sábado, 27 de noviembre de 2010

Reunión de pastores...

Cada vez me prodigo menos por estos lares (perdonad la pedantería), pero aquí estoy nuevamente dispuesto a romper el silencio.

Han pasado más de dos meses desde mi última intervención, y lo único que ha ocurrido es que la crisis se ha agudizado (no sé si sigue habiendo calentamiento global o si hay alguna otra pandemia con la que entretenernos este año). Yo sigo sin notarla en mis carnes, pero cada vez hay más gente cercana que sí la está catando. Menos mal que ahora mismo está ZP reunido con un montón de grandes empresarios y, entre todos, van a resolver los problemas que nos acucian. Seguro que ahora estamos todos y todas más tranquilos y tranquilas.

¡Vaya camelo que es esto de la economía! (y tantas otras cosas). Yo, como todos sabéis, soy un ignorante senior (llevo siéndolo más de cuatro décadas), pero me doy cuenta de que si uno gasta más de lo que se ingresa, es porque alguien le ha dado un crédito y se supone que el crédito, como su nombre indica, se da porque se cree en la capacidad del deudor para devolver la deuda. Lo malo es que la gente y las entidades no hacen otra cosa que pedir un crédito para pagar otro así que ¿qué credibilidad pueden tener? ¿De dónde se puede sacar esa confianza de la que tanto se habla y que parece tan importante para convencer a los inversores de dejar su dinero en un sitio y no en otro? Yo no me fiaría ni un pelo de alguien que, teniendo deudas conmigo, me pide más dinero. Y me fiaría menos aún si, estando en esa situación deudora, viese como despilfarra ese dinero que realmente no es suyo (aunque me haya dicho que me lo devolverá).

Los lumbreras que andan hablando por aquí y por allá (como lo hago yo ahora mismo, que soy casi igual de lerdo), también hablan de la necesidad de mejorar la productividad. Eso es algo que queda muy bien cuando se dice, pero llevarlo a la práctica es complicado en múltiples empresas en las que se ha hecho un montaje tan absurdo que, no es que sea imposible ser productivo, es que sobra más de la mitad de la gente porque se han ideado infinidad de tareas superfluas o, peor aún, que sólo sirven para que lo que se podría sacar adelante en un día, se retrase semanas o meses porque hace falta que veinte o treinta burócratas envíen sus mensajes de aquí para allá y den su visto bueno a cosas que no entienden ni tienen interés alguno en entender.

Muchos de los que hablan de la necesidad de incrementar la productividad en sus empresas, deberían comenzar por dimitir (renunciando a cobrar su millonaria indemnización, claro) porque, con gran seguridad, sus puestos son de los que más contribuyen a la reducción de esa productividad que reclaman.

Yo, como muchas personas, creo que el exceso de gasto se podría atajar con sencillez dejando de hacer cosas inútiles y caras en las empresas (públicas y privadas), en los partidos políticos, en las instituciones (políticas, benéficas, culturales e incluso en la Fundación para la Ley y el Orden de Michael Knight). Pero, cuando pienso un poco más, me doy cuenta que si se dejasen de hacer esas cosas tan caras e inútiles, se quedarían sin trabajo un montón de personas (probablemente yo sería uno de ellos), con lo que la supuesta solución desembocaría en la agudización de otro grave problema: el paro.

Pero, si sigo pensando, me doy cuenta de que cuando uno va por un camino que le lleva directamente al precipicio, por mucho trecho que lleve avanzado, la mejor solución es dar la vuelta. Seguir adelante es un suicidio. Volver atrás, cuando se está cansado por la dureza del camino recorrido, es probable que haga a muchos desfallecer y rendirse, pero alguien habrá que consiga encontrar la ruta adecuada para no despeñarse. Mejor será que se salven unos cuantos a que se vayan a pique todos ¿o no?

Nuestros gobernantes (me refiero a los de gran parte del mundo), a lo largo de unos cuantos años han estado llevándonos por un bello camino (por lo menos para algunos) de enriquecimiento más o menos fácil, de comodidades maravillosas, de avances estupendos y, sobre todo, de exceso de confianza en que las cosas sólo podían mejorar. Ahora estamos viendo que ese camino tan bonito nos lleva a una meta desastrosa porque todo estaba basado en un camelo: aumentar la riqueza a base de aumentar las deudas del enriquecido.

Algunos han comenzado a echar el freno, pero seguimos caminando hacia la misma meta (el precipicio), aunque sea más lentamente. No tengo ni idea de qué rumbo habrá que tomar, pero hay que pegar un frenazo y hacer un trompo para ir hacia otro lado, si no, como siempre digo, acabaremos viviendo en un mundo al estilo Mad Max (a lo mejor es divertido). Lo que espero es que los "pastores" que nos guíen de ahora en adelante no sean la panda de lerdos (bienintencionados en muchas ocasiones) que nos han guiado hasta donde estamos.

sábado, 25 de septiembre de 2010

La huelga (de las narices)

Llevamos ya varios meses con el rollo de la huelga general. Supongo que se avisó con tanto tiempo porque los convocantes tenían sospechas de que no sería secundada con docilidad por tanta gente como a ellos les gustaría, así que, cuanto más tiempo tuviesen para dar el tostón, ellos y los medios de comunicación, más calaría la cosa y mejor podrían ir sembrando la duda sobre la posibilidad de ir a trabajar el día 29 de septiembre en caso de querer hacerlo.

Particularmente detesto cualquier acto de tipo masivo y generalizado porque, con gran probabilidad, dañará a algún inocente. Si hay una manifestación, está claro que, cuanto más masiva, mejor para el convocante en términos de capacidad de convocatoria y renombre adquirido, pero peor para los vecinos de la zona que quedan atrapados en su casa o sin poder llegar a ella a causa del sacrosanto derecho de la gente a manifestarse.

Si hay huelga general, supuestamente en contra de las medidas gubernamentales, se hace una faena a montones de pequeños empresarios que no tienen ninguna culpa (la mayoría no creo que la tengan) de las leyes que dicta el poder ejecutivo. También se fastidia a grandes empresarios, pero a esos niveles no creo que el daño sea excesivo (soy un ignorante, así que es probable que esté equivocado). Otros inocentes damnificados serán los que, queriendo ir a trabajar, no puedan hacerlo porque no puedan dejar a los niños en el cole o porque no haya modo de llegar a su lugar de trabajo. En consecuencia perderán el sueldo de un día y, para más inri, serán contabilizados como huelguistas convencidos por los jetas de los convocantes.

En fin, que veo demasiados inocentes castigados y no tengo claro que ese paro generalizado vaya a surtir algún efecto.

Congelar pensiones, alargar la vida laboral, abaratar el despido y todas esas medidas (no sé cuáles más hay) del nuevo decreto de ZP, son cosas no gratas para quienes estamos afectados por ellas. No tengo claro si servirán para que se cree empleo, pero sí servirán para ahorrar dinero. No me parece bien es que se ahorre dinero por ese lado y se siga despilfarrando en montones de gilipolleces como viajecitos a Nueva York a decir memeces, campañas electorales para ver si Trini o Tomás serán candidatos a presidir la comunidad de Madrid o muchas otras estupideces carísimas que se hacen porque, según dicen, su coste es mínimo comparado con lo que se necesita para acabar con el déficit. Pues será mínimo, pero muchos mínimos sumados constituyen una suma considerable y, sobre todo, sirven para dar ejemplo de austeridad.

En cualquier caso, aunque ZP y su troupe me parezan una panda de impresentables, no me da la gana hacer huelga, así que iré a trabajar (tengo suerte de poder ir en coche) y si me encuentro a algún piquete “informativo”, a lo mejor tenemos que “informarnos” mutuamente con mucho “cariño”.

Ayer hablaba con una amiga sobre esto de la huelga y me decía que ella la haría si viese que fuese a tener más seguimiento. Se quejaba de que la gente no se moviliza, que no nos unimos para evitar que nos quiten derechos. Me parece una forma de pensar tan respetable como otra cualquiera, pero no acabo de entender eso de que “la gente no se moviliza”. Parece que estamos esperando a que alguien (siempre otro que no seamos nosotros mismos) nos organice para salir en masa a la calle, para hacer huelga o para ir a hacer botellón (cualquier cosa masiva me vale). “La gente” o “la sociedad” siempre son las culpables de todo. Que si no se movilizan, que si no son solidarios, que si van a su bola… ¡Porras! El que quiera peces, que se moje el culo. ¿Queremos que “la gente” se movilice? ¡Pues convoquemos a la gente! ¿Queremos que la gente sea solidaria? ¡Pues convenzámosles de lo bonito que es serlo!

Ya sé que eso es fácil de decir y difícil de hacer, pero igual que es difícil para nosotros, lo es para otros, así que no pidamos que otros hagan lo que nosotros no somos capaces de hacer.

Tal vez la demanda es para que sean nuestros “representantes” políticos y laborales (se supone que estos últimos son los sindicalistas) hagan esas cosas. Es probable que así sea pero, entonces, si nos convocan y mayoritariamente no les hacemos caso, será que no nos convencen sus argumentos o, sencillamente, que estamos muy bien como estamos. Que me dejen de solidaridades baratas y de actos de protesta que me perjudican a mí más que a aquel contra el que protesto. Quiero hacer lo que me dé la gana (sin molestar) y que me dejen tranquilo ¿tan malo es eso? Paso de alinearme con nadie, estoy harto de bandos y de grupos que sólo buscan ser multitudinarios para, a falta de argumentos, poner sobre la mesa mayorías. Desgraciadamente parece que convence más una muchedumbre vociferante (o educada, que de todo hay), que unos argumentos adecuadamente hilvanados.

Dentro de la masa, arropados por el grupo, las personas más necias se crecen y son capaces de cometer las más grandes injusticias. Sin renegar de los grupos a los que pertenezco (mi familia, mis amigos, los calvos, los corredores, los pedorros, los blogueros) pregono a los cuatro vientos mi derecho a discrepar y a no secundar lo que no me dé la gana.

Y ahora que cada cual haga lo que le plazca.

P.D.- Tengo que decir que, en el fondo, me apetece que llegue el día de la huelga. Será divertido ver qué pasa. Incluso me gustaría encontrarme con algún piquete para dialogar con él y convencerle de ir a trabajar (tal vez yo acabe huyendo, que para eso me entreno a diario con la carrera pedestre).

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Malos humos en el coche

Ya tenemos una nueva polémica a costa del tabaco. No diré que me parezca bien que las administraciones públicas se metan en la vida particular de la gente, pero en esto del tabaco hay gente que no se da cuenta de que su pasión privada (fumar) puede influir negativamente en la pasión privada de otros que tienen cerca (respirar).

Ya he dicho más de una vez que estoy agradecidísimo a la “injerencia” estatal en las vidas de tantos y tantos fumadores, todos educadísimos, que fumaban sin pudor en sus puestos de trabajo por la sencilla razón de que no había norma alguna que se lo impidiera (la educación la dejaban atrás después de decir “buenos días” cada mañana). Yo, como tantos otros, tenía que aguantar día a día que algunas personas encendiesen sus cigarros para poder trabajar relajadamente mientras los que había a su alrededor tenían que aguantarse sin rechistar (o rechistando ¡para lo que valía!).

Hoy en día puedo acudir al trabajo sabiendo que mi ropa no apestará al llegar a casa (salvo que me dé por sudar como un gorrino). Aún tengo problemas para encontrar un bar en el que esté prohibido fumar, pero puedo pasarme sin ir a esos lugares, así que no me quejaré. Sí diré, no obstante, que los que trabajan en bares, restaurantes y disco-pubs, parecen no tiner el mismo derecho que tengo yo a un ambiente laboral libre de humos. ¡Todo sea por respetar el derecho a echar humo que tienen esos pobres seres a los que se prohíbe echarlo durante sus horas lectivas!

Ahora van a prohibir en el País Vasco que se fume en los coches en los que haya menores. Ya hay gente escandalizada porque los gobiernos no hacen otra cosa que imponer normas sobre cómo debemos vivir. ¡Vaya sorpresa! ¿Para qué sirven los gobiernos si no? ¿Hacen algo que no sea dictar normas que afectan a nuestras vidas?

Seguramente haya gente que diga que los fumadores son suficientemente sensatos como para no fumar dentro del coche con sus hijos. Conozco a gente que, efectivamente, jamás haría eso, pero también conozco a otros que lo hacen sin pudor. El que no lo hace no tiene que temer la nueva norma, y el que lo hace es probable que siga haciéndolo a pesar de la norma, pero si se consigue que algún bobo deje de maltratar la salud de sus hijos por miedo a la multa, me parece buena cosa.

No sé si está penado gritar a un niño en público o darle una bofetada (probablemente sí). Tal vez esa prohibición no le parezca mal a nadie, pero cuando se ve a ciertos padres que acarrean a su prole a bares inundados de humo y que viajan en sus coches con la atmósfera cargada de putrefacción tabaquil, parece que nadie se escandaliza (yo sí).

Como siempre pasa, cada uno vemos mal lo que nos molesta y bien lo que nos satisface. Nos cuesta mucho aceptar que ciertas cosas que nos gustan puedan molestar o ser perjudiciales para otros. Por eso, desgraciadamente, a veces necesitamos que los gobernantes (que en muchas ocasiones son unos golfos y unos cretinos) dicten normas para salvaguardar los derechos de unos de ser pisoteados por otros (muchas veces sin malicia y sin darse cuenta, eso sí).

Está claro que hay muchas normas que entran en contradicción con otras: ¿para qué prohibir fumar si se sigue vendiendo tabaco?, ¿para qué vender coches de alta cilindrada si no se puede correr?, ¿para qué se recortan los sueldos de los funcionarios si luego se gasta dinero en chorradas inútiles?, etc.

Pero esas contradicciones no evitan que algunas de las cosas que se hacen tengan algo de sentido y realmente defiendan a quien debe ser defendido o, más bien, lo intenten, porque nadie está a salvo de nada por el hecho de que exista una ley que “garantice” sus derechos. Para eso están, o estamos, los delincuentes que nos encargamos de contravenir las normas cuando nos place.

martes, 31 de agosto de 2010

Meteduras de pata


Como habréis comprobado los pocos que pasáis por aquí de vez en cuando, mi capacidad creativa en el ámbito literario está de capa caída. Pero eso no quiere decir que haya renegado de mi afición escritora, sino que he sucumbido a la tentación de la pereza. Procuraré enmendarme, pero no creo que lo consiga. Entretanto seguiré sorprendiéndoos de vez en cuando con alguna inopinada aparición por estos lares.

Vamos al grano. El tema de hoy, las meteduras de pata, viene a cuento de una simpática anécdota que me ha contado mi amiga Jenny (¡qué de cosas le ocurren a la Jenny!).

Estaba nuestra protagonista reunida con varios amigos jugando a “tabú”, ese juego que consiste en que uno (o varios) tiene que describir a otro (u otros) un concepto, cosa, acción, o lo que sea, pero sin utilizar ciertas palabras (incluida la que es objeto de definición).

Jenny estaba emocionada porque era su turno de adivinar lo que intentasen explicar un par de simpáticos personajes a los que acababa de conocer (hombre y mujer). Ambos revisaron la tarjetita en la que aparecía la palabra que tenían que intentar que Jenny adivinase. La leyeron, se miraron el uno a la otra y la otra al uno, pusieron cara de póker y, como única explicación se les ocurrió decir: “Es lo que somos nosotros dos”.

La emocionada sonrisa de Jenny se tornó sombría, y su brillante mirada se nubló.

-¡Vaya mierda de pista! –pensó Jenny-
-Aparte de gordos, no sé qué pueden ser estos dos” –caviló ella al constatar la evidencia de su sobrepeso-
-Pero no puedo decir eso, a lo mejor les molesta.
-Vamos a ver ¿qué otra cosa pueden ser estos dos gordos? Calvos no, porque eso lo es él nada más. Elegantes tampoco, porque él ha venido con un chándal de los Escolapios y ella con unas mallas que no consiguen atrapar sus lorzas abdominales. ¿Guapos? ¡No! Ni de coña. ¿Feos? Un poco, pero es más duro decir “feos” que “gordos”.
-Es que sólo les veo unidos por la gordura. Tiene que ser eso.
-Pues nada, esa debe ser la palabra que se oculta tras su escueta pista, pero debo decirlo del modo más educado posible.
-A ver cómo lo digo. ¿Obesos? No, que eso implica demasiada gordura. ¿Gorditos? Tampoco, que queda demasiado ridículo.

¡Ya lo tengo!

Jenny, tras esa larga meditación interna, se decidió y espetó: ¡Gruesos!

Los dos amigos se quedaron patidifusos. La chica se quedó callada y un tanto azorada, y el chico dijo: ¡Te has pasado Jenny!

La palabra que intentaron explicar, con nulo éxito, era “solteros”. ¡Ambos eran solteros! ¡Cómo pudo Jenny no caer en ello!

¡Vaya cagada! Jenny no sabía dónde meterse ¡qué vergüenza pasó la pobre! Ni siquiera las risas del resto de los congregados alrededor de aquel tablero de juego sirvieron para aplacar el rubor que se concentraba en sus mejillas y las ganas de ser tragada por la tierra.

Jenny nunca ha vuelto a ver a esos dos amigos. ¿Le guardarán rencor por aquello? ¡Quién sabe! De todos modos, para contrarrestar el mal trago que pasó nuestra amiga, desde aquí quiero hacerle llegar todo mi apoyo y, si me lo permitís, el de esta inmensa familia de Libertad Diodenal.

Ahora, si aún hay alguien por ahí, os ruego que os animéis a contar alguna metedura de pata simpática de la que hayáis sido protagonistas o, mejor aún, víctimas.

martes, 27 de julio de 2010

Se acaban las vacaciones

Se van terminando mis vacaciones y no he hecho ni caso al blog. Si os digo que no he tenido tiempo de hacerlo no os lo creeréis, así que mejor no os lo digo. El caso es que, a pesar de no haber abandonado mi hogar (cada noche he dormido en mi camita) las vacaciones han resultado gratas: he pedaleado, corrido y nadado con prodigalidad; he paseado algún día por el monte y he tenido tiempo de volver a ver a alguna que otra persona de esas a las que veo de higos a brevas. También he visto esa gran serie televisiva llamada “The Pacific” y la cuarta temprada de “Heroes”. ¡Incluso me ha dado tiempo a leer una bellísima novela (“Juntos, nada más” de Anna Gavalda). ¿Qué más se puede pedir para unas vacaciones? ¡Y todo sin abandonar mi residencia habitual!

Aprovecharé que he cogido carrerilla para contar una cosa sin interés (como es habitual). El domingo pasado fui a pedalear al monte con un grupo de ciclistas (éramos doce y sólo conocía a dos de ellos) y yo era el único que no llevaba casco. Unos cuantos de los asistentes se preocuparon por mí y me instaron a llevarlo para evitar quedarme tieso, o tonto (aún no saben que esto último ya no lo puedo evitar) en una caída. Yo les dije que me parece excelente que quien quiera use el casco, rodilleras, traje de motorista y airbag (también los hay para motoristas, así que se podrán usar en una bicicleta), pero que, de momento, yo no veía la necesidad de usarlo. Sí, soy un inconsciente, tanto como lo éramos todos hace diez años.

Ahora veo a gente que sale a dar una vuelta por su jardín que se pone el casco. También hay quien saca a los niños de cuatro años con su “correpasillos” y les pone casco (un tanto volandero). Me parece bien que la gente sea tan cuidadosa con estas cosas. Yo creo que exageran un poco, pero no pasa nada por exagerar, no hacen mal a nadie y pueden ahorrarse algún susto.

Lo que no entiendo es que algunos, como los que estaban preocupados por mi integridad física, tras el periplo se tomaran un par de jarras de medio litro de cerveza (con alcohol) y, acto seguido, cogieran el coche para regresar a sus hogares. Cierto es que no les ocurrió nada. No sé si con un litro de cerveza en el cuerpo el nivel de alcoholemia es suficientemente elevado como para no deber conducir (creo que sí), pero me llama la atención el extraño criterio que tenemos sobre lo que es peligroso y lo que no lo es.

Yo, por no llevar el casco, me pongo en peligro a mí, pero a nadie más. El que bebe más de la cuenta y se pone a conducir, pone en peligro a otros (además de a sí mismo). Creo que, a pesar de que soy un necio inconsciente, mi actitud es menos estulta que la de los que usan el casco incluso para cagar y luego conducen tras haber ingerido un litro de cerveza.

También tengo que añadir que yo, en las bajadas por caminos o carreteras de monte, donde nunca sabes cuándo puede aparecer un bache, desciendo con cuidadito para evitar pegarme un trompazo. Nuestros prudentes amigos del casco se dejaban caer a velocidades que superaron los 70 Km/h. No pasó nada, pero me temo que un casco no les hubiese salvado de quedarse hechos una mierda, o de viajar a la quinta dimensión, en caso de pillar un socavón o, peor aún, encontrarse de frente con algún otro grupo de esforzados ciclistas subiendo por la cuesta que bajaban como alma que lleva el diablo.

Bueno, ya me he justificado para seguir sin llevar casco en los lugares en los que la ley no lo exige. Ahora aprovecharé para hacer publicidad de un dispositivo que vende uno de mis hermanos. Es un cigarrillo electrónico que sirve para fumar sin hacerse daño y, lo que es más importante, sin molestar a los demás. Son unos cigarros de plastiquete con un dispositivo eléctrónico que se carga mediante un conector USB. Aportan nicotina al que la quiera o, sencillamente, permiten inhalar un vapor aromático que no es perjudicial y que sirve para perfumar el ambiente y la bocaza.

No cuento nada más porque seguro que digo alguna cosa que no es cierta. Es mejor que echéis un vistazo a la web y que recomendéis este maravilloso producto a todo aquel que esté cerca de vosotros echando humo sin parar.

jueves, 8 de julio de 2010

El regreso de Camilo

Acabo de enterarme de que el gran, que digo “gran”, ¡grandísimo!, Camilo Blanes, más conocido como Camilo Sesto, dará en octubre un par de conciertos en directo para dejar definitivamente el mundo del espectáculo.

Con todo lo bien que me cae Camilo, creo que esto de que quiere despedirse de sus seguidores con estos dos últimos conciertos, es una bobada sensiblera que utiliza para evitar decir que necesita dinero. A mí me parece excelente que cante cuando quiera o cuando necesite dinero, pero no sé por qué los seres humanos nos empeñamos en disfrazar cosas totalmente dignas, como ganar dinero, como si fuesen actividades delictivas.

En fin, sea cual sea el fundamento real del regreso fugaz de Camilo Sesto a los escenarios, yo estaré encantado de escuchar lo que nos cante. Sólo espero que siga teniendo ese prodigioso chorro de voz con el que nos deleitó durante sus largos años de carrera musical. También me “moló mazo” aquel disco del 2002 con el que reapareció de modo sorpresivo e impetuoso. Me causó gran hilaridad verle con una gorra de quinceañero cantando el pegadizo tema que he puesto como cabecera.

Aprovecho que me ha dado por escribir algo para decir que estoy encantado con que la selección española de fútbol esté ya en la final del campeonato del mundo. El balompié me interesa mucho menos que “l’estatut” (que ya es decir), pero me encanta ver a tanta gente contenta por una cosa tan tonta como esta (la necedad aumenta como la entropía, y eso me agrada). Lo que no me gusta son los excesos que algunos memos comenten en sus celebraciones, pero supongo que son minoría, así que habrá que afear su conducta a quienes se pasen un pelo (darles una paliza sería lo mejor) y dejar que los demás seamos felices.

Además de la infinidad de gente contenta que hay por esto del fútbol, también algunos políticos que, por eso de ser consecuentes con sus ideales separatistas, cuando se les pregunta (con malicia, claro) si les gustaría que ganase la selección española en la final, comienzan a dar vueltas para no contestar que sí. Es probable que prefieran que no gane España, cosa totalmente lícita, o que les importe un pito algo tan tonto, en cuyo caso ¿por qué no dicen lo que piensan o, más fácil, ignoran esa pregunta en lugar de decir memeces?

Parecía que el fútbol iba a unirnos a todos y todas los españoles y españolas, pero no es así. Espero que lo que no ha conseguido el fútbol lo consiga Camilo Sesto.

domingo, 20 de junio de 2010

El post de Junio

Se acaba Junio, termina la primavera, se aprueba la reforma laboral, el calor no llega… Y yo sigo sin escribir nada en Libertad Diodenal. ¡Esto es intolerable! Es una falta de respeto a mis innumerables lectores, entre los que ahora, sin duda, se encuentra Yan Lun Chem, el chino que se hizo pasar por Kashuma y cuya verdadera identidad conocemos gracias a Agustín, el bilbaíno que facilitó a la policía su captura (de breve duración, eso sí).

Estoy harto de la crisis y el fútbol no me interesa lo más mínimo, así que me limitaré a contaros cualquier cosa carente de interés.

Esta mañana me he dado una vuelta en bicicleta y, como he llegado bastante cansado, en lugar de coger el Metro para ir a gorronear comida a casa de mis padres, he optado por acudir a Burger King (a estas alturas todos sabéis que es mi restaurante favorito). Mientras degustaba mi menú (Whopper, patatas y Cocacola), se ha sentado en una mesa cercana un caballero de buena altura y mejor peso. Llevaba una bandeja con un par de menús normales y otra con un menú infantil. Ha comenzado a comer sus patatas y su hamburguesa sin esperar a sus acompañantes (yo también lo hubiese hecho porque hoy estaba hambriento).

Al cabo de unos minutos han llegado una mujer bajita (le colgaban los pies al sentarse) y un niño que no llegaría a los tres años. Se han sentado sin dirigir la palabra al grandullón y sin que este dijera nada, ni con la boca ni con sus gestos. De hecho ha mantenido la mirada fija en algún punto del infinito o, cuando se disponía a dar un nuevo bocado, en su hamburguesa.

Yo he seguido con la degustación de mis viandas y, como estaba solo, he prestado atención a esa curiosa familia. En algún momento he pensado que, tal vez, el hombretón tuviese alguna enfermedad cuyos síntomas consisten en una total falta de expresividad ¡Quién sabe!

Mientras los veía pensaba que es preferible comer solo, como yo, que acompañado de alguien con quien no tienes nada de que hablar. Que no hablasen el hombre y la mujer, hasta puede ser normal (tras unos años de convivencia pueden estar ya cansados de contarse siempre las mismas cosas), pero lo más extraño era que el pequeñajo tampoco decía nada. Esta familia (o lo que fuera) guarda grandes secretos que me gustaría desvelar.

Mi comida se acabó y, como no tenía nada que leer para mantenerme en mi sitio sin que sospechasen que estaba cotilleando (se me nota demasiado cuando lo hago), me he marchado a casa.

Por el camino de regreso junto a un contenedor de basura en el que media hora antes no había nada, he visto la CPU de un ordenador. Era igualito que uno que tengo en casa para hacer experimentos. Me he detenido junto a él y, al ver que estaba aparentemente entero. Tenía tarjeta de vídeo, sintonizador de televisión, dos grabadoras de DVD, lector de tarjetas SD y, por el peso, seguro que tenía uno o varios discos duros dentro.

No lo he dudado un momento, lo he cogido y aquí lo tengo en proceso de instalación del Windows 7 (lo he comprado por Internet, ya sabéis que yo siempre respeto la legalidad). El PC está perfecto, no tiene nada roto. Tiene 2 GB de memoria, dos discos duros (de 70 y de 170 GB).

Hay demasiada gente que tira a la basura PC’s en perfecto estado porque tienen algún virus o, en otras ocasiones, porque alguien les ha convencido de que un ordenador de más de cuatro años ya no vale para nada ¡Cuánto charlatán hay por el mundo!

¡VIVA LA CRISIS! Todos a llorar mientras tiramos a la basura aparatos perfectamente útiles para gastarnos dinero en otros que no nos hacen falta.

Por hoy (y por este mes) ya ha sido bastante. A seguir bien.

sábado, 15 de mayo de 2010

Ahí va otra propuesta

Esto de la economía (la nacional e internacional, no la hogareña) no hay quien lo entienda. Cada “experto” suelta su rollo acerca de lo que debería haberse hecho y de lo que podría hacerse ahora para resolver el problemón en el que estamos metidos, pero como hay teorías para todos los gustos, al final, nadie sabe realmente lo que se puede hacer para salir del atolladero.

Unos dicen que hay que ahorrar, otros que hay que consumir. Hay quien dice que tenemos que ser más productivos, quien opina que hay que subir los impuestos y quien piensa que hay que bajarlos. Todos están igualmente convencidos de que lo que dicen es lo correcto, a pesar de que unas cosas contradicen a otras.

¿A qué conclusión me lleva todo esto? A la de siempre: Somos una pandilla de ignorantes empeñados en hacer creer a los demás que somos muy listos.

Ahora se recortan los sueldos de los funcionarios y las pensiones, y parece que eso tranquiliza a “los mercados” ¿Pero qué es eso de los mercados? A mí me parece una especie de juego de azar disfrazado de cosa seria. No entiendo que una empresa que cotiza en bolsa pueda incrementar o disminuir su valor de un modo salvaje sólo por rumores o por errores de un “broker” al teclear una cifra en su ordenador. Me parecería más sensato que una compañía fuese más valiosa si vende mucho (su producto interesa a la gente) y perdiese valor cuando lo que vende dejase de interesar. Pero esas cosas no ocurren de la noche a la mañana (no habitualmente), con lo que no podría haber esos vaivenes bursátiles tan exagerados.

Vivimos en un sistema fundamentado en camelos pero, eso sí, con un montón de gente empeñada en convencernos de que todo es robusto, serio y totalmente fiable.

Cuando toda esa robustez se tambalea, crean una nueva institución salvadora que acuda al rescate de las economías zozobrantes con miles de millones de euros (¿de dónde sacan ese dinero?) y “los mercados”, llenos de alegría por la nueva sensación de confianza, crecen a lo loco durante unos días. Pero esa confianza se desvanece rápidamente y todo vuelve a desplomarse.

Todo es tan etéreo... ¿Acaso en esos tres o cuatro días en que las bolsas suben a lo loco y bajan de nuevo a tumba abierta, la producción de las empresas cotizantes ha cambiado en algo?

Lo único que sé sobre la economía es que yo, para poder adquirir las cosas que necesito, tengo que hacer algo que otros también necesiten o, por lo menos, estén dispuestos a comprar. Es el fundamento del trueque que, al final, es en lo que se basa todo este complejo montaje monetario.

El caso es que, cuando veo lo que hacemos en nuestro entorno laboral (de modo general), compruebo como cada día se hacen más cosas que van en detrimento de la productividad y que sólo sirven para encarecer de modo totalmente absurdo los productos que se venden (en mi caso los servicios informáticos). Llevamos años haciendo que el precio de todo crezca sin sentido. Cada vez se implica a más personas en la realización de una tarea de lo más simplón. ¿Cómo se hace esto? Añadiendo burocracia a raudales. El mundo occidental está lleno de burócratas ignorantes que no saben hacer la o con un canuto y cuya única misión es conseguir que ciertos gráficos aparezcan cada día con la forma rectilínea o de campana de Gauss que tanto les gusta. El trabajo real y productivo tendrá que adaptarse para que sus informes no tengan borrones.

Y ahora quieren acabar con la crisis reduciendo sueldos de modo generalizado. Señores, miren a las esferas altas y medias de las empresas (públicas y privadas) y peguen ahí el tijeretazo. Se puede vivir muy bien, pero que muy bien, con sueldos menores de 3.000 euros al mes, que es lo menos que cobran casi todos esos memos cuya labor sólo contribuye a inflar artificialmente los precios y a generar ambientes laborales de lo más desagradable por estar fundamentados en la falsedad y en el absurdo. Den una patada en el culo a toda esa panda de memos y verán ustedes cómo esto comienza a funcionar un poco mejor.

Es posible que mi solución no se pueda llevar a cabo por decreto, y que, si se realizase, se verían menos coches de altísima gama por la calle, las mansiones de la Moraleja quedarían vacías, los aviones tendrían que reconvertir la Business Class en turista, los hoteles de cinco estrellas tendrían que cambiar la grifería de oro por otra de cobre, la casa Rolex sería comprada por la Casio… Pero, finalmente, no se viviría tan mal, o sí ¡Quién sabe!

lunes, 10 de mayo de 2010

Kashuma, te tenemos acorralado

Kashuma sigue actuando en España. La semana pasada timó, por lo menos, a un pamplonés y a un bilbaíno llamado Agustín. Este último ha decidido crear un blog dedicado a dar a conocer a nuestro intrépido timador. A ver si conseguimos acorralarlo y podemos quedar con él para saludarle (¡Hace tantos años que no lo veo!). En pocos días se cumplirán cuatro años de aquel día en que fui timado y conté la épica historia en mi blog. Por allí suele aparecer de vez en cuando el comentario de alguna nueva víctima del timo. Gracias a eso, sabemos que el japonés de la gorra lleva ya bastantes meses en la cornisa cantábrica (le habrá recomendado el médico el clima húmedo). Cada vez estamos más cerca de acabar con el chollo de nuestro músico de la coleta. No podemos tolerar que, con el paro que hay, Kashuma siga teniendo “trabajo”.

Hoy no me enrollo más porque esta entrada es sólo para publicitar el blog de Agustín. Mis rollos los dejo para otro momento.
Un saludo a Agustín. Cuentas con todo mi apoyo y, por supuesto, con el de los lectores de Libertad Diodenal (me encanta erigirme en representante de quienes no me han votado).


ACTUALIZACIÓN 13-05-2010

¡Kashuma ha sido atrapado!

Nuestro intrépido amigo Agustín, ayudado de un confidente que localizó al japonés de los dientes amarillos, pudo dar caza al músico timador y ponerlo en manos de la policía. Podéis leer la historia aquí.

¡VIVA LA ACCIÓN CIUDADANA!

domingo, 25 de abril de 2010

¿Es usted puta, o no es puta?

Hace unos días, en “La Noria”, ese gran programa de Tele5, entrevistaron a Pedro Ruiz que, por si no lo sabéis acaba de publicar un libro.

Los entrevistadores eran: Terelu Campos, Jimmy Jiménez y María Antonia Iglesias. Esta última, que, como sabréis, tiene más mala leche que un yogur caducado hace un año, comenzó su intervención recordando que Pedro Ruiz defraudó a Hacienda hace años. No dijo, por supuesto, que aquella demanda, o lo que fuese, fue archivada en su momento. Yo no sé si realmente hubo fraude o no lo hubo, pero el caso es que aquello se archivó, con lo que, tras tantos años, sacar eso a relucir, de la forma en que lo hizo nuestra musa de la crispación, creo que no es de recibo (aunque sí muy entretenido). Pedro Ruiz, con calma, le respondió, pero ella siguió en sus trece.

A pesar de que Ruiz dijo que su causa había sido archivada, le pidió que dijese claramente si había sido un defraudador o si no lo había sido. Mencionó que ella usa un latiguillo para solicitar a sus entrevistados que se decanten. Ella les dice: ¿Es puta o no es puta? Refiriéndose a que la respuesta a su pregunta tiene que ser sí o no.

Más tarde hizo referencia a la supuesta táctica del señor Ruiz de hacerse la víctima (tener en cuenta este detalle para cuando describa cómo terminó la señora Iglesias su entrevista) y de llevarse muy bien con las señoras de la derecha. Nuestra amiguita María Antonia aprendió muy bien en el cole la lección de derecha e izquierda y todo lo clasifica en alguna de esas dos categorías, no hay nada ajeno a esa taxonomía (me apetecía escribir una palabra pedante) para ella.

Como Pedro Ruiz dejó claro que, si tuviese un nuevo programa, no entrevistaría a ningún político (también dijo que no votaba), nuestra querida M.A. saltó con que esa era la actitud de los “falsos independientes de derechas, que son fascistas que añoran el franquismo”. Y se quedó tan pancha (también muy divertido).

En cierto momento, habiendo sido M.A. tan insistente con la suposición de que el humorista (poco gracioso, por cierto) se había beneficiado mucho gracias a “la derecha”, él le solicitó con insistencia que dijese qué partido le había “untado”. Ella se iba por peteneras y seguía diciendo sandeces. Pedro, cansado de sus divagaciones, para que contestase con claridad le soltó ese latiguillo que ella había mencionado antes: “María Antonia ¿pero es usted puta o no es puta?”.

Ella se quedó en silencio unos instantes (¡milagro!) y habló para decir que no pensaba quedarse allí, sentada frente a un hombre capaz de insultar a una mujer (tal vez no le parece mal insultar a un hombre). ¡Pero María Antonia! Si llevabas tú más de diez minutos insultándole a él! En fin, que la pobrecita M.A. decidió hacerse la víctima (lo mismo de lo que acusó a Pedro Ruiz al principio).

Esta mujer es insoportable, pero está claro que sirve para montar espectáculos. Por eso está en Tele5, aunque probablemente no le guste Gran Hermano por considerarlo telebasura. Esto no lo he contrastado, pero da igual ¡VIVA LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN! Podemos insultar sin pruebas a quien nos plazca.

El vídeo completo lo podéis ver aquí (con publicidad), porque en el resto de lugares en los que he buscado, sólo aparece un pequeño fragmento en el que, sin que M.A. quede muy bien parada, parece que Pedro Ruiz es una especie de degenerado que no respeta a las "dulces" ancianitas.

sábado, 10 de abril de 2010

Los peligros del correo electrónico

Ayer fui partícipe de una simpática historia que quiero compartir con vosotros para haceros perder el tiempo.

El marco en el que tuvo lugar la aventura fue el centro laboral al que acudo cada día para desarrollarme como persona humana y, sobre todo, como necio. Como ocurre en casi todos los entornos de oficina, el correo electrónico se usa con profusión para intercambiar información de todo tipo pero, mayoritariamente, confusa, mal redactada e inútil.

Sirva ese rollo como introducción para que vayáis poniéndoos nerviosos esperando ver a dónde llega todo esto.

Nuestro trabajo de informáticos consiste en hacer cosas que otros nos mandan, pero como cada vez hay más personas que mandan y más cosas que hacer, todo se lía mucho. Gente a la que no conocemos hace cosas que ignoramos en qué consisten. Nosotros hacemos otras cosas que los otros ignoran también. Y, para que todo adquiera sentido, alguna persona que tiene visión global (eso es lo que creen algunos) de lo que unos y otros hacemos, decide que las cosas se interconecten. El caso es que lo que, en principio es sencillo, acaba siendo un infierno porque los que hacemos esas conexiones, seguimos nadando en la ignorancia de aquello que conectamos.

Otras personas se dedican a probar esa cosa rara que ha aparecido como resultado de la conexión entre programas y, obviamente, aparecen errores. Esos errores acaban transmitiéndomelos a mí (podrían transmitírselos, por lo menos, a otras dos o tres personas, pero mi calva debe de ser más brillante y se ve desde más lejos). Yo reviso la cosa y, si veo que el problema radica en lo que yo he hecho, comunico mi metedura de pata, arreglo la cosa y todo queda solucionado. Si, por el contrario, detecto problemas en otros puntos, comunico de qué se trata y, con el problema identificado (tras varias horas de compleja y profesional investigación) transmito a la persona responsable el resultado de mis pesquisas para que se arregle el problema (a veces incluso agradecen mi labor, otras se limitan a arreglarlo y pasan de mí).

El caso es que ayer no supe resolver la incidencia que me comunicaron. Redacté un documento en el que explicaba por qué no podía ni sabía resolver aquello y se lo envié a la persona de la que dependo (mi jefa, para entendernos). Lo que decía en el correo no tiene mayor trascendencia, pero lo que se desencadenó a partir de ahí fue muy divertido.

Aquí van los correos (he cambiado los nombres para preservar la intimidad de los protagonistas).

Todo comienza con algo parecido a esto:

De: Meteorismo Galáctico
Enviado el: viernes, 09 de abril de 2010 8:55
Para: Belén Esteban
CC: Kiko Hernández; Carmen Lomana
Asunto: RE: Incidencia ESP:59941

Buenos días Belén:

No he conseguido reproducir la incidencia que me habéis enviado. Necesito más información para saber cómo llegar a los puntos en los que se dice que se produce ese error. Accediendo por donde yo sé hacerlo, no ocurre lo que se dice.

Belén quiere compartir con Kiko sus sentimientos de impotencia por la ineptitud de Meteorismo pero, al recolocar los destinatarios, se equivoca y me pone a mí en lugar de a Kiko.

De: Belén Esteban
Enviado el: viernes, 09 de abril de 2010 8:59

Para: Meteorismo Galáctico
Asunto: RV: Incidencia ESP:59941

Joder, el figura nunca resuelve nada
Un saludo,

Yo, al ver el correo, me quedé un tanto perplejo porque nunca había visto a Belén escribir un mensaje en ese tono. Compartí la misiva con mis dos compañeras, amigas y confidentes para ver qué opinaban ellas y, riéndose, me señalaron diciendo: ¡Eres el figura!

Pensé ir a hablar con Belén para aclarar el tema y, de paso, reírme un rato de la situación al verla azorada, pero llegó otro mensaje que me instaba a resolver otros problemas detectados en el mismo programa basuril, así que antepuse mi deber de profesional a mi deseo de reírme y pospuse la visita.

Pasado un rato, cuando ya había descubierto alguna cosilla que podía resolver del nuevo problema planteado, decidí escribir el mensaje siguiente:

De: Meteorismo Galáctico
Enviado el: viernes, 09 de abril de 2010 10:11
Para: Belén Esteban
Asunto: RE: Incidencia ESP:59941

Hola Belén:

(Leer con tono simpático).

Esto del correo tiene mucho peligro pero a la vez es la mar de divertido. Creo que el destinatario que has puesto en este mensaje no tenía que ser yo ¡Maldición! Pero reconozco que me divierte pensar que soy “el figura” que no resuelve nunca nada.

A ver si consigo limpiar mi honor resolviendo algo de la nueva incidencia que han enviado.

Un saludo.

Me encantaría haber visto la cara de Belén al leer mi correo, pero hay gozos que nos están vedados. El caso es que ella fue elegante y supo reconocer que había metido la pata. Mantuvo el tono simpático y esto es lo que me envió:

De: Belén Esteban
Enviado el: viernes, 09 de abril de 2010 10:16
Para: Meteorismo Galáctico
Asunto: RE: Incidencia ESP:59941

Efectivamente, leer en tono simpático.
Yo sí que soy una figura que no resuelve nada, y encima esto que lo llevaba Lydia Lozano que está de baja ahora y me lo han endosado a mí, ni p. idea… En fin, que me perdones y que me puedes llamar lo que quieras.


Me cuesta no ser el último en hablar durante un debate, así que seguí adelante:

De: Meteorismo Galáctico
Enviado el: viernes, 09 de abril de 2010 10:21

Para: Belén Esteban
Asunto: RE: Incidencia ESP:59941

No te preocupes ni un poco, Belén. No sabes lo divertidas que me parecen estas confusiones generadas por correos enviados a la persona equivocada (yo he metido la pata más de una vez). Además, esta mierda de evolutivo puede sacar de sus casillas a cualquiera (Lydia no lo habría aguantado y se habría ido a buscar a la hija de Al Bano y Romina Power).

Lo de “figura” supongo que lo habrás dicho por mi envidiable tipín, así que, en el fondo, me he sentido halagado.

Ni se te ocurra sentirte mal por esta tontería. A mí me ha encantado.

Parece que a Belén tampoco le gusta que sea otro el que termine las conversaciones. Me venció y fue ella la que terminó el debate.

De: Belén Esteban
Enviado el: viernes, 09 de abril de 2010 10:26
Para: Meteorismo Galáctico
Asunto: RE: Incidencia ESP:59941

Jaja, eres un figura, sin duda.
Gracias

Pasado un rato me acerqué a su despacho para comentarle unas cosas relativas al trabajo (o lo que sea eso que hacemos) y, al verme, escondió la cara entre sus manos mientras decía “¡qué vergüenza! Perdóname”. Yo, con esas cualidades que mi nuevo talante progresista me ha dado, sonreí, le di una palmadita en la espalda y le dije “tranquila Belén, no pasa nada, ha sido todo muy simpático”. Seguimos hablando de lo que me había llevado a su despacho y allí terminó la cosa.

Reconozco que, a pesar de lo gracioso de la situación, estoy dolido por haberse puesto en duda mi profesionalidad, sobre todo porque yo pensaba que, tras varios años deambulando por otras empresas en las que mi trabajo consistía en no hacer nada o en hacer cosas evidentemente inútiles, ahora llevaba un tiempo pensando que, de entre las decenas de memeces que tengo que hacer diariamente, a veces sacaba adelante alguna cosa útil o resolvía algún que otro problema con cierta eficacia.

Saber que soy considerado “el figura que nunca resuelve nada” me ha abierto los ojos. Tendré que cambiar mi táctica y aplicar esas técnicas de paripé que Viajero Estelar (antes conocido como Antares) y yo hemos aprendido de los grandes maestros que hemos tenido como jefes en nuestra dilatada andadura profesional. Desde el lunes comenzaré a aplicar estas excelentes normas para alcanzar el éxito:

1-Afirmar con rotundidad aquello que se desconoce.
2-Confirmar la corrección de lo que se sabe que está mal.
3-Decir que la absurda burocracia que se nos impone es valiosísima para alcanzar altas cotas de calidad en los “deliverables”.
4-Planificar el trabajo con “plazos agresivos”.

Seguro que vosotros podréis aportar más puntos a esta lista hasta convertirla en un decálogo (por razones que desconozco, ninguna lista que tenga menos de diez puntos es tenida en cuenta para nada).

P.D.- El problema que no supe resolver, finalmente fue asumido por otro grupo, con lo que quedó acreditado que “el figura”, ciertamente, no era responsable de aquello.

domingo, 21 de marzo de 2010

Contradicciones


Acabo de leer una noticia en Libertad Digital cuyo titular reza así: “El editor de manuales anticapitalistas de EpC vive en un chalet de 400 metros”.

Lo de “EpC”, para quien no lo sepa, significa “educación para la ciudadanía”. En el mundo de los negocios supongo que lo que importa es vender y, si lo que se vende entra en conflicto con las ideas de uno, en muchas ocasiones se da prioridad al beneficio antes que a la coherencia. No juzgaré la actitud del editor porque probablemente no habrá leído casi ninguno de los libros que publica, le bastará con saber que se venden y que contribuyen a incrementar los beneficios que saca su empresa.

Lo que me parece absurdo, tanto en este tema como en otros, es la facilidad que tenemos para defender de boquilla principios grandiosos que, en cuanto bajamos del púlpito, contravenimos con total alegría. Es muy bonito utilizar el libre mercado para vender libros que lo atacan. Mola mazo volar de un lado a otro en un jet particular para pregonar que estamos calentando el planeta por ir en coche a trabajar. Es estupendo “okupar” edificios ajenos mientras nadie toque las propiedades de “papá”, que es el que nos paga la factura de las birras con las que atraemos a la ciudadanía a las “actividades kulturales” que organizamos en esas “kasas okupadas”. Queremos tener todo tipo de beneficios sociales y facilidades laborales para nosotros pero, cuidado, a la señora que viene a limpiar a casa, mejor no le hacemos contrato y, si tiene que alargar su jornada porque nos interesa, debería hacerlo sin rechistar. Lo que haga nuestro partido político favorito es bueno, pero si el opuesto propone lo mismo, es una indecencia y un indicio de su falta de talante democrático.
Obviamente no todo el mundo hace esas cosas que he relatado. Hay personas que intentan ser coherentes con sus ideas y justas con los demás (tal vez sean mayoría). Probablemente podamos encontrar entre los más reivindicativos de nuestros conciudadanos (esos que no paran de quejarse de todo) a los que más ejercitan la contradicción en sus vidas.

Estamos acostumbrados a vivir en un estado de contradicción constante pero, a pesar de ello, defendemos a ultranza nuestra gran coherencia y la firmeza de nuestros principios. Y yo me pregunto ¿Qué principios son esos que nos permiten defender una cosa y la contraria, dependiendo de la ventolera que nos dé?

Por mi parte hace tiempo que decidí que no tengo principios. En cada momento pienso lo que estimo oportuno. Más habitualmente no pienso nada o, para no tener la mente en blanco, divago sobre sandeces varias. A lo mejor sería más interesante dejar la mente en blanco, creo que en eso consiste el “nirvana”. Esta actitud, lejos de librarme de las contradicciones, probablemente las agudice pero, por lo menos, no las niego y me doy cuenta de su existencia.

Me cansa tanta seguridad ficticia, tanto “salva patrias” que se gana el aplauso de su ganado subiendo el tono de la voz en lugar de diciendo cosas sensatas (suponiendo que alguien sepa lo que es una cosa sensata. Yo no).

Y tras esta perorata, iré a gozar de un rato de telebasura, nuevo producto de la contradicción humana. Casi todo el mundo que la critica suele ser público activo de ese gran invento del entretenimiento televisivo (a mí me encanta).

domingo, 7 de marzo de 2010

Un perro fiel (y paciente)


Acabo de ver una película que, según creo, no ha tenido éxito alguno (yo la he “comprado” en Internet). Se trata de “hachiko: a dog's story” o, en su traducción española, “Siempre a tu lado, Hachiko”. La película es muy sencilla y puede resultar un poco pesada, pero a mí me ha gustado. Trata de un perro que adora a su amo. Lo acompaña cada mañana hasta la estación de tren y, a su regreso por la tarde, está allí, esperándolo para ir a casa con él. Lo interesante de la historia (o no, según para quién) es que, una vez muerto su dueño, el perro siguió acudiendo cada tarde a esperar al amo fallecido durante nada menos que diez años, hasta que el propio animal murió.

Según aparece en la Wikipedia, la historia es real (en lo esencial). En lugar de ocurrir en Norte América ocurrió en Japón y, en lugar de Richard Gere, el dueño era un japonés nada famoso, pero la idea es la misma.

¡Qué bella entrega la de este animal! Reconozco que me he emocionado más que con los reencuentros de antiguos concursantes en Gran Hermano. Me ha parecido mucho más creíble el amor de ese perro (a pesar de ser también un actor) que esa amistad de sainete que se profesan los concursantes de mi programa favorito.

En un mundo en el que enseguida nos aburrimos de los demás, hubo un perro que, a pesar del tedio que supone esperar a alguien, estuvo diez años aguardando a que llegase quien no llegaría jamás. A lo mejor hay que ser perro para poder aguantar tanto porque, lo que es yo, en cuanto alguien me cuenta el mismo chiste por segunda vez, ya lo borro de mi lista de amigos, y si, además me hacen esperar más de cinco minutos en caso de quedar con ellos, mi previa amistad se troca en furibundo odio. Menos mal que mi memoria es tan mala que olvido estas cosas rápidamente y nunca sé dónde he puesto la lista de amigos, así que, al final, no puedo borrar a nadie de ella.

Con los ojos aún húmedos por la emocionante escena de la tranquila muerte de Hachiko, termino esta insulsa aportación.

sábado, 27 de febrero de 2010

Esto lo arreglamos sin algunos

Supongo que, a estas alturas, casi todos habréis oído hablar de estosololoarreglamosentretodos.org, una simpática iniciativa de la Fundación Confianza, una organización bienintencionada que pretende “poner en marcha un proyecto que impulse en la sociedad unos valores, que actúen de palanca para la recuperación de la confianza desaparecida con la crisis”.

Es cierto, o eso me parece a mí, que cuando uno está animado para hacer algo, es mucho más probable que consiga su meta que si emprende la tarea con desánimo, pero hay que reconocer que es muy complicado animarse cuando uno está completamente hundido (aunque no es imposible).

En el mensaje de presentación de estoslololoarreglamosentretodos.org aparece gente famosa, gente no tan famosa y gente desconocida (por lo menos para mí), pero cuya situación personal dudo que sea mala (por lo menos en lo tocante a cuestiones económicas). Aparecen, entre otros, los hermanos Gasol, Buenafuente, Ferrán Adriá… No creo que estas personas estén atenazadas por los rigores de la crisis, la verdad. En cualquier caso tampoco niego que sus mensajes animosos puedan servir de acicate a quienes lo están pasando mal.

Se habla mucho de unirnos para “tirar del carro” todos juntos, de hacer pactos de estado, de trabajar más, de apretarnos el cinturón y qué sé yo cuántas otras cosas, todas ellas tan poco concretas que uno no sabe si eso va con él o va con otros. Esto me recuerda a algunos jefes de mi entorno laboral que, tal vez por no dar una imagen despótica, cuando hay alguna tarea que realizar, en lugar de asignársela a una persona concreta, convocan una reunión en la que se dirigen al tendido y dicen : “tenemos que hacer esto” o “hay que resolver aquello”. Todo el mundo asiente y, al disolverse la reunión, cada cual vuelve a su sitio convencido de que aquella petición no iba con él, con lo que la importante tarea queda sin hacerse.

Es verdad que si cada uno de nosotros se hiciese cargo de llevar a cabo sus tareas diarias de la forma más eficiente posible (suponiendo que en nuestras tareas se pueda ser eficiente, cosa que, en mi caso es imposible), si no derrochásemos recursos innecesariamente, si fuésemos previsores en lugar de derrochadores e inconscientes, si procurásemos colaborar con los demás en lugar de comportarnos como jetas o negreros (espero que nadie se enfade por utilizar esa palabra) endosando nuestras tareas a algún pobre pringado que trabaje por dos… En fin, si nos comportásemos mirando más por el bien común que por el propio, tal vez las cosas podrían mejorar sustancialmente.

Lo malo es que hay demasiado pintamonas en puestos de responsabilidad políticos, empresariales y de todo tipo que no tienen ni idea de cómo dirigir aquello para lo que han sido nombrados (yo tampoco sabría, pero no ostento esos cargos). Es posible que entre todos podamos resolver este lío en el que estamos, pero para eso habría que soltar el lastre de esa pandilla de chupópteros que, lejos de contribuir a la solución, parece que sólo agravan el problema. En resumen: esto lo arreglamos sin algunos.

viernes, 12 de febrero de 2010

Plataforma de Apoyo a Marichalar

Estoy indignado con la decisión de los gerentes del Museo de Cera de Madrid de retirar la figura de Don Jaime de Marichalar de ese burladero que presidía con tanta elegancia (la que siempre le ha caracterizado).

No entiendo por qué razón alguien que mereció estar en ese museo, pierde su derecho a ser exhibido. Haberse divorciado de su esposa, la insigne Infanta Doña Elena de Borbón y Grecia, no me parece razón suficiente para ello. Don Jaime tiene múltiples virtudes que le hacen merecedor por sí mismo de notiriedad social y cultural (no sé cuáles son, pero me apetecía escribir una frase vacua).

¡Pobre Marichalar! ¡Hasta el título nobiliario le han retirado! ¿Qué hará Lugo sin su querido duque? ¿Qué será de los desfiles de moda sin la notable presencia de Don Jaime? Supongo que podrá seguir acudiendo a esos eventos relacionados con la moda ¿pero le harán el caso que le hacían antes? ¡Qué interesada es la gente! Antes era adulado por donde quiera que fuese y ahora se le puede ver paseando por la “milla de oro” cabizbajo y meditabundo sin que nadie se acerque para pedirle un autógrafo o para posar con él para una foto.

La terrible situación de Don Jaime me ha movido a solicitar desde este blog (masivamente leído) la adhesión de todos vosotros a la Plataforma de Apoyo a Marichalar (P.A.M.). A los quince primeros afiliados se les regalará una foto de mi calva y otra de Marichalar con pantalones de Cachemir (esta táctica comercial la he copiado de Ramiro López, el simpático vendedor radiofónico y director general de Publipunto-Intershopping).

Espero la llegada masiva de vuestras muestras de solidaridad.

sábado, 30 de enero de 2010

¿Tiempo perdido?

El otro día me decía un simpático personaje que, tras haber roto con su novia, sentía que había perdido los seis años (o los que fuera) que había estado con ella. Yo, que soy especialista en intentar dar ánimos sin conseguirlo, le dije que dudaba que esos seis años hubiesen sido una pérdida de tiempo. Si ha estado con ella durante todo ese tiempo, o bien es porque estaba divinamente, con lo que algún buen recuerdo le habrá quedado o, si ha sido un sufridor, habrá conseguido ejercitar su paciencia, su tolerancia y qué sé yo cuántas cosas más. Vamos, que será un campeón del aguante, y eso no se consigue todos los días.

Como no sé cuáles son los motivos de la ruptura, no tengo ni idea de quién ha roto con quien ni quién ha sido más determinante en el hecho, así que no me pongo al lado de ninguno de los dos (me gusta estar en medio, sobre todo desde que soy progresista).

Nos encanta hacer planes a largo plazo en los que pensamos que todo va a ser perfecto, o casi perfecto; somos especialistas en hacer promesas eternas a pesar de ser conscientes de nuestra facilidad para cansarnos de todo en menos que canta un gallo; pedimos fidelidad total a otros cuando somos incapaces de mantener nuestra palabra con nosotros mismos. En fin, que nos encanta pensar que vivimos en los Mundos de Yupi y, cuando nos damos cuenta de que las cosas no son tan bellas y sencillas, nos desanimamos y nos deprimimos porque vemos que el tiempo pasa y no conseguimos esa felicidad tan ansiada y que en las películas consigue casi todo el mundo (en las películas de Sandra Bullock y en las de Michael Landon, que son las que a mí me gustan).

Lo malo de llevarse estas decepciones es que luego, por ese ansia de recuperar el tiempo perdido (eso que se toma como tiempo perdido), la gente se lanza a la caza y captura de otra persona que llene el hueco dejado por quien acaba de abandonarles y, hasta donde yo sé (que es poco o nada), las prisas son muy malas en esto, como en casi todo.

Comprendo que la soledad puede ser un tanto insoportable, pero esa necesidad de tener siempre a alguien al lado no creo que sea muy sana, es más, a mí me parece casi enfermiza (tanto como no aguantar a nadie al lado). Las dependencias absolutas de algo o de alguien no conducen a nada que no sea una terrible decepción cuando te quedas sin eso de lo que dependes (ya sea persona, cosa o actividad).

Desde este humilde blog le diría a mi querido y liviano amigo (tiene menos masa que un pajarito) que se tomase las cosas con calma y, como un día dijo mi gran ídolo John Rambo, que viva día a día y, sobre todo, que nunca piense que lo pasado ha sido tiempo perdido (ni siquiera el que dedica a hacer el paripé en el trabajo, que es lo que nos toca hacer a muchos).

P.D.- Dedico un saludo a Jenny (la protagonista de la aventura del enano gruñón), que sé que es fan de este blog pero no participa en él porque piensa que su nivel de pedantería no llega al mínimo exigido para hacerlo (es excesivamente humilde).

sábado, 23 de enero de 2010

Curiosidades sobre el calendario

Mientras leía el blog de Carlos García, he saltado a otro muy interesante llamado Malaciencia, y desde allí he llegado a la Wikipedia para leer lo que se dice en ella sobre el calendario juliano (¡VIVAN LOS HIPERENLACES!). Me ha encantado enterarme en menos de tres minutos del origen de nuestro actual calendario y ahora os voy a dar el tostón contándolo.

El calendario romano comenzó siendo de diez meses que eran los siguientes:

Martium: mes de Marte, dios de la guerra
April: mes de apertura de flores (por la primavera, en el hemisferio norte)
Maium: mes de Maia, diosa de la abundancia
Junium: mes de Juno, diosa del hogar y la familia
Quintil: mes quinto
Sextil: mes sexto
September: mes séptimo
October: mes octavo
November: mes noveno
December: mes décimo

¿A alguno de vosotros os contaron esto en el colegio? A lo mejor a mí sí, pero me inclino a pensar que no. ¡Con lo divertido que es saber el porqué de las cosas!

Como con diez meses de 30 y 31 días había que hacer reajustes frecuentes (el año duraba más de 304 días), se añadieron dos meses más, Januarium, dedicado a Jano, dios de los portales (no sé a qué se dedicaría esa divinidad) y Februarium, dedicado a las hogueras purificatorias (llamadas februa). De este modo quedaron Enero y Febrero como meses undécimo y duodécimo.

Allá por el año 153 a.c. se decidió que el año comenzase en Enero por razones de planificación de las campañas guerreras. La verdad es que no he entendido la necesidad de hacer esto, pero tampoco entiendo la utilidad de las comisiones de sabios, de las cumbres internacionales ni de los “observatorios” de todo tipo que crean nuestros políticos, así que supongo que ya por aquella época se hacían tonterías precursoras de las actuales. La pena es que este cambio trastocó el significado original del nombre de algunos meses. Ahora los meses que conservan su nombre ordinal (desde Septiembre a Diciembre) han perdido su sentido porque no ocupan el lugar que les correspondía ¡Qué pena!

Como siempre ha habido pelotas en el mundo, en el año 44 a.c. a Marco Antonio se le ocurrió dedicar el mes Quintil a Julio César y lo llamaron Julium. Para que el peloteo fuese más intenso, se sumó un día a los treinta que tenía ese mes hasta entonces. Ese día se le restó a los treinta que tenía Febrero en aquella época. Así comenzó a decrecer el tamaño de nuestro actual segundo mes.

Más tarde, en el año 23 a.c. hubo que adular a Octavio Augusto, pero esta vez fue por iniciativa del Senado Romano (el peloteo institucional es más aceptado socialmente que el personal, por eso molan los premios Príncipe de Asturias y los Nobel pero no mola que el jefe enchufe a su hijo). Ya que habían comenzado con el mes quinto para hacer las dedicatorias, siguieron con el sexto y decidieron llamarlo Augustum. El gran Octavio Augusto no podía ser menos que Julio César, así que robaron otro día al escueto Febrero para añadirlo a los treinta que tenía el mes sexto. Así se quedó Febrero reducido a esos birriosos veintiocho días.

No seguiré desvelando más detalles para que podáis investigar por vuestra cuenta en la Wikipedia o en Malaciencia. Aprovechad los ratos de ocio laboral para cultivaros y acabar siendo unos seres pedantes como yo.

domingo, 10 de enero de 2010

Recluido

Llevo dos días encerrado en casa sin salir a la calle a causa de un malestar general que me tiene más atontado de lo habitual. Mis actividades se reducen a: Dormir, oír la radio, ver la tele, leer, consultar mi correo, cotillear alguna cosa por Internet, comer frugalmente y, por supuesto, cagar.

La verdad es que hasta que no he confeccionado la lista de mis actividades tenía la impresión de que no estaba haciendo casi nada, pero ahora que he enumerado lo que he estado haciendo, me da la impresión de que he sido hiperactivo.

Tengo que reconocer que si la enfermedad no me hubiese tenido postrado, la lista de tareas realizadas sólo se habría incrementado con la de correr pero, teniendo en cuenta el frío que hace, no sé si la hubiese llevado a cabo. Tal escasez de actividad social en mis fines de semana consigue que incluso me agraden los lunes (como a Carlos Herrera) para volver al trabajo y charlar con unos y otros de temas tan apasionantes como la expulsión de Arturo de Gran Hermano o de las necedades varias en las que ocupamos nuestra energía laboral.

Esta mañana he estado viendo en la tele unos cuantos programas que me han resultado de lo más interesante, incluso creo que no están catalogados como telebasura, para que veáis que a veces tengo gustos de intelectual. Uno lo he visto en Antena 3 y era de un mago enmascarado que explicaba los trucos de sus números. Me ha encantado. Probablemente sea un mago poco querido por sus compañeros de profesión, pero supongo que hoy en día, buscando por Internet, se podrá encontrar información sobre ese tipo de cosas con tanta facilidad como se encuentra el diámetro del “ojete” de cualquier estrella del porno (es una medida que se les solicita en los casting).

Después he estado viendo el la Sexta un documental sobre un hipotético puente que podría construirse sobre el estrecho de Bering y otro que explicaba cómo se cambian los cables de las líneas de alta tensión. Muy interesantes ambos. Para que luego digan que es mejor no ver la televisión.

Ha nevado y la calle se ha cubierto de un fino manto blanco. Me gustaría bajar para dejar mis huellas en la nieve, pero creo que esperaré a mañana, no vaya a ser que recaiga a causa del frío y tenga que quedarme sin ir a trabajar (¡Eso jamás!).

Última noticia: Federico Jiménez-Losantos ha quedado atrapado en Orihuela del Tremedal y no podrá acudir mañana a su encuentro con las ondas de Es-Radio.

Me parece una tremenda falta de previsión por parte de nuestro simpático locutor. ¿Acaso no llevaban avisando de estas cosas las autoridades desde hace días? ¡Intolerable falta de responsabilidad! Don Federico se debe a su audiencia y debería haber regresado a Madrid antes de desencadenarse este último temporal.

Creo que, dado el poco interés que tiene lo que estoy contando, os daréis cuenta de lo necesitado que estaba de comunicarme con alguien (aunque sea por escrito) para salir del ostracismo total en el que me he sumido durante estos dos días.

Ya me siento mejor, incluso me he duchado y me he afeitado el cráneo para dejar de tener pinta de enfermo.
P.D.-La imagen con la que he adornado esta necia intervención corresponde al patio de mi comunidad vecinal. La nieve lo deja todo muy bello y nos brinda una excusa perfecta para no ir a trabajar. ¡VIVA LA NIEVE!