miércoles, 30 de julio de 2008

Ideas luminosas


Regalar un par de bombillas de bajo consumo y reducir la velocidad máxima en los accesos a las grandes ciudades. Estas son las medidas del plan de ahorro energético que los medios de comunicación (los que he leído y oído yo, claro) se han encargado de airear con intensidad. Supongo que su plan no se reducirá a esas dos cosillas, pero como esas son las que conozco, me dispongo a opinar sobre ellas.

Lo de regalar dos bombillas de bajo consumo me parece tan estúpido como esas propuestas que hace alguien cada cierto tiempo (probablemente con la mejor de las intenciones) para que todo el mundo apague la luz a la misma hora del mismo día durante cinco minutos. Eso, básicamente, lo único que consigue es que ahorremos cinco minutos de energía porque, tras ese apagón, la gente sigue dejando encendidas todas las lámparas de la casa, subiendo en ascensor al primer piso (o al bajo, que hay gente para todo), encendiendo el aire acondicionado porque es verano en lugar de porque hace calor o poniendo en marcha la calefacción a partir de la entrada oficial del invierno aunque no haga frío.

Con lo de las bombillas se ahorraría algo si la gente las pusiera para sustituir los halógenos que a casi todo el mundo le gusta usar y que, a pesar de su alta potencia (supongo que también los habrá de baja potencia, pero me apetece suponer que la gente es derrochadora), iluminan sólo una pequeña zona circular bajo ellos porque, por alguna razón que se me escapa, casi siempre están incrustados en el techo en lugar de estar colgando de él para que los rayos de luz fluyan esféricamente en lugar de en un miserable cono luminoso.

La reducción de la velocidad en las entradas a las ciudades es probable que sirva para ahorrar algo, pero me temo que eso sólo sería durante los fines de semana y las horas en las que entran cuatro gatos, porque el resto del tiempo se circula a velocidades tan lentas que es difícil reducirlas más.

No sé cómo hacen los cálculos de ahorro, pero me temo que, como pasará casi siempre, viajan a los Mundos de Yupi y allí, que es un lugar en el que todo es maravilloso y donde la realidad es la que cada cual quiere que sea, es donde hacen sus estudios. Lo malo es que los resultados obtenidos en esa bellísima realidad ficticia, se empeñan en extrapolarlos a este mundo en el que las cosas no son tan simples como las mentes de nuestros queridos “expertos”.

Para comenzar a ahorrar se me ocurre que nuestros altos cargos públicos dejen de hacer tantos viajes de aquí para allá, en coche o en avión y que utilicen eso tan maravilloso y tan barato que es la vídeo-conferencia. No tengo ni idea de lo que se ahorraría con eso, pero teniendo en cuenta que, de hacerse las cosas así, podría prescindirse de casi todo el parque de coches oficiales (que además son de alta cilindrada y consumen una barbaridad) y de multitud de desplazamientos en avión y de las respectivas estancias en hoteles caros, seguro que se ahorraría un buen montón. Si por mí fuera, se acabarían los viajes oficiales y todas esas reuniones inútiles que se mantienen en cualquier país a cuento de cualquier memez o cosa seria. Que comiencen por dar ejemplo nuestros queridos líderes y tal vez así nos convenzan para que seamos más ahorrativos, no en vano los hechos convencen mucho más que las palabras.

lunes, 21 de julio de 2008

¡Qué bello es el monte!

Este fin de semana lo he pasado en el monte junto con otros siete amigos. Éramos tres hombres y cinco mujeres, así que no tengo claro si cumplíamos con la ley de paridad con la que nuestro gran gobierno revolucionó hace poco nuestro arcaico ordenamiento jurídico. El caso es que, estuviéramos dentro o fuera de la ley, lo hemos pasado bien, o incluso muy bien, y hemos disfrutado de un par de días merodeando por la paradisiaca Sierra de Neila, ubicada en Burgos, en la Sierra de la Demanda.

Era un lugar boscoso de acceso sencillo y apropiado para domingueros. Con el coche se puede llegar a una distancia de menos de 2 Km. de unas lagunas en las que da gusto bañarse (¡Qué pena me da no poder pegarme hoy otro bañito por allí!). Hay árboles por todos lados y, si se quiere, también se puede subir a zonas tan peladas como mi cabezota para absorber con más rapidez los intensos rayos solares veraniegos.

Nos resultó curioso que, a pesar de lo fácil que era llegar allí, no hubiese casi nadie andando por aquellos bucólicos parajes. Si en la Sierra de Guadarrama existiese algo así, estaría atestado de gente tomando el sol y dejando basura por todos lados, pero parece que allí, en Burgos, poca gente se ha enterado de la existencia de tan bello lugar ¡Mejor!

A pesar de la belleza del entorno y el gozo de los baños en aquellas aguas, lo mejor no ha sido eso, no señor, lo mejor ha sido la posibilidad de ir caminando de aquí para allá charlando ahora con uno y después con otro, parando aquí para comer cualquier cosa mientras seguíamos charlando de cualquier tema (trascendental o “diodenal”), o deteniéndonos para ver por dónde seguir en los momentos en los que no sabíamos hacia dónde debíamos dirigir nuestros pasos (alguno de esos momentos fue propiciado por mi gran capacidad para perder la senda apropiada). Incluso fue agradable dormir los ocho juntos, pero no revueltos, en la misma habitación con literas del refugio (hasta los ronquidos suenan mejor en el monte).

Una de las cosas más agradables de ir a pasear por el monte con un grupo de gente es la posibilidad de ir charlando (aunque sólo fuese para decir "pues sí, pues sí" o "parece que hace calor"), de bromear o trascender, de hacer el tonto o ponerse serio, de necesitar ayuda o de dársela al que la requiere (esto último ha quedado precioso). Como diría mi gran ídolo Camilo Sesto (siempre tengo que apuntar que el apellido artístico de Camilo Blanes no lleva equis, para que no llegue algún listillo a decirme que he metido la pata): mola mazo.
Otra cosa también moló mazo fue la tromba de agua y granizo que nos cayó encima el sábado por la tarde. ¡Qué gozo se siente cuando el pedrisco te cae encima y te hace pupita! ¡Qué indescriptible placer produce notar que todo tu cuerpo está empapado y que ni siquiera ese recóndito y escondido lugar de la entrenalga se ha salvado de la inundación! Calarse en verano es, como diría el difunto Joaquín Luqui, total, alucinante, lo más.

Tampoco voy a decir aquí que este tipo de reuniones campestres sean siempre una maravilla (a veces son un tostón), pero sí tengo que decir que en este caso la cosa ha salido muy bien a pesar de alguna rebelión protagonizada por mí para regresar por el camino conocido en lugar de aventurarnos descubriendo nuevas sendas (aún tengo algún poso de mi talante crispador de antes). Finalmente mi cabezonería rebelde fue vencida por mi nuevo talante dialogante y conciliador (desde que salí de la “caverna” y me convertí al progresismo, soy otro) y, sobre todo, porque no es recomendable quedarse solo en medio del monte (nunca se sabe qué peligros le acechan a uno).

Y tras estas divagaciones que no tienen interés alguno para quienes no han vivido este bello fin de semana campestre, corto el rollo y os insto a hablar de lo que os plazca para que esto se anime y se crispe un poco, que parece que en vacaciones andamos todos un tanto perezosos para el debate (sobre todo yo).

jueves, 10 de julio de 2008

Aído y el velo

Para salir un poco de la pereza intelectual en la que ando sumido desde que comenzaron mis vacaciones el lunes pasado, he decidido atender una exigencia de nuestro colaborador Brave, y me dispongo a escribir alguna que otra consideración acerca de lo que la Ministra de Igualdad ha dicho sobre el uso del velo islámico (más bien de lo que dicen que ha dicho, porque yo no he podido oír su discurso). Parece que el señor Valenzuela (Javier, para más señas), ha puesto a nuestra joven Ministra a caer de un burro dedicándole una larga ristra de improperios. Tal vez doña Bibiana sea tonta o incluso muy tonta. Eso para mí, que sé que todo el mundo es tonto (incluidos los lectores de este blog y yo mismo, por supuesto), no es nada que me llame la atención. De todos modos, al señor Valenzuela le diría que, a pesar de no saber nada de él, salvo que escribió un libro sobre ZP, él también es tonto. ¡Parece mentira que aún haya gente que no sepa que la necedad es el atributo que iguala a todos los seres humanos!

Según leo en El Correo Digital, Aído dijo que las prácticas culturales que vulneran los derechos humanos o que discriminen a las mujeres no tienen por qué ser protegidas. Yo estoy de acuerdo con semejante afirmación. Creo que también dijo que la ley debería impedir el uso del velo islámico, cosa que ya es más complicada de concretar. Es una faena que algunas mujeres lleven el velo, o lo que sea, porque sus maridos les imponen tal cosa. La ley española ampara a esas mujeres (y a todo el mundo) para que hagan lo que les venga en gana en ese aspecto y no tienen por qué someterse al imperio de sus necios maridos. En España nadie tiene por qué vestir de un modo que no sea el que uno mismo decida y si alguien le obliga a ponerse prendas que no le molan, supongo que tiene derecho a demandar a quién le imponga tal cosa. Querellas más tontas habrá interpuesto Anita Obregón o Belén Esteban y han sido atendidas, así que no veo por qué razón no pudieran llegar a buen puerto las justas demandas de las mujeres musulmanas que no quieren llevar velo y son obligadas a ello por sus devotos maridos (devotos al Profeta, no a sus esposas).

En fin, que no sé si hace falta una ley específica que prohíba ponerse pañoletas en la cabeza. Sería muy complejo definir cuál es el tipo de tocado prohibido ¿Afectaría esa ley a los vejetes que se ponen un pañuelo con cuatro nudos para evitar una insolación mientras pasean por el parque? ¿Quedarían proscritas también las pañoletas de los raperos? ¿Serían consideradas delictivas las bolsas de Ahorramás que nos ponemos en la cabeza cuando nos sorprende un chaparrón?

Puestos a defender derechos de la gente, a ver si Bibiana se anima a defender el derecho a estudiar en la lengua materna en cualquier comunidad autónoma española ¿O eso tiene menos importancia que el uso del velo islámico?

¡VIVA BIBIANA AÍDO!
¡VIVA JAVIER VALENZUELA!
¡VIVA LA NECEDAD!