sábado, 13 de septiembre de 2014

Se acaba el verano, pero no las tontunas

 

El verano va terminando y es hora de escribir algo para desentumecer mis dedos tecleando un rato. Yo no he hecho nada reseñable ni de interés, pero nos han contado que en el mundo han pasado cosas que, según parece, son importantes.
Hace unos días murió Emilio Botín, pero su sucesión se tramitó en un ratillo, así que ese tema podemos dejarlo estar porque no ha generado problemas. Eso sí, parece que lo del sistema dinástico no es algo privativo de las monarquías. De hecho ocurre en muchas partes. La frutería de abajo la regenta ahora el bisnieto del que la fundó. El bisabuelo se la legó a su hijo, éste al suyo y, finalmente, llegó al actual propietario.
¿Os lo habéis creído? Pues es mentira porque Valdebernardo no lleva tantos años existiendo, pero como lo he afirmado con rotundidad, la mayoría de vosotros no sabe nada de este bonito barrio y, además, yo os parezco digno de confianza (salvo a algún lector que, con bastante razón, me llamó parásito), os he engañado con gran facilidad.
Hablando de mentiras, de modo misteriosome ha venido a la cabeza la celebración de la Diada Catalana. ¿Qué tendrá que ver eso con las mentiras? -diréis algunos- pues yo diría que mucho, porque en cuestiones históricas es extremadamente fácil falsear las cosas. Hay documentación que avala unas cosas y documentos que demuestran las contrarias, y cada cual se aferra a aquello que le da la razón.
¡Nuevamente os he engañado! No tengo ni idea de historia y, mucho menos, de si existen documentos que dicen una cosa y documentos que cuentan la contraria, pero lo mejor es que en casi cualquier movimiento masivo basado en legitimidades históricas, la mayoría de los seguidores no tienen ni idea de cuál es la verdad sobre lo que se defiende. Se limitan a ser fans de sus carismáticos líderes y les parece bien cualquier cosa que digan, por muy absurda que sea. Da igual que hoy digan blanco y mañana negro, el apoyo se lo darán igual (o se lo daremos, que yo tampoco me escapo de esta actitud tan tontorrona).
Yo, como todos sabéis, soy fan de Belén Esteban, así que, cualquier cosa que ella diga, la defenderé hasta las últimas consecuencias. Lo mismo pasa con los fans de los líderes independentistas o de muchos otros. Les han contado que ahora está todo fatal por culpa del latrocinio del malvado estado español (no lo pongo en mayúscula para no ofender) y se lo han creído. Hay que reconocer que algo de latrocinio (tal vez demasiado) sí que ha habido, y sigue habiendo, por parte de ese estado maligno y opresor, pero me temo que tampoco se han quedado mancos en el "estadito" que algunos quieren crear como medio de llevar la felicidad a sus habitantes.
Hablan a todas horas de eso que se llama "identidad catalana", pero lo cierto es que, en caso de celebrarse la dichosa consulta, votarían los empadronados en Cataluña que, hasta donde yo sé, no tienen por qué ser catalanes. Pero muchos catalanes que no residen allí no podrán decir ni mu.  No sé si buscar un "piso patera" y empadronarme allí junto con doscientas personas más de fuera de Cataluña para poder votar en la famosa consulta. Lo malo es que creo que la mayoría de los que hiciesen eso, votarían sí a la independencia para que dejen de dar el tostón, cosa que no me gustaría porque haríamos un flaco favor a los muchos catalanes que quieren vivir tranquilos y con sus dirigentes dedicados a resolver problemas de verdad en lugar de a crear otros que no tienen sentido.
He llegado a ver algún debate, más bien intercambios orales de tontunas, en los que una gallega afincada en Barcelona defendía la independencia de Cataluña y un catalán de pura cepa reclamaba seguir siendo español. También vi uno de estos días alguna foto de una mujer ataviada con el sayal musulmán llevando de la mano a un niño con la bandera independentista. A la vista de esta pluralidad social me gustaría saber en qué consiste la identidad catalana.
No defenderé yo uniformidades culturales. Me encanta debatir con gente que piensa y hace cosas diferentes a mí. Incluso yo mismo, a veces, pienso cosas diferentes según pasan los días.
Me parece una tontería (perdón si alguien se ofende) buscar elementos de discordia para crear fronteras donde no las hay, pero me parece aún más tonto querer poner una frontera en España y seguir integrados en Europa. En fin, una contradicción de esas que confirman que los independentistas son tan humanos y tontos como lo somos el resto de los mortales.
Comprendo que un grupo de personas quiera dejar de pertenecer a un estado como ese que, desgraciadamente, se ha hecho famoso este verano: el estado islámico de Siria e Irak (aquí paso de poner mayúsculas por razones obvias), pero no veo la utilidad de dejar de estar unidos a España o, en el caso de Escocia, al Reino Unido. Bueno, tal vez sí haya alguien a quien le sea de utilidad: a los fabricantes de artículos comerciales de esas tontadas. He visto camisetas, zapatillas, relojes, calzoncillos, pantalones, etc., decorados con la bandera independentista catalana.
Lo que más me sorprende es que la gente compre esas cosas. Supongo que lo están pasando francamente mal por tener que arrastrar el yugo español sobre sus cervices, así que es admirable que, lo poco que no les roba España, lo usen para comprar esos artículos que, a falta de otra cosa más profunda, sean una muestra externa de su identidad, por eso visten con orgullo una camiseta y unos calzoncillos abanderados (no "Abanderado", que esos los llevo yo).
Si el problema es que se gestiona mal la riqueza de España, habrá que hacer algo (no sé qué) para gestionarla bien y sin saqueos, pero no veo que las secesiones solucionen nada. ¿Hasta qué nivel sería legítimo el "derecho a decidir"? ¿Hasta la comunidad de vecinos? ¿Hasta que cada persona fuese independiente de las demás? ¡Hay demasiadas cosas que no aclaran estos grandes intelectuales!
Se nos llena la boca de palabras bellas como solidaridad, redistribución de riqueza, progreso... Pero al final, somos todos una panda de egoístas que sólo miramos nuestro ombligo (el mío tiene pelotillas de algodón).