domingo, 30 de marzo de 2008

Un día sufrido

Hoy ha sido un día para meditar sobre el sufrimiento. Por la mañana he salido a correr y me he encontrado con los esforzados corredores de una carrera pedestre de 100 Km (¡qué burrada!). Tenían que dar diez vueltas a un circuito de 10 Km. Y, como yo no tenía una ruta prevista, me he puesto a correr con ellos (que llevaban trotando dos horas y media cuando yo he comenzado). Sólo he dado dos vueltas (más o menos) y he acabado un tanto cansado de tanta subida y bajada, así que no quiero ni pensar el sufrimiento que habrán tenido que afrontar los que hayan culminado las 10 vueltas.

Ese es el primer sufrimiento del día, el sufrimiento voluntario.

Pasemos al segundo. He ido a comer a casa de mis padres (soy un gorrón impenitente, como ya sabéis los que me conocéis) y, cuando aún no estaba la mesa puesta, ha llamado un amigo de mi hermano (de uno de ellos) para comunicarnos que se había caído de la bicicleta y se lo había llevado el SAMUR a La Paz (un hospital madrileño, para el que no sea de aquí).

Aquí tenemos dos tipos de sufrimiento, el del amigo que, sabiendo que mi hermano estaba bastante mal, ha tenido que pasar el trago de decírselo a mis padres y el de mi hermano que, a causa de su caída estaba, y está, bastante dolorido.

Cuando el amigo de mi hermano ha llamado, como se ha puesto mi madre, no se ha atrevido a contar cómo estaba la cosa (cómo había visto él a mi hermano) y le ha dicho que no se preocupase, que no estaba muy mal. Con esa información esperanzadora he comido yo a toda velocidad (creo que en diez minutos he comido sopa, albóndigas y fresas) y me he ido al hospital. Allí, mientras buscaba quien me informase del estado de mi hermano, providencialmente me ha escuchado el enfermero del SAMUR que lo había atendido y me ha dicho que le estaban haciendo un escáner para ver si tenía algún problema en la espalda, porque mi hermano se quejaba de tener fuertes dolores en ella, pero no me ha dado más información. De hecho yo he pensado que la cosa no debía de ser muy seria, porque no me ha dicho que se hubiese roto piernas, brazos o cualquier otra cosa.

He ido de ventanilla a ventanilla para saber si podía ver al enfermo pero lo único que he conseguido ha sido la indicación de que esperase en una sala de espera atestada de gente esperando a ser atendida y los familiares de esa gente (¡algunos iban acompañados de nada menos que cinco personas!). Allí he estado unas cuatro horas esperando a que me llamasen. Sólo me he ausentado de la sala un par de minutos, uno para sacar un bote de agua de la máquina y otro para coger un Phoskito (hacía mucho que no comía uno) para merendar. El caso es que, finalmente la que me ha llamado ha sido mi madre. Me ha comunicado que habían recibido una llamada del hospital preguntando si no había nadie por allí para acompañar al accidentado. ¡En fin! Con tanta gente en la sala de espera, no me extrañaría que me hubiesen llamado y no les hubiera oído, pero tampoco me resultaría raro que me hubiesen estado llamando en otro lugar distinto del que me dijeron o que, sencillamente, nadie me hubiese llamado. ¡Un desastre! Desastre comprensible porque lo cierto es que había mucha gente.

Nuevo sufrimiento, el mío esperando durante cuatro horas a que alguien me dijese algo de mi hermano.

Finalmente he conseguido llegar a donde estaba el accidentado, la sala de reanimación de traumatología, y me he llevado una ingrata sorpresa, estaba tumbado en la camilla, inmóvil y con la cara bastante raspada. La cosa parecía bastante peor de lo que yo había pensado. Pensé encontrar a mi hermano con ese típico camisón hospitalario con el que se te ve la espalda y el culo si te pones de pie, pero no ha sido así. Otro tipo de sufrimiento más, el de la decepción de encontrarte una realidad peor de la que te esperas.

Luego han llegado unos amigos de mi hermano para visitarle: Su acompañante de peripecias bicicleteras y, hoy por hoy, su salvador, junto con otros cuantos buenos amigos. He subido con uno de ellos a la sala de reanimación y allí hemos estado diciendo algunas tonterías con el encamillado hasta que ha salido la doctora a contarnos la situación del paciente.

Al saber que tenía unas cuantas vértebras machacadas, el hueso del pómulo con fractura y algo de sangre en los pulmones no he podido evitar sentir un mareo que me ha obligado a sentarme. Es de agradecer que la doctora fuera simpática y animosa y haya restado importancia a esta situación al contarnos que el gran Jesulín de Ubrique, cuando tuvo aquel accidente de coche hace unos años, estuvo muchísimo peor que mi hermano y ahora está como una rosa. Gracias a eso ya no sufro tanto.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Siento tu nefasto día Meteorismo.
Seguro que tu hermano se volverá a poner en forma.

un beso

Jajaja dijo...

En mi nombre y en el de Dorami te transmito nuestros deseos de que tu hermano experimente una rápida recuperación.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Es tu hermano tan feo como tu? Que adefesio con toda la cara raspada no?

En la salita preguntarían por un pariente de Juan García y claro se levantaron 7 y no me extraña que no te enteraras.

Ahora en serio, que se ponga bien y que estos sean todos nuestros males. Un día me dedicaré a contar los sufrimientos que estoy viviendo con mi hija de 16 años my brodel.

By the way, las alMondigas de tu madre estaban güenas o se te indigestaron con las prisas?

Meteorismo galáctico dijo...

Muchas gracias por vuestros buenos deseos. Esta tarde he estado viendo al accidentado y por lo menos no parecía estar peor.

En cuanto a su belleza, amigo Zptns, es difícil que nadie iguale la mía. No intentes hacer que quienes sólo conocen mi bella calva imaginen que tras ella se esconde una horripilante faz.

Espero que los problemas con esa tierna adolescente se resuelvan con diplomacia, talante y diálogo. Cosas que seguro que echas de menos por haber huído de la tierra de ZP a ese islote en los Mares del Norte.

Kupe Karras dijo...

Menudo día te ha regalado los hados, hay días que mejor no levantarse.
No te preocupes, seguro que tu hermano se pone bien en un pis pás.

Ahí le he puesto unas velitas a la vírgen de Lourdes por si las moscas, que es la única que me hace caso en todo el ámbito virginal.

Meteorismo, la calva, como la arruga, es bella, no hagas caso a aquellos que no experimentan el placer de sentir el viento con toda su fuerza, además, cuanto menos pelo se tiene es un signo inequívoco de evolución humana.

Ojalá que todo no haya sido más que un susto y nos deleites con to prosa.

Anónimo dijo...

Deseo una pronta recuperación de tu simpático hermano y ahora voy a seguir implementando..

Meteorismo galáctico dijo...

Vuestros buenos deseos van haciéndose realidad. Parece que la cosa evoluciona adecuadamente (con eso de “la cosa” me refiero a los males de mi hermano, no a él). Ya lo han pasado a una habitación (o a “planta”, como se dice técnicamente) y ahora hasta se puede poner él solo los auriculares de la radio. Tiene televisión en la habitación, pero en la posición horizontal en la que está, no puede disfrutar del “Diario de Patricia” ni de “Está pasando”, únicamente podrá escuchar los sesudos debates que se suscitan en tan interesantes programas, pero no podrá disfrutar de las imágenes. De todos modos, como la habitación es compartida y la televisión es de esas que requieren insertar una moneda para que se encienda, me temo que será siempre el vejete de al lado el que pague y, por tanto, elija el programa a ver.

Anónimo dijo...

Que se recupere pronto !

Alvarito dijo...

Vaya por Dios, me paso poco por tu blog y me entero de esta noticia. Espero que vaya todo bien, supongo que el accidentado ha sido Jose, sea el que sea mándale un abrazo de mi parte ya que con todos he pedaleado y todos me han dejado atrás al llegar las cuestas. Que se lo tome con tranquilidad, llevalé discos de esos que te gustan a tí para que se entretenga en su rigidez.
Pues nada, que se recupere pronto y, sobre todo, que se recupere bien.
Un abrazo para todos.

Meteorismo galáctico dijo...

¡Hola Alvarito!

Pues has adivinado, es Jose el accidentado. Él y yo somos la reserva pedalera de la familia. Espero que se recupere totalmente y pueda volver a humillarte en las cuestas dentro de poco.

Hoy ya le han permitido reclinar un poco la parte trasera del somier para poder liberarse de su horizontalidad por un rato. Parece que todo evoluciona bastante bien.

Anónimo dijo...

Meteorismo,

Espero que tu hermano se mejore.

Mi padre también es ciclista, se va a marchas para aficionados y entrena todos los findes; mi hermano también lo era hasta hace unos años, el competía en un equipo en carreras y en velódromo.

Por desgracia yo también he padecido varios "días sufridos" por parte de ambos, mi padre también se fracturó el pómulo entre otras cosas, y mi hermano estubo un par de días en la UCI, se calló en un velódromo mientras entrenaba porque se le cruzó un chaval que estaba jugando al futbol en un campo que hay dentro del velódromo, por no llevárselo por delante, y por no poder frenar, para el que no lo sepa, las bicicletas de velódromo son de piñón fijo, y por lo tanto no llevan freno.

Lo que te quería decir es que se recuperaron al a perfección, y con tu hermano va a pasar lo mismo, ya lo verás ;)

Anónimo dijo...

Soy ALvarito

Me alegra de que todo vaya bien. Este verano habrá que preparar la II Subida internacional a la Bola del Mundo por la Barranca y luego por el Camino de tierra de Navacerrada, espero volver a ver vuestras anchas espaldas.

Un saludo y a curarse del todo.

Anónimo dijo...

¡Que se mejore!

Por cierto... esa foto que adjuntas... ¿es tu dedo gordo del pie?....


Un saludo.

Taaaaarzanete!!!!

Anónimo dijo...

Espero que siga la recuperación de tu hermano viento en popa a toda vela, no corta el mar sino vuela, un velero bergantín..

Meteorismo galáctico dijo...

Parece que la salud de mi hermano sigue mejorando, y prueba de ello es que hoy, tras una semana de atasco “diodenal”, se ha explayado deponiendo unas cuatro veces (hasta ahora). La descripción de las hilarantes situaciones que acontecen cuando un enfermo que comparte habitación tiene que poner un “huevo” en su camita con la cuña (¡gran invento!), daría para un artículo de cabecera, pero como el protagonista de tan simpáticas situaciones no soy yo, me limitaré a hacer una breve exposición de los hechos que he presenciado.

Andaba hoy el paciente con retortijones en los “istentinos”, preámbulo habitual de una buena cagada con aparato sonoro. Mi madre, al aviso de “creo que voy a deponer” (la finura no está reñida con estas actividades fisiológicas tan denostadas como naturales), ha corrido a por la bacinilla para insertarla entre las nalgas del sujeto cagador y la cama.

Ha sido poner la cuña en su sitio y comenzar el espectáculo de sonido y hedor. Las pedorretas eran moduladas por la caja de resonancia de la cuña que, por tener forma de ángulo agudo, potenciaba eso, los sonidos agudos que, como todos los aficionados a ventosear sabemos, son los más hilarantes. A cada “toque de corneta” le sucedía, de modo casi instantáneo, una invasión de hedor pestilente que, para evitar en la medida de lo posible que afectase al otro ocupante de la habitación y a su esposa, yo intentaba expulsar haciendo efecto abanico con la hoja de la ventana (abriéndola y cerrándola con ímpetu). Mi madre, con buen criterio, me ha dicho que estaba haciendo un maravilloso trabajo de difusión de la pestilencia por todo el habitáculo, así que he dejado de abanicar y me he limitado a mantener la ventana abierta para que la corriente que fluía (demasiado intensa como para dejar la ventana suelta) sustituyese por aire nuevo el apestoso aire que salía de las entrañas de mi hermano.

No sé si se os habrá escapado alguna vez un pedo en presencia de gente con la que no tenéis la confianza suficiente. A mí sí, y os puedo decir que soy incapaz de mantener el tipo y lanzar miradas asesinas a otra persona para simular que el cuesco no ha sido mío sino del otro. Yo, en lugar de eso, me río y me río y, al reír, me peo y me sigo peiendo. Mi hermano, estando como está, no tiene ni el más mínimo problema en cagar con soltura y liberalidad, pero el saber que la gente de al lado estaba escuchando el “concierto” y, lo que es peor, oliendo sus efectos, nos producía una hilaridad incontenible que ha acabado siendo exteriorizada con carcajadas por parte de mi madre y yo y en forma de más pedorretas por parte de mi hermano.

Han sido momentos memorables. Desde aquí tengo que agradecer la simpatía y tolerancia de Don Pedro, el enfermo de la cama de al lado y de su esposa e hija. Los tres han aguantado con estoicismo tan ingrato espectáculo (a lo mejor no les ha resultado ingrato). Lo que no entiendo es cómo han sido capaces de aguantar la risa. Es algo inaudito. Si yo hubiese estado en su lugar, sin duda alguna me hubiese carcajeado a mandíbula batiente.

Y tras esta narración de tan hilarante situación os dejo hasta la próxima aportación.

Nuevamente quiero agradecer a todo el mundo sus buenos deseos. Le diré a mi hermano que lance unas cuantas andanadas a vuestra salud.

Anónimo dijo...

Meteorismo, conociéndote como te conozco siempre es grato disfrutar de tu compaÑía y compaña. Así que, Don Pedro (y no el de las llaves) estaría más atento de tus comentarios jocosos que de la tv de la habitación...

Saludos.
Tarzanete.