Como habréis notado, últimamente no suelo hablar del gobierno más que de pasada. No tengo claro si lo hago porque ya no sé qué decir de ZP que no se haya dicho ya o porque me estoy volviendo progresista (espero que sea por lo primero).
Hoy voy a contaros algo que seguro que os importa un pito, pero como hay que renovar el blog, lo contaré.
El lunes pasado (día de puente para muchos madrileños), cogí el Metro a eso de las 6:50 de la mañana como hago siempre (soy una especie de autómata para estas cosas). Entré en el vagón habitual y, al ver que no había sitio, me apoyé donde pude para proceder a la lectura de mis textos esotéricos (me divierten esas cosas). El caso es que, cuando me disponía a comenzar mi lectura noté que había un personaje que, mientras echaba un sueñecito se arrullaba con la melodía procedente de su teléfono móvil. El hombre parecía gozoso con la cabeza apoyada sobre el altavoz del teléfono que, a su vez, sujetaba con la mano derecha (el sonido era infame).
A esas horas tempranas os aseguro que no suele oírse una mosca en el vagón, tanto es así que yo me cuido mucho de no dejar escapar ninguna de mis famosas ventosidades por miedo a ser identificado por el resto de los viajeros. El caso es que la melodía arabesca (supongo que el ruidoso durmiente procedía de algún país árabe) llenaba el ambiente de un modo insoportable. Yo, con el estoicismo que caracteriza a los corredores de fondo, aguardé pacientemente hasta que la melodía terminase, cosa que ocurrió en un par de minutos. Se hizo el silencio de nuevo y la tranquilidad reinó otra vez, pero cuando me disponía a emprender la lectura que aún no había podido iniciar, vi con horror cómo el adormecido viajero abría un ojo para manipular su teléfono y encontrar otra melodía con la que “deleitarnos”. ¡Dios mío!, pensé yo, ¿Cómo puede haber gente así? Y, ni corto ni perezoso, me apresuré a cambiar de vagón en la siguiente estación y proseguir mi viaje con la tranquilidad debida.
Pero aquí no acaban mis peripecias de ese día. Tras mi dura jornada laboral (quienes me conocen saben que últimamente soy un trabajador entregado a mis tareas profesionales), cogí el Metro para volver a mi casita con la alegría de quien sabe que le esperan dos días festivos por delante (el uno y el dos de Mayo). En esta ocasión pude asentar mis glúteos en un asiento libre, con lo que el adormecimiento estaba asegurado. Comencé mi lectura, que no pasó de la primera página porque el sopor me invadió enseguida. El caso es que, mientras luchaba por seguir leyendo y no caer derrotado en brazos de Morfeo, comencé a oír un sonido rítmico y altamente distorsionado que, al pronto, no supe si provenía de mi ensoñación o del mundo físico circundante. El caso es que tan desagradable sonido me hizo vencer a Morfeo y regresar a este mundo tridimensional para contemplar con horror como una mujer había depositado su teléfono móvil en el bolsillo superior de su cazadora con el altavoz enfocado a mi triste persona mientras hacía sonar una infame melodía gitana y ella canturreaba (a menor volumen que su infernal teléfono) y movía los pies siguiendo el ritmo. No creo que sea necesario decir que la mujer que tan gozosamente exhibía sus gustos musicales, era gitana (seguro que alguien me tilda de racista por comentar este detalle, pero lo hago en aras de detallar la historia al máximo).
Nuevamente esperé con paciencia (ya me quedaba poca) a que finalizase la tortura, cosa que ocurrió al poco rato, pero nuevamente pude contemplar horrorizado como la “simpática” dama, sacaba el teléfono de su bolsillo y operaba en él para seguir haciéndonos gozar con una nueva melodía “étnica”. Estuve a punto de lanzarme a dialogar con la insoportable señora, pero dado el bajísimo nivel de mis reservas de paciencia, opté por levantarme de mi cómodo asiento e irme a aposentar contra alguna pared ubicada lejos de las ondas sonoras emitidas por el teléfono.
¿Tendrán algún significado esotérico estas coincidencias? ¿Qué placer pueden sentir estas personas en regalarnos su música sin que se lo pidamos? ¿Será que no se dan cuenta de que en este mundo puede haber gente que no goce con lo que ellos gozan? ¿Será que los demás somos invisibles e imperceptibles para ellos? ¿Será que hacen lo que les da la gana porque saben que nadie les va a decir ni media? ¿Será una táctica para conseguir asiento? ¿Qué será, será?
10 comentarios:
A mí muchas mañanas me pasa lo mismo. Encuentro gente por todos lados agrediéndome con sus voces sobre conversaciones que no le importan a nadie o músicas estridentes. Yo no soporto los ruidos, especialmente a esa hora. He tomado la determinación de ponerme mis auriculares con una música sinfónica a un nivel bajo, pero lo suficiente como para no oir el mundo que me rodea
Ya sabes lo que dicen, Meteorismo: "Si no puedes con ellos, unete a ellos".
Te recomiendo que lleves en tu móvil o, en su defecto, en un "casette" que pondrás a todo trapo en el Metro, los siguientes hits:
- No cambié, de Tamara.
- La Ramona, de Fernando Esteso.
- Boys, de Sabrina.
- El baile del pañuelo, de Leonardo Dantés.
- Vivo con tu madre, de el Payaso y DJ Pollo.
- La danza del sable, de Kachaturian.
- Soy cristiano homosexual, de José Ángel.
A los que puedes agregar algunos más de tu elección y retuerzas ese cuerpazo que Dios (o la "seleción" natural) te ha dado siguiendo su ritmo sincopado.
Debería existir una educación cívica respecto al móvil.
A mi a veces , me hacen sentir una mierdecilla , cuando estoy hablando con algún cliente y de pronto les suena el móvil , pasan de mí , y yo me quedo escuchando sus conversaciones absurdas mientras espero, comiendome el hígado ,pero ... con una sonrisa en la boca , porque dicen ...que el cliente, siempre lleva la razón(y el dinero).
Y me pregunto , que pensarían ellos, si yo hiciese lo mismo?
Vivir y dejar vivir...
Hay quien no tiene ni pajorera idea de lo que eso significa.
Lo lamento... hoy estoy de Lunes. No me apetece bromear sobre el tema, ya que hay verdaderos especialistas en levantarse por las mañanas planteándose como molestar al prójimo, y que se aprovechan de las pocas ganas de molestar de los demás para perpetrar sus abusos liberticidas.
He dicho.
Meteorismo,
Lo mejor es hacer como dice taz y como hacía nuestro amigo "El Peruano Autista", ponerse los casquitos y aislarse de la plebe..
Jajaja,
Los hits que mencionas son lo más, ¡guao!, tú y yo lo sabíamos, besitos para ellas y abrazos para ellos..
Me enorgullece tener un amigo de tu vasta(¿o era con b?..) cultura..
Algunas personas son muy molestas de vez en cuando, pero hay que reconocer que, de no ser por ellos no tendríamos aventuras que contar.
¡VIVAN LOS SERES MOLESTOS!
Esto me recuerda que en breve plazo se cumplirá un año de mi encuentro con Kashuma ¡Qué grades recuerdos!
Joder, excepto lo del timo, podría pasar por tí.
Yo también podría ser el calvo bilingüe de Valdevernardo.Ja,ja,ja,ja. O podría, porque ya no vivo allí, pero tengo tanto pelo como tú, jejejejejeje.
Parece mentira que en un barrio tan progresista como Valdebernardo hayamos coincidido dos fascistas reaccionarios como nosotros, estimado Taz.
Menos mal que yo ya voy convirtiéndome al progresismo y no me siento tan raro entre los ciudadanos de este barrio obrero de pisos de protección oficial cuyos garajes están llenos de coches de gran cilindrada.
ciertamente molestos, ahora hacen competiciones para ver quien lleva la música más hortera.
Hola Meteolismo soy Kashuma Aqui tengo tus tlecientlos eulos. Peldoname pol la taldanza.
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