Últimamente, con el rollo de la independencia de Cataluña,
parece que se ha vuelto molón, "cool", guay y chachipiruli hacerse
los comprensivos con esa ocurrencia que unos pocos, como suele pasar siempre,
han contagiado a demasiados. No paro de oír a gente que culpa al gobierno
central o, más bien, a Rajoy, del aumento de los seguidores de las tesis
independentistas. Critican, con la boca pequeña, sacar banderas esteladas y,
con la boca mucho más grande, exhibir banderas españolas. Hablan de lo malos
que son todos los nacionalismos pero culminan su discurso diciendo que el
nacionalismo español es peor. El caso es que yo no he visto a nadie (los hay,
pero casi no se les hace caso, gracias a Dios) en los medios de comunicación
defendiendo que España tenga que salir de Europa para liberarse del yugo del
euro y de las directivas del Eurogrupo. Pero si alguien como los de Junts Pel
Si o la CUP defienden cosas similares, son estupendos y se merecen estar en la
tele a todas horas. Rajoy es denostado como cabecilla de la extrema derecha, pero
Artur Mas parece que fuese el paladín de un ideario progresista de lo más
avanzado.
Se vende como estupenda esa idea tan repetida de que todos
los pueblos tienen "derecho a decidir". Esa frasecita es una más de las
que se ponen de moda y decimos sin ton ni son, sin pensar en qué significa. ¿Qué
es eso que tenemos derecho a decidir? ¿Cualquier cosa? Supongo que no querrán
eso los que cacarean ese supuesto derecho, porque lo mismo se le ocurre a
alguien someter a votación si se quiere expulsar de España (o de las múltiples
españas) a los políticos y, con gran probabilidad, como somos fácilmente
manipulables y bastante idiotas, saldría que sí.
La masa se moviliza con consignas tontas como la del "derecho
a decidir". Tanto es así que se olvidan de que el que los ha movilizado dirige
un gobierno, el catalán en este caso, que lleva varios años derrochando dinero
en memeces que favorecen a unos pocos y dejando de emplearlo en cosas que son
necesarias para muchos. Pero mola mazo salir a la calle rodeados de centenares
de miles de conciudadanos a dar apoyo a ese sinvergüenza cuya única tarea de
estos años pasados ha sido la de sembrar la discordia entre personas que
convivían felizmente. Mola mucho transportar una cabeza de flecha alrededor de
montones de personas sonrientes que creen que sus problemas se resolverán
levantando una frontera más.
Luego, como el ser humano es así de contradictorio (¿he
dicho ya que somos tontos?), tras pedir la creación de esa nueva frontera, reclamamos
que se abra, esa y las que ya existen, para acoger a la gente que huye de
países en guerra. Esto último me parece bueno, pero no entiendo por qué hay que
ayudar a unos, las víctimas de las guerras, y no a otros, la gente de otras
provincias españolas con menos renta. Me temo que, por desgracia, también es
cosa de modas más que de ideas propias y meditadas.
Otra cosa que es muy molona es hablar de los sentimientos de
los pueblos. Yo me pregunto qué leches es eso. ¿Qué es un pueblo? Yo diría que
no es nada sin la gente que lo compone y también supongo que cada persona
sentirá lo que le dé la gana. Eso de sacar una "media" de los
sentimientos de todos para decidir cuál es el "sentimiento del
pueblo" me resulta una memez de calibre superlativo.
Me cansa la sacralización de la democracia por parte de la
gente que dispone de un púlpito desde el que difundir falsedades y enardecer a
la masa para que secunde cualquier idea que se les ocurra proponer, por absurda
que sea. No tiene sentido someter todo a votación. No podemos saber de todo ni
tenemos la capacidad de discernir la mentira de la verdad a partir de tantas
cosas que nos cuentan. Yo voto a mis representantes, a los que creo menos
fantasmas y menos "bienqueda", para que tomen ellos las decisiones. Cuando me
parezca que lo hacen mal, dejaré de votarlos, pero no quiero que me den el
tostón para solicitar mi opinión sobre cada iniciativa que tengan porque no
tengo esa capacidad de decisión. Además, no quiero darles la justificación para
que, al cagarla, se refugien en el "lo decidieron los ciudadanos".
Es demasiado fácil unir a la gente cuando se inventa un
enemigo contra el que ir, pero es mucho más difícil esgrimir argumentos
sensatos que convenzan a la poca gente sensata que hay en el mundo. Somos
idiotas y gregarios, sí, lo somos, y nos gusta sentirnos parte de un grupo
grande. Preferimos la fuerza a la razón y, desgraciadamente, no siempre los más
fuertes tienen la razón (yo tampoco suelo tenerla).
5 comentarios:
Amén
Que el Señor te acompañe, estimado hermano.
Lo más cachondo del caso es que Arturito es tan de derechas como Naniano,CiU siempre ha sido el partido de la burguesía catalana..
Y además, es tan "no oficial" la estelada como la del águila..
Qué aburrimiento con los catalanes, por Dios. ¿Por qué les dan tanta cancha en los medios de comunicación? Yo es que ya no aguanto tanto monopolio en las noticias. Prefiero los documentales de las 2. Sí, esos que nadie ve. Que nos pregunten a todos los españoles si queremos seguir con ellos. A lo mejor decimos que se marchen... por cansinos.
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