domingo, 12 de febrero de 2012

Contador y el orgullo patrio


Ya ha pasado mes y medio desde que llegó el año 2012 y Libertad Diodenal se ha mantenido silente a pesar de tantas cosas trascendentales que han ocurrido. Pero, sin duda, el acontecimiento que más ha inquietado a la ciudadanía española ha sido la noticia de la condena de Alberto Contador por ese tribunal deportivo cuyo nombre ignoro.

El ciudadano medio ha olvidado sus tribulaciones y he ha solidarizado con nuestro gran ciclista. A mí también me cae bien contador, parece un chaval majete y bonachón y, además, la condena, según dicen los que leen esos rollos, se limita a decir algo así como que no se puede demostrar su culpabilidad pero tampoco su inocencia. Un poco cutre sí que parece. De todos modos, el mundo del deporte de élite, dado que es un espectáculo que mueve mucho dinero, está rodeado de un halo de sospecha de corrupción y malas prácticas que no debería sorprender a nadie. Contador parece buena gente y probablemente lo será, pero yo no pondría la mano en el fuego ni por él ni por ningún otro superhombre (también incluyo a las mujeres) de los que pueblan las competiciones deportivas de alto nivel.

Contador tendrá que devolver sus premios, pagar una multa y apechugar con los gastos del proceso judicial (o lo que sea eso). Todo ello le supondrá unos millones de euros que, a pesar de ser bastantes, podrá apoquinar sin tener que irse a vivir bajo un puente.

Ser famoso tiene cosas buenas y malas. Entre las buenas está el ganar mucho dinero y el contar con el apoyo incondicional de muchas personas. Pero ese apoyo, muchas veces sin fundamento, suele tener su contrapunto en un desprecio igual de poco fundamentado que favorece esas chanzas televisivas como las que han realizado en el Canal Plus francés y que tanta indignación han provocado en muchas personas.

La cosa tendrá mayor o menor gracia, todo depende del sentido del humor del espectador, pero sacar a pasear a los ministros y embajadores por una tontería que hacen en un programa televisivo me parece una memez de tamaño sideral.

Comprendo que Nadal y Gasol puedan sentirse ofendidos por ser objeto de esa broma malvada pero, como son listos, sabrán que lo mejor es ignorar estas cosas y no darles importancia.

Por aquí somos todos muy dignos y, a falta de otros profetas o personajes sagrados que defender, hemos convertido a los deportistas de élite en nuestros santones particulares y no toleramos que nadie se meta con ellos. Luego nos parece ridículo que algunos musulmanes extremistas no toleren que se hagan caricaturas de Mahoma o que Urdangarín se sienta mal porque se hagan chistes sobre sus presuntas fechorías. Podemos burlarnos del Papa diciendo que fue nazi, del Cardenal Rouco diciendo que es el hermano gemelo de Paco Clavel (es que son idénticos),  imprimir una foto de ZP con cara de lelo en nuestra camiseta, escarnecer al capitán Schettino sin haber oído su narración de los hechos sobre el hundimiento del Concordia o ridiculizar a quien nos plazca, pero cuidadito con tocar a nuestros deportistas de bandera.

Es cierto que los programas de humor suelen aprovecharse de su condición de graciosillos para lanzar proclamas políticas o cebarse con quien les caiga mal (en el Gran Wyoming tenemos un ejemplo claro de eso) y para alinearse con unos u otros, pero si las bromas que hacen nos parecen de mal gusto o injustas, lo mejor que podemos hacer es ignorarlas. Cualquier otra cosa que hagamos sólo contribuirá a beneficiar a aquellos a los que queremos castigar.

Algún día dijo alguien, no sé si fue Camilo José Cela: “que hablen de mí aunque sea bien”. ¡Cuánta razón tenía! Las críticas negativas suelen ser una publicidad eficaz y extremadamente barata. Ahora todos nos reímos de Schettino, pero dentro de poco será él el que se ría del mundo entero cuando tenga los bolsillos llenos del dinero que va a ganar paseando por los platós contando su aventura.

Dejemos que en el Canal Plus caricaturicen a nuestros deportistas, pero no seamos sus altavoces cuando sus burlas no nos gusten y, sobre todo, no mezclemos en estas memeces a nuestros políticos, que cualquier cosa que hagan nos cuesta un dineral en dietas.