jueves, 9 de noviembre de 2017

Manipuladores y manipulados

He leído esta mañana este artículo de David Bollero en el diario Público y  me ha apetecido romper mi silencio de varios años en este fracasado blog para comentar algunas cosas y entretenerme un rato en este día festivo que gozamos hoy en Madrid. Este es el artículo al que me refiero:

Un país de idiotas

Me agrada que el señor Boyero se atreva a decir en público que somos bastante idiotas (casi todos, que las generalizaciones absolutas en estos temas siempre son injustas y falsas). Estoy de acuerdo con él pero me gustaría decir que el tema que saca a colación para llegar a tal conclusión no me parece acertado. Yo diría que la mayoría de los debates sobre temas absurdos se comienzan entre los periodistas (comunicadores, políticos, tertulianos o cualquiera que hable o escriba en los medios de comunicación). La gente, el pueblo manipulable, el resto de los que no tenemos un púlpito desde el que "predicar", nos limitamos a escuchar las cosas que se nos cuentan desde esas atalayas tan poderosas.

Con ese machaconeo, es normal que luego, en nuestras charlas diarias, hablemos de esas mismas cosas y, en ocasiones, lo hagamos con la misma vehemencia con la que se expresan nuestros ídolos mediáticos.

En fin, señor Boyero, creo que la responsabilidad máxima sobre la estupidez que se difunde en el pueblo llano, es de los que difunden ideas necias desde los medios de comunicación (en connivencia con los políticos a los que cada cual apoye).  Lo de la camiseta es una memez, sin duda, pero no acarrea (creo yo) consecuencias terribles para nadie. Otros mensajes, como los de corte nacionalista, devenidos en independentistas en los últimos tiempos, sí que son peligrosos (además de carentes de fundamento y bastante estúpidos, según mi limitado criterio). Pero decir que la gente que abraza los mensajes independentistas es idiota no queda bien. Decir que los que votan a ese grupo de políticos ignorantes que predican el odio y la confrontación son bobos, no sería aplaudido. Y es que no son ellos los responsables únicos de su propia memez, habría que haber estado en su pellejo durante los últimos cuarenta años para ver si no seríamos nosotros iguales tras tanto tiempo de machaconeo con el tema identitario y todas esas paparruchas nada progresistas y muy retrógradas (siempre según mi criterio, claro).

Llamar idiota a quien debate sobre los colores de la camiseta de la selección o a quien es votante del PP, parece molón, pero hacer lo propio con quienes defienden tesis nacionalistas e independentistas en un país como España, puede servir para que a uno lo cataloguen como fascista, intolerante o no sé cuántas lindezas más.

Resumiendo: casi todos somos fácilmente manipulables y, en consecuencia, idiotas. Pero el máximo nivel de responsabilidad la tienen los manipuladores, aunque con cierta edad y formación no podemos liberarnos los demás de nuestra parte de responsabilidad.

sábado, 5 de marzo de 2016

El valor del ejemplo


Esta mañana, mientras trotaba por las calles de Madrid, enfilando los últimos kilómetros de mi ruta de hoy, renqueando cuesta arriba, he visto como un chaval de unos 14 o 16 años bajaba comiendo con deleite un bocadillo envuelto en papel. Al llegar a la zona en la que el envoltorio le ha resultado incómodo para seguir gozando de nuevos bocados de pan con panceta (o lo que fuese), ha cogido el papel y, estirando el brazo hacia arriba con gracilidad, lo ha dejado volar hacia donde la brisa quisiera llevarlo.
En ese momento se cruzaba el mozalbete con un hombre de provecta edad que se ha quedado paralizado ante tal espectáculo,  algo así como quien viese ante sí un burro volando. Se ha vuelto para comprobar si aquel ser que se había cruzado con él era humano o espectral. Ha visto que parecía de carne y hueso y se movía como un humano. Tras mirar el envoltorio arrugado y ver que había una papelera justo al lado de donde había caído, ha llegado a la conclusión de que el pizpireto chavalín era, simplemente, un maleducado y ha hecho algo que no todo el mundo haría: ha cogido el papel y lo ha depositado en la papelera.
Yo, al cruzarme con el lanzador de papeles, le he interpelado diciendo:
 -creo que se te ha caído un papel.

Él, sorprendido de que un desconocido se dirigiese él,  parecía no haberse dado cuenta de lo que había hecho. Supongo que el chavalín estará tan acostumbrado a hacerlo y ver cómo otros de su entorno lo hacen, que para él es algo tan normal como respirar, mear o cagar.
Ante su asombro le he dicho:
 -Ah, no se te ha caído, que lo has tirado. Eres un poco marrano, chaval.
Y ahí ha quedado la cosa. Yo he seguido mi ascenso por la cuesta y, al llegar a la altura del simpático caballero que ha corregido la mala acción del travieso chaval, he agradecido su detalle de limpiar la guarrería del otro. Él me ha saludado confirmando con su gesto que no entendía a personas como el joven tira-papeles.
Tras esto yo me he preguntado: ¿de verdad lo que necesitamos es modificar la Constitución para redefinir el modelo de estado? ¿Es tan importante hacer otra reforma laboral, de la educación, de la sanidad y de qué sé yo cuántas otras cosas?

Es posible que lo sea, pero me temo que, mientras los chavales no vean a los mayores comportarse con civismo en cosas tan sencillas y simples como tirar papeles a la papelera, todo lo demás no valdrá para nada y será muy secundario.
Al señor que ha recogido la basura del chavalín y la ha depositado en la papelera lo pondría yo de presidente del gobierno. Él ha sabido que una buena acción vale más que miles de debates estériles entre gente cerril que sólo busca su beneficio particular y el aplauso de sus millares de fans igualmente cerriles,  mientras predica lo contrario de lo que ejemplifica con sus actos.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Se acabó el rodillo

Ya tenemos encima los festejos navideños y, como estoy ocioso, aprovecharé para hacer una redacción y ejercitar el arte literario para no quedarme anquilosado intelectualmente.

En estos días se habla mucho de la fragmentaria situación en la que ha quedado el parlamento español y se hacen cábalas sobre qué pactos son posibles y cuáles son improbables. Yo, en mi grandiosa ignorancia, me pregunto por qué parece tan intolerable que forme gobierno el partido que más escaños ha conseguido y, una vez hecha tal cosa, con el parlamento tutti-frutti que tenemos, que cada grupo  haga sus propuestas y que, con las enmiendas de unos y otros, se consigan los apoyos suficientes para sacarlas adelante. Así todos podrán hacer cosas y no estarán sujetos a la voluntad omnímoda de un partido con mayoría absoluta.

Cuando un grupo tiene mayoría absoluta, la oposición tiende a acomodarse en la inoperancia porque, proponga lo que proponga, lo habitual será que se lo echen atrás, no porque sea malo en sí, sino porque lo ha propuesto quien no ostenta el poder (jamás entenderé semejante criterio de casi todos los partidos). Estando todos los grupos en minoría, no les queda más remedio que trabajar para intentar que sus propuestas salgan adelante y, además, tendrán que poner en práctica eso del diálogo, la tolerancia y la democracia. Palabras que, habitualmente, se desgastan durante las campañas electorales y luego no tienen ninguna aplicación real.

Si se hace un pacto de legislatura sumando parlamentarios hasta conseguir una mayoría absoluta, volvemos a tener el rodillo de siempre. No quiero que nadie venda su voto a cambio de concesiones a su partido o su territorio favorito, quiero que cada cual defienda aquello en lo que cree y que tenga que negociar y ceder para conseguir llegar a acuerdos que complazcan, ahora sí, a una mayoría más amplia y variopinta.

Me da igual quién gobierne, la verdad, pero no me apetece nada que se vuelvan a repetir las elecciones hasta que se consiga una mayoría absoluta. Lo mismo rige para Cataluña. Que invistan a Atur de una vez y luego, una vez formado el gobierno, que todos propongan cosas y vayan negociando y aprobando o rechazando lo que sea menester, pero que dejen de marear la perdiz para salir en la tele a todas horas.

Ningún presidente puede hacer lo que le dé la gana solo por ser presidente. Hasta los decretos ley necesitan ser aprobados en el parlamento, así que ¿qué problema hay en que gobierne quien no nos gusta? El presidente solo es la cabeza visible, pero las decisiones las toma el parlamento (o eso creo), y en este parlamento habrá que trabajar para conseguir sacar cosas adelante. ¿No es eso lo que siempre ha querido tanta gente? Ahora los parlamentarios, además de ir a votar, tendran que proponer, debatir,  negociar, revisar, ceder, etc. Nadie quedará excluido a no ser que se empeñen en hacer pactos para ningunear a algún partido.

Por fin tenemos un parlamento decente ¿y vamos a disolverlo hasta volverlo a convertir en una mierda con rodillo en mano? Me da la impresión de que es lo que se busca.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Culpar al inocente

Otra vez nos ha tocado de cerca la barbarie terrorista. No de lleno, porque no ha sido en España, pero sí con gran impacto porque les ha tocado a nuestros vecinos franceses, cuya tierra es de libre acceso para nosotros, así como la nuestra para ellos.

Se multiplican los comentarios que hablan del aparente absurdo de que apenas nos afecten las salvajadas que día a día se producen en Siria, Líbano, Irak o cualquier otro de los muchos países en los que no viven en paz desde hace tiempo, pero nos movilicemos (aunque sólo sea en Internet) por lo que pasa en el occidente. Yo, que no suelo tener casi nada claro, creo que esto es de lo más normal: siempre afecta más lo que le ocurre a tu familia, a tu vecino, a tu paisano, que lo que le ocurre a alguien más lejano. No sé si es bueno o malo, pero me parece totalmente comprensible.

También hay quien se empeña en, no diré justificar, pero sí intentar razonar esta salvajada (tan incomprensible como las de los países que nos quedan más lejos), diciendo que "nosotros" tenemos gran parte de culpa en ello. Que "nosotros" hemos creado a la bestia que ahora se revuelve y nos ataca.

Cuando leo y oigo estas cosas me pregunto con qué derecho me meten a mí o meten a todos los que han sido asesinados por estos salvajes, en el saco de los que supuestamente han creado esos grupos de degenerados. Yo no he creado a ISIS ni a Al Qaeda ni a ninguna de esas alimañas. No sé si la CIA, el CNI o cualquiera de esos organismos habrán puesto alguna semilla para ello, pero, aunque así hubiese sido ¿Qué mierda de culpa tienen los asesinados?

Estoy harto de ser culpable de la conquista de América, de las Cruzadas, de la Santa Inquisición, de la dictadura franquista y, ahora, del salvajismo de los terroristas yihadistas. Os aseguro que yo no he tenido nada que ver en ninguna de las burradas que se han hecho antes del año 1966 y, de momento, en ninguna de las que han acontecido tras esa fecha gozosa de mi nacimiento.

Como dijo una de las pocas personas sensatas que parece que ha habido en la historia (a la que, como suele gustarnos hacer, cada cual interpreta como le viene en gana), "demos al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". Los que asesinan sin ton ni son a gente que no está haciendo mal a nadie son los únicos merecedores de nuestra ira. No sus parientes, ni los que visten como ellos ni los que nacieron en su país. Es contra ellos contra los que  hay que luchar, sobre todo contra los cabecillas que, como suele ocurrir, estarán muy cómodos guarecidos en magníficas mansiones o jaimas mientras mandan a morir, con el cerebro puesto patas arriba desde la infancia, a un montón de pobres diablos que les hacen de mano ejecutora.

La desgracia es que estas alimañas no son fácilmente identificables porque se entremezclan entre otros paisanos inocentes que, por cierto, les importan aún menos que los occidentales a los que tanto odio parecen tener, así que acabar con ellos no es tarea fácil.

La situación es complicada y no se resuelve con frases bonitas ni metiendo en el mismo saco a los salvajes y a los inocentes. Yo no tengo ni idea de cuál es la solución, así que dejaré a nuestros gobernantes que hagan lo que estimen oportuno para que, en la medida de lo posible, nadie me pegue un tiro al grito de "Alá es grande".

Todo mi afecto para los familiares y amigos de todas las víctimas de la ingente masa de inocentes asesinados en todo el  mundo sin razón alguna para ello.

domingo, 27 de septiembre de 2015

Ideales molones

Últimamente, con el rollo de la independencia de Cataluña, parece que se ha vuelto molón, "cool", guay y chachipiruli hacerse los comprensivos con esa ocurrencia que unos pocos, como suele pasar siempre, han contagiado a demasiados. No paro de oír a gente que culpa al gobierno central o, más bien, a Rajoy, del aumento de los seguidores de las tesis independentistas. Critican, con la boca pequeña, sacar banderas esteladas y, con la boca mucho más grande, exhibir banderas españolas. Hablan de lo malos que son todos los nacionalismos pero culminan su discurso diciendo que el nacionalismo español es peor. El caso es que yo no he visto a nadie (los hay, pero casi no se les hace caso, gracias a Dios) en los medios de comunicación defendiendo que España tenga que salir de Europa para liberarse del yugo del euro y de las directivas del Eurogrupo. Pero si alguien como los de Junts Pel Si o la CUP defienden cosas similares, son estupendos y se merecen estar en la tele a todas horas. Rajoy es denostado como cabecilla de la extrema derecha, pero Artur Mas parece que fuese el paladín de un ideario progresista de lo más avanzado.

Se vende como estupenda esa idea tan repetida de que todos los pueblos tienen "derecho a decidir". Esa frasecita es una más de las que se ponen de moda y decimos sin ton ni son, sin pensar en qué significa. ¿Qué es eso que tenemos derecho a decidir? ¿Cualquier cosa? Supongo que no querrán eso los que cacarean ese supuesto derecho, porque lo mismo se le ocurre a alguien someter a votación si se quiere expulsar de España (o de las múltiples españas) a los políticos y, con gran probabilidad, como somos fácilmente manipulables y bastante idiotas, saldría que sí.

La masa se moviliza con consignas tontas como la del "derecho a decidir". Tanto es así que se olvidan de que el que los ha movilizado dirige un gobierno, el catalán en este caso, que lleva varios años derrochando dinero en memeces que favorecen a unos pocos y dejando de emplearlo en cosas que son necesarias para muchos. Pero mola mazo salir a la calle rodeados de centenares de miles de conciudadanos a dar apoyo a ese sinvergüenza cuya única tarea de estos años pasados ha sido la de sembrar la discordia entre personas que convivían felizmente. Mola mucho transportar una cabeza de flecha alrededor de montones de personas sonrientes que creen que sus problemas se resolverán levantando una frontera más.

Luego, como el ser humano es así de contradictorio (¿he dicho ya que somos tontos?), tras pedir la creación de esa nueva frontera, reclamamos que se abra, esa y las que ya existen, para acoger a la gente que huye de países en guerra. Esto último me parece bueno, pero no entiendo por qué hay que ayudar a unos, las víctimas de las guerras, y no a otros, la gente de otras provincias españolas con menos renta. Me temo que, por desgracia, también es cosa de modas más que de ideas propias y meditadas.

Otra cosa que es muy molona es hablar de los sentimientos de los pueblos. Yo me pregunto qué leches es eso. ¿Qué es un pueblo? Yo diría que no es nada sin la gente que lo compone y también supongo que cada persona sentirá lo que le dé la gana. Eso de sacar una "media" de los sentimientos de todos para decidir cuál es el "sentimiento del pueblo" me resulta una memez de calibre superlativo.

Me cansa la sacralización de la democracia por parte de la gente que dispone de un púlpito desde el que difundir falsedades y enardecer a la masa para que secunde cualquier idea que se les ocurra proponer, por absurda que sea. No tiene sentido someter todo a votación. No podemos saber de todo ni tenemos la capacidad de discernir la mentira de la verdad a partir de tantas cosas que nos cuentan. Yo voto a mis representantes, a los que creo menos fantasmas y menos "bienqueda",  para que tomen ellos las decisiones. Cuando me parezca que lo hacen mal, dejaré de votarlos, pero no quiero que me den el tostón para solicitar mi opinión sobre cada iniciativa que tengan porque no tengo esa capacidad de decisión. Además, no quiero darles la justificación para que, al cagarla, se refugien en el "lo decidieron los ciudadanos".


Es demasiado fácil unir a la gente cuando se inventa un enemigo contra el que ir, pero es mucho más difícil esgrimir argumentos sensatos que convenzan a la poca gente sensata que hay en el mundo. Somos idiotas y gregarios, sí, lo somos, y nos gusta sentirnos parte de un grupo grande. Preferimos la fuerza a la razón y, desgraciadamente, no siempre los más fuertes tienen la razón (yo tampoco suelo tenerla).

lunes, 27 de julio de 2015

Sobre el ERE de Indra (que no debería llevarse a cabo)

En la empresa para la que trabajo (cuando me dejan y se aclaran con lo que tengo que hacer), que se llama Indra, la dirección, que consta de unas cuantas personas muy preparadas con currículos impresionantes, se ha propuesto un ERE para "salvarla" del desastre.
El caso es que el año pasado hubo beneficios (o eso dijeron) y este año hay pérdidas (o eso dicen). ¿Quién es culpable de este cambio de tendencia? No lo sé, pero parece que los que regían los destinos de Indra hasta el desastre, no eran responsables, en otro caso no se les habría dado el premio  de varios millones que se les entregó al ser destituidos.

La nueva cúpula llegó con ganas de arreglar el desaguisado y, como habrán aprendido en alguna de las buenísimas universidades por las que han pasado y en las múltiples empresas en las que han dejado su brillante impronta de magnificencia gestora, han propuesto hacer un ERE para "limpiar" Indra de unas 1.850 personas que lastran (o lastramos) el crecimiento de la misma.

Dudo mucho que alguno de los que han propuesto este plan de "saneamiento" sepan qué se hace en el sector que quieren sanear (el de desarrollo y mantenimiento de sistemas de información). Me extrañaría que nuestro nuevo presidente, desde que llegó a Indra hace unos meses,  se haya preocupado de saber quién es el empleado más antiguo o qué personas destacan por los logros conseguidos en sus años como empleados de la empresa que ahora dirige. No entiendo que alguien que no sabe casi nada de la gente de la empresa que preside ni de cómo se hace eso a lo que se dedica la compañía, pueda idear un plan sensato para sacarla del atolladero.

Probablemente el sesudo estudio de viabilidad de la empresa (que, si no me equivoco, se ha encargado a otra empresa que habrá cobrado un buen dinerito) se ha basado únicamente en números: número de empleados, salarios, horas trabajadas, horas de baja, beneficios o pérdidas de los proyectos acometidos, etc.
La esencia de una empresa son las personas que la forman, pero para algunos la empresa es sólo un nombre, un logo y, sobre todo, una cifra que indica la cotización de sus acciones.

Dirán que la empresa es inviable si no se echa a los 1.850 que ellos han escogido (me encantaría saber cómo se llega a esa cifra), pero lo cierto es que durante este año ha habido nuevas contrataciones y se han subcontratado los servicios de personas de otras empresas.  Si sobraba gente ¿por qué se hizo eso?
Supongo que lo que quieren es echar a los que ganamos de 2.000 euros mensuales en adelante para contratar a gente a la que no pagarán mucho más de 1.200. Es cierto que así se ahorra dinero, pero no es menos cierto que la experiencia de muchos de los "vejetes" a los que echarán, también tiene su valor.

Para ser justos, no todos los de la capa mindundi son santos. Es probable que haya golfos y gandules que merecerían ser expulsados, pero me cuesta creer que haya 1.850 gandules en Indra.
Algún iluminado de los que ha ideado el plan de "saneamiento" dirá que las empresas no son ONG's, y lo dirá sin ruborizarse mientras cobra un sueldo de más de 100.000 euros anuales por no hacer mucho más que asentir a lo que le diga cualquiera que gane unas decenas de miles más que él y se sitúe por encima en el escalafón.

Más que una ONG, algunas empresas parecen un chiringuito en el que unos listillos se reparten sueldos salvajes para premiar la gran responsabilidad que asumen con su cargo. El caso es que, cuando la cagan, la asunción de responsabilidades consiste en que se van de la empresa con una "indemnización" millonaria. ¿Por qué se indemniza al responsable del daño en lugar de a la víctima?
Comprendería los sueldos elevados si, al demostrarse su responsabilidad en el deterioro de la empresa, se quedasen en la calle, sin más que lo que hubiesen ahorrado (que podría ser mucho si no lo gastasen en vivir a todo tren).

Todos los días veo que hay ofertas de trabajo de empresas que reclaman profesionales del perfil de los que quieren echar de Indra así que, trabajo hay. Siendo así las cosas, dado que estos ejecutivos que van "salvando" empresas son tan listos ¿no sería mejor que, en lugar de aplicar en todas las compañías la misma receta, pensasen un poco en cómo hacer bien lo que se ha hecho mal hasta ahora?

Tal vez organizando las cosas adecuadamente, Indra podría hacer ofertas para las centenas de proyectos informáticos que se demandan en España y en el mundo. Pero hacer eso sí que requiere gente preparada, conseguir reciclar a las personas para que hagan nuevas cosas y organizar los grupos de trabajo para que sean eficaces, precisa de gente que tenga conocimientos técnicos y de gestión, no basta con cuatro "diosecillos" que por tener un MBA por la Universidad de Wisconsin y estar certificados en ITIL y en metodologías ágiles, se creen que lo pueden todo.

Dirigir y gestionar empresas y proyectos es algo muy difícil, pero, por desgracia, hay demasiados listillos que acaban llegando a esos puestos y ponen en peligro empresas que podrían funcionar de maravilla de no ser por su absurda ambición y sus nulos conocimientos.
Esperemos que no prospere el ERE (rima y todo).

viernes, 15 de mayo de 2015

Mitin electoral


Estamos en plena campaña electoral y, como hay mucha gente diciendo bobadas, me animo a decirlas yo también.
Nos cuentan que estos días previos a las elecciones sirven para que los candidatos nos expliquen sus programas, sus propuestas, sus ideas y qué sé yo cuántas cosas más, pero lo que más se comenta en los medios de comunicación y en las maravillosas redes sociales (o eso me parece), son las cosas negativas que unos dicen de otros. Tanto es así parece que no hagan más que eso.
Oigo decir a muchos políticos que los ciudadanos no son tontos, pero luego dicen que hay que ser idiota para votar a cualquiera que no sea de su partido. Nos dicen que la ciudadanía es inteligente, pero luego nos convocan a mítines en los que se regalan banderitas y gorras, y en los que, se diga lo que se diga, cuando el ponente sube el tono, la gente aplaude. Eso sí, mejor no preguntar a los que aplauden sobre la razón por la que lo hacen, porque posiblemente nadie lo sabría.

En la web se ve a mucha gente activa resaltando lo malos que son algunos y, en algunos casos, insultando sin ton ni son a cualquiera que pudiera haber pensado en votar a un partido que no sea el que ellos han decidido apoyar, pero entre insulto que va e insulto que viene, todos son la mar de demócratas, tolerantes y amantes del diálogo.
También existen personas, políticos y no políticos, que, al hablar, parece que tienen la solución a todos los problemas del mundo (en este caso de España, de su comunidad autónoma o de su pueblo). Todo es muy fácil cuando es otro el que tiene que hacerlo. Estamos cansados de ver a los dos partidos que han ido turnándose en el poder, cómo desde la oposición critican al que lo ostenta por no hacer cosas que ellos tampoco hicieron cuando pudieron.

Muchos ya nos hemos cansado de esos dos partidos y sus tonterías, y ahora, como somos la pera, vamos a votar a otros partidos que "seguro" que van a comportarse decentemente y van a arreglarlo todo.
Otros, que son más tontos (bueno, no, tontos no, que los que somos demócratas de toda la vida tenemos que ser respetuosos con todas y todos las ideas y los ideos), seguirán votando a esos dos partidos plagados de corruptos.

En fin, creo que ya he dicho suficientes memeces, así que sólo me queda pedir el voto (es lo que se hace en las campañas). Yo no lo pediré, pero os diré a quién voy a votar y por qué, así veréis que soy tan tonto como casi todo el mundo.

Voy a votar a UPyD porque me fastidia que, sin haber hecho nada malo (o eso creo), hayan perdido a la mayoría de los votantes (que tampoco eran muchos). La verdad es que no he leído su programa para las autonómicas y para las municipales, y ni siquiera pongo cara a los candidatos, pero me apetece votarles porque me caen bien los seres marginales, y creo que este partido lo es ahora y lo va a ser aún más.
Estoy harto de los partidos famosos, que ahora son cuatro en lugar de dos. Me cansa oír tontunas de todos ellos y me encanta no oír nada de UPyD, así no pueden caerme mal.

Parece que los partidos famosos (los cuatro actuales), dicen lo que creen que les va a dar más votos, pero los que han quedado en UPyD dicen lo que estiman oportuno, aunque les vaya a conducir a la desaparición. Me fío más de quien dice lo que piensa que de quien dice lo que le conviene. Pero como tampoco he oído todo lo que dicen todos, estaré equivocado (de eso sí que estoy seguro).
Ya he terminado mi discurso, pero se me ha olvidado subir el tono para que me aplaudáis, así que os libráis de ello (tampoco os daré gorras ni banderitas ni bocatas).

Y ahora, id a meditar vuestro voto y, si queréis compartir los motivos que os impulsan a votar a quien votéis, hacedlo aquí o en una plaza de toros (lo segundo es bastante más caro).