda de campistas?

Me temo que muchos de los que han decidido hacer de estas plazas su hogar, no saben lo que quieren pero, como nos pasa a muchos, les mola ser el centro de atención de los noticieros y ver cómo los políticos contra los que claman, ahora dicen compartir las quejas de estos revolucionarios campistas. ¡Qué bonito es ver al criticado siendo comprensivo con el crítico!

Confío en que la tontería no vaya a más y no les dé a nuestros salvadores por ponerse a quemar mobiliario urbano, coches y escaparates que suelen pertenecer a gente humilde de esa a la que estos solidarios profesionales siempre dicen defender.

Para terminar haré un ruego a estos abnegados defensores de la democracia real y la libertad absoluta: Dejadnos tranquilos y volved a vuestras casas. Desde allí, escribid cartas de queja a quien queráis, redactad alegatos a favor y en contra de lo que creáis oportuno, trabajad con ahínco para crear un partido político que pueda desbancar a estos que tenemos. Cualquier cosa parece más útil que llenar de putrefacción las calles de nuestras ciudades.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Festejos luctuosos

Hace dos días que escribí en el blog, pero como sigo ocioso laboralmente, escribiré algo antes de ir a comer. Hoy toca hablar de Bin Laden (o como se escriba). El otro día lo mataron y vi imágenes de algunos estadounidenses celebrándolo en la calle. Reconozco que el malvado saudí no es alguien que me cayese simpático, es más, me resultaba detestable, casi tanto como los miles de desgraciados que hacían lo que él decía o que, sencillamente, se apuntaban a su “club”.

No sé si el mundo es más seguro sin ese degenerado que con él. Después de todo, ha tenido tiempo de sobra para esparcir su maligna semilla por el mundo. Tan famoso era el hombre que, incluso aunque ya no fuese un activo terrorista, la sola mención de su nombre podía hacer que más de un pobre diablo de esos a los que lavan (más bien ensucian) el cerebro, ardiese en deseos de reventar por su gran causa que, ahora que lo pienso, no tengo claro cuál era. ¿Qué pretendía? ¿Hacer que todo el mundo se convirtiera al Islam? ¿Llevarnos a todos, y todas, a vivir de nuevo de un modo medieval? ¡A saber!

Supongo que, como nos pasa a muchos, hacía lo único que sabía hacer. Lo malo es que su profesión era un tanto maligna. Creo que la mía, que en los últimos tiempos consiste en masajearme el escroto, es menos dañina que la de enviar a abnegados mártires a reventar en medio de gente que pasa por allí.

Ya me he enrollado sin ton ni son. Lo único que pretendía decir es que no entiendo como nadie puede sentir, cuando alguien muere, un gozo tal como para salir a pegar botes y corear sandeces en masa. Bin Laden era malo, muy malo, uno de los peores, pero no entiendo cómo su muerte puede generar en tantas personas el mismo sentimiento de gozo que la victoria de su equipo de fútbol en alguno de los múltiples campeonatos que hay en el mundo.

Particularmente me importa un pito que hayan matado a ese tipo, pero tengo que reconocer que no he sentido ningún gozo especial al conocer la noticia, básicamente me he quedado igual que antes de saberlo ¿Creéis que debo ir al psiquiatra? ¿O bastará con visitar al psicólogo?

lunes, 2 de mayo de 2011

Pippa y otras cosas

Esto es una indecencia. Han pasado más de dos meses desde que me dirigí a los pocos seguidores que me quedan. Mi carisma ha quedado a la altura del que decían que tenía Aznar. Ya no tengo ningún poder de convicción, aunque tal vez sea porque hace tiempo que no intento convencer a nadie de nada.

En febrero andaba yo un tanto ocioso, laboralmente hablando, pero tras tres semanas de aburrimiento alguien decidió que mis excelsas cualidades profesionales podrían servirle, así que estuve trabajando durante mes y medio. No fue un trabajo intenso ni agotador, básicamente tuve que redactar algunos documentos que, con gran probabilidad, no leerá casi nadie (pongo lo de “casi” por si acaso hay algún pobre diablo al que le sueltan ese mamotreto para que se entretenga). Inútil o no, por lo menos estuve entretenido haciendo ese trabajo.

Aquello terminó y he vuelto al ocio. Esta vez estoy ubicado en un lugar poblado de mindundis (como yo) y libre de grandes líderes, así que, aunque tampoco tengo “panda”, el ambiente parece un poco más grato. Pero no voy a contaros nuevos rollos laborales, creo que es mejor hablar de la boda de los Duques de Cambridge o de las próximas elecciones autonómicas y municipales.

Yo no vi la boda y, como yo, unos cuantos miles de personas que a esas horas estaban trabajando o, más probablemente, mareando la perdiz en sus centros laborales, tampoco pudieron disfrutar de tan absurdo espectáculo. No obstante, oí a alguien decir que una de cada tres personas en el mundo, había presenciado el enlace. La verdad es que no me cuadra semejante cifra, pero aquí todo el mundo da cifras para que su información parezca más seria, y lo peor es que consiguen engañar a muchos.

Sea como fuere, creo que Pippa Middleton iba guapísima y el príncipe Harry despeinado, como siempre. De Camila solo sé que llevaba un traje muy discreto con unos bordados dorados inaceptables. ¡Qué bonito es ver cómo se derrocha dinero a manos llenas para que la ciudadanía mundial sea feliz! Según la tesis de que uno de cada tres habitantes del planeta vio la boda, seguro que había varios cientos de millones que, a pesar de estar medio muertos de hambre, estaban disfrutando del espectáculo. Ya dijo alguien que no sólo de pan vive el hombre… La necedad parece que es bastante más alimenticia.

Cambio de tercio. Ayer vi un documental llamado “The inside job” que intenta explicar el porqué del desastre financiero que se desencadenó en Estados Unidos y afectó a casi todo el mundo. Como ocurre siempre, no tengo claro hasta qué punto puede uno creerse todo lo que cuentan, pero me resultó bastante convincente (soy fácil de engañar como bien sabe Kashuma). Eso de ver cómo los que llevaron a muchas de sus empresas (y a medio mundo) a la quiebra, luego han dido nombrados para dirigir diversas instituciones gubernamentales relacionadas con la economía, es algo que no me resulta nada extraño. Ver cómo los que le parecían bien a Bush, siguieron pareciéndole bien a Obama, tampoco me chirría, cuadra con mi idea de que nos toman el pelo de una manera descarada. Pero esto no ocurre sólo en Estados Unidos, en España y el resto de “los países de nuestro entorno” también ocurre.

Y, para terminar, dedicaré unas líneas a intentar manipularos para que votéis a Unión Progreso y Democracia. ¿Por qué? Pues está muy claro, porque son progresistas (ya sabéis que me convertí al progresismo hace un par de años) y, además, no tienen ninguna posibilidad de llegar al poder. A lo mejor así siguen defendiendo algunas cosas sensatas que defienden, como cambiar la ley electoral y devolver ciertas competencias autonómicas a la administración central.

Se acabó por hoy. A ver si recupero mi locuacidad y vuelvo a ser más regular en mis intervenciones bloguísticas.

sábado, 5 de febrero de 2011

Azuzadores de masas

Hace unos días me enviaron un artículo de Jesús Sanz Astigarraga, que no sé quién es, pero, por su carácter chulesco e insultante (el del artículo), alguien se lo había endosado a Arturo Pérez Reverte, y así anda la cosa corriendo por la Red. Aprovecho para pedir disculpas a don Arturo porque le critiqué duramente por esas palabras que él no había escrito (ya me extrañaba a mí que pusiese como ejemplo de virtud intelectual a Saramago y a Chomsky).

Dicho eso, aquí tenéis una dirección en la que podéis encontrar el famoso artículo:

Extraigo unos párrafos del escrito para que sirvan de base a mis comentarios posteriores:

Tenéis una monarquía que se ha enriquecido en los últimos años, que apoya a los poderosos, a EEUU, a Marruecos y a todo lo que huela a poder o dinero, hereditaria como en la Edad Media ¿sois idiotas?

En Inglaterra o Francia o Italia o en Grecia o en otros países los trabajadores y los jóvenes se manifiestan hasta violentamente para defenderse de esas manipulaciones mientras en España no se mueve casi nadie ¿sois idiotas?

Consentís la censura en los medios de comunicación, la ley de partidos, la manipulación judicial, la tortura, la militarización de trabajadores sólo porque de momento no os afecta a vosotros ¿sois idiotas?

Posiblemente tenga razón en la descripción de la putrefacción imperante en tantos y tantos ámbitos de nuestra sociedad, pero lo que no aguanto es eso de incitar a la gente a manifestarse violentamente. Es posible que ciertas situaciones sean difícilmente resolubles sin usar la violencia, pero dudo que sacar a la masa a la calle con palos para romper escaparates y coches (que nunca pertenecen a los culpables de la mala situación por la que la gente se queja), solucione nada.

Me cansan estas personas que, aprovechando la tribuna que les brinda la radio, la televisión, Internet, su partido político o lo que sea, se empeñan en querer guiarnos hacia la salvación con consignas tan tontas como la de “salir a la calle”.

En un intercambio de pareceres que tuvimos durante nuestra jornada laboral (por correo electrónico para simular que trabajábamos duramente), alguien dijo que las revoluciones a veces son necesarias y que, cada uno tiene su papel en ellas: unos se encargan de abrir los ojos a los demás y otros se ocupan de ejercer esa convincente actividad que es la violencia.

Lo malo es que esos que “abren los ojos” a los demás, suelen estar tan ciegos, o más, que aquellos a los que guían, pero mientras los “guías” se quedan en la retaguardia, calentitos en casa escribiendo sus soflamas, sus fieles seguidores salen a la calle a hacer su papel de “carne de cañón”, a romper cabezas o a que se la rompan a ellos.

Actualmente hay mucha gente que está en una mala o muy mala situación, pero salir a la calle a montar follón no va a arreglar nada. ZP es un inepto, pero echarlo a patadas no va a servir (eso creo yo) para que la deuda que tiene España desaparezca al día siguiente, ni para que se creen cuatro millones de puestos de trabajo en un pispás. Si salimos a quemar las calles sólo conseguiremos una cosa: que las calles queden quemadas y que los que tengan las garrotas más contundentes y los músculos más desarrollados, se hagan los amos de la situación.

Si algo nos parece mal, digámoslo. Si los gobernantes nos parecen corruptos y putrefactos, demos ejemplo de seriedad y honradez en nuestro trabajo (el que lo tenga) y en el día a día. Si vemos que las administraciones públicas son nidos de derrochadores y corruptos, procuremos vivir sin gastar más de lo que tenemos y sin pretender que nos den duros a peseta. Si ese comportamiento se populariza, incluso la gente que se dedica a la política que, aunque no lo parezca, son personas normales, acabará ejercitándolo y conseguiremos arrinconar las corruptelas y vivir en un mundo ideal (me acaba de resonar en la cabeza esa bella canción de “La Bella y la Bestia”).

Aprovecho mi gran poder de comunicación para incitar a las masas a salir a la calle sólo para pasear y airearse, pero no para romper farolas o cabezas y, cómo dicen siempre desde la DGT en las operaciones salida: salgan escalonadamente, no se aglomeren, que cuanta más gente se junte en la calle a la vez, peor será.

sábado, 8 de enero de 2011

Delación y victimismo

Hace unos días experimenté el tremendo placer de tomar unas tapitas en un pequeño bar de barrio de esos que, hasta hace una semana, siempre estaban llenos de humo. Era el día de Reyes y éramos seis o siete los que allí estábamos, así que el gozo fue doble porque pudimos respirar y hablar sin humos ni ruidos circundantes.

Esta mañana he estado escuchando en Radio Nacional una tertulia en la que se hablaba sobre “los chivatos”. El tema, que pretendía tocarse de modo genérico, se ha centrado particularmente en chivarse de quien incumpla la nueva ley antitabaco. Yo pensaba que la posibilidad de denunciar cualquier cosa que uno estime que va contra la ley, ya existía, pero parece ser que uno sólo es un chivato cuando denuncia a quien incumple (según el criterio del denunciante) la nueva norma sobre el consumo del tabaco.

Durante estos días he llegado a oír comparaciones de la situación actual con la de las delaciones de algunos alemanes a sus conciudadanos judíos en la época de Hitler. Sé que la manera más eficaz de hacerse notar es la de exagerar (yo lo hago con frecuencia), pero ésta parece un tanto extrema. El victimismo me parece exagerado en una afirmación como esa.

No seré yo quien llame a la policía para denunciar a alguien que está fumando a menos de cien metros de un parque infantil ni, probablemente, a quien lo haga en un bar (tal vez le diga que no lo haga si es que me llega su humo, paso de meterme en más líos), pero si lo hace alguien a quien eso le parezca mal, estará en su derecho.

Hay quien defiende la capacidad de la sociedad de autoregularse (algunos de esos que se proclaman liberales), pero esa libertad, en el ámbito tabaquil, ya la tuvimos durante muchos, muchísimos años. ¿Y cómo se autoreguló la sociedad? Yo os lo diré:

1-Se fumaba en los institutos y en las universidades.

2-Se fumaba en los hospitales (incluso en las habitaciones de los enfermos).

3-Se fumaba en los cines, en los aviones, en los autobuses, en el Metro….

¿Dónde estaban los fumadores por la tolerancia en aquellos tiempos? ¿Quién se preocupaba de los que sólo queríamos vivir sin tener la ropa apestando a un humo que no era nuestro y nuestra bella cabellera limpia (yo tenía pelo por entonces)?

Lo más gracioso de todo es que, probablemente, la dictadura del tabaco la imponía una minoría humeante sobre una mayoría no fumadora. No tengo datos al respecto, pero yo diría que los fumadores, aunque numerosos, nunca han llegado al 50% de la población.

Con la ley anterior yo ya estaba contento. Eso sí, mis visitas a los bares eran escasas y, en ocasiones, dada la exagerada densidad de humo del local, mi entrada y mi salida del establecimiento ocurrían en el mismo minuto.

Hasta ahora los no fumadores que, como es bien sabido, somos mayoritariamente unos intolerantes de tomo y lomo (cuando no unos fascistas), acudíamos a los bares con nuestros amigos fumadores, y pasábamos allí buenos ratos de charleta con ellos sin recriminarles su humeante afición, o recriminándosela sin que, en general, tuviesen el detalle de apagar su cigarro ¡Total, el ambiente ya estaba tan cargado que un cigarro más no marcaría diferencia alguna!

Ahora son nuestros amigos fumadores los que tienen que aguantar sin fumar para poder tener un rato de amena charla. ¿Es peor esto que aquello? Es obvio que para mí es mejor, pero comprendo que para ellos sea peor. ¿Somos peores nosotros ahora que ellos antes? Yo diría que no, pero algunos han decidido que se les somete a una terrible persecución. Hace veinte años los no fumadores no éramos perseguidos, sencillamente estábamos rodeados ¿Era eso más aceptable?

Necesitamos normas que regulen nuestro comportamiento público porque, por muy civilizados que nos creamos, la realidad es que, básicamente, somos unos egoístas y lo que nos parece bien a nosotros, pensamos que a los demás tendría que parecerles igualmente acertado.

En ausencia de normas siempre hay quien sabe comportarse educada y correctamente con los demás, privándose de llevar a cabo comportamientos que puedan molestar a otros (ir a 100 Km/h por una calle de Madrid, mear en un portal, fumar o expeler ventosidades en un lugar cerrado en el que hay más gente, gritar en público, incordiar con tonterías a quien está trabajando…), pero otros no somos tan majetes y necesitamos de la amenaza de una multa para comportarnos adecuadamente. Es una pena que así tenga que ser, pero me temo que no queda más remedio de vez en cuando.

Algunos dicen que esta es una ley anti-fumadores, pero realmente es una ley de defensa del no fumador. Hay cosas que es mejor poner en positivo. Yo no tengo inconveniente en que la gente fume si quiere, sólo pido que lo hagan lejos de mí ¿Es eso tan grave?

Sé que parece ridículo incitar a la gente a no fumar y seguir llenando las arcas estatales con los impuestos del tabaco que gestiona ese mismo estado, pero a pesar de la contradicción y flagrante hipocresía yo estoy contento porque ahora no me dará tanta pereza quedar con alguien para comer o pasar un rato en un bar o restaurante.

¡VIVA LEIRE PAJÍN!

domingo, 25 de abril de 2010

¿Es usted puta, o no es puta?

Hace unos días, en “La Noria”, ese gran programa de Tele5, entrevistaron a Pedro Ruiz que, por si no lo sabéis acaba de publicar un libro.

Los entrevistadores eran: Terelu Campos, Jimmy Jiménez y María Antonia Iglesias. Esta última, que, como sabréis, tiene más mala leche que un yogur caducado hace un año, comenzó su intervención recordando que Pedro Ruiz defraudó a Hacienda hace años. No dijo, por supuesto, que aquella demanda, o lo que fuese, fue archivada en su momento. Yo no sé si realmente hubo fraude o no lo hubo, pero el caso es que aquello se archivó, con lo que, tras tantos años, sacar eso a relucir, de la forma en que lo hizo nuestra musa de la crispación, creo que no es de recibo (aunque sí muy entretenido). Pedro Ruiz, con calma, le respondió, pero ella siguió en sus trece.

A pesar de que Ruiz dijo que su causa había sido archivada, le pidió que dijese claramente si había sido un defraudador o si no lo había sido. Mencionó que ella usa un latiguillo para solicitar a sus entrevistados que se decanten. Ella les dice: ¿Es puta o no es puta? Refiriéndose a que la respuesta a su pregunta tiene que ser sí o no.

Más tarde hizo referencia a la supuesta táctica del señor Ruiz de hacerse la víctima (tener en cuenta este detalle para cuando describa cómo terminó la señora Iglesias su entrevista) y de llevarse muy bien con las señoras de la derecha. Nuestra amiguita María Antonia aprendió muy bien en el cole la lección de derecha e izquierda y todo lo clasifica en alguna de esas dos categorías, no hay nada ajeno a esa taxonomía (me apetecía escribir una palabra pedante) para ella.

Como Pedro Ruiz dejó claro que, si tuviese un nuevo programa, no entrevistaría a ningún político (también dijo que no votaba), nuestra querida M.A. saltó con que esa era la actitud de los “falsos independientes de derechas, que son fascistas que añoran el franquismo”. Y se quedó tan pancha (también muy divertido).

En cierto momento, habiendo sido M.A. tan insistente con la suposición de que el humorista (poco gracioso, por cierto) se había beneficiado mucho gracias a “la derecha”, él le solicitó con insistencia que dijese qué partido le había “untado”. Ella se iba por peteneras y seguía diciendo sandeces. Pedro, cansado de sus divagaciones, para que contestase con claridad le soltó ese latiguillo que ella había mencionado antes: “María Antonia ¿pero es usted puta o no es puta?”.

Ella se quedó en silencio unos instantes (¡milagro!) y habló para decir que no pensaba quedarse allí, sentada frente a un hombre capaz de insultar a una mujer (tal vez no le parece mal insultar a un hombre). ¡Pero María Antonia! Si llevabas tú más de diez minutos insultándole a él! En fin, que la pobrecita M.A. decidió hacerse la víctima (lo mismo de lo que acusó a Pedro Ruiz al principio).

Esta mujer es insoportable, pero está claro que sirve para montar espectáculos. Por eso está en Tele5, aunque probablemente no le guste Gran Hermano por considerarlo telebasura. Esto no lo he contrastado, pero da igual ¡VIVA LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN! Podemos insultar sin pruebas a quien nos plazca.

El vídeo completo lo podéis ver aquí (con publicidad), porque en el resto de lugares en los que he buscado, sólo aparece un pequeño fragmento en el que, sin que M.A. quede muy bien parada, parece que Pedro Ruiz es una especie de degenerado que no respeta a las "dulces" ancianitas.