Acabo de regresar de ver en el cine "La vida secreta de
Walter Mitty" y, como me ha gustado, os lo cuento. Empezaré diciendo, para
que quede constancia de mi carácter de intelectual, que la he visto en versión
original subtitulada y que, además, no he pagado un duro porque mi amiga
Cristina me ha invitado.
Es una película de trama sencilla, con algunas escenas muy
vistosas y un bello mensaje o, por lo menos, eso me ha parecido a mí, porque ya
sabemos que el arte lo entiende cada cuál como puede o como le da la gana, que
para eso vivimos en un estado de derecho (esto no viene a cuento pero me gusta
decirlo para que no olvidéis que soy un intelectual).
Sin ánimo de hacer "spoilers" diré que el señor
Mitty aparece como un empleado normalito de la revista Life, de esos que casi
nadie sabe que están allí y cuya vida es bastante simple, tanto que en su
perfil de una red de contactos, no sabe qué poner para parecer una persona
interesante. ¿Cabe mayor tragedia? Con lo bonito que es decir que has viajado a
lo ancho y largo de este mundo (como el Capitán Tan, de grata memoria para los
cuarentones y cincuentones), que has esquiado a toda velocidad por Chamonix al
lado de algún personaje de la realeza, que has estrechado la mano de Sylvester
Stallone (es mi ídolo), cantado en un karaoke con el Fary o recibido un beso y
un libro dedicado por Belén Esteban.
A veces nos empeñamos en querer ser como otros que alguien
ha decidido que son gente de éxito y no nos damos cuenta de que, para que esos
brillen tanto como lo hacen, hay montones de personas alumbrándoles con sus
focos o elevándolos sobre sus hombros. Personas de las que nadie sabe nada (salvo
sus allegados, claro). ¿Alguien sabe quién limpia la casa de Miguel Bosé (dudo
que sea él) para que sus niños crezcan felices y saludables? ¿Se habla del
preparador físico que consigue que Cristiano Ronaldo tenga ese torso que tantas
damas ansían abrazar? ¿Sabemos quién saca brillo a la corona de Don Juan Carlos
para que luzca con elegancia en su regia cabeza? ¿Quién será el que hace las
fotos a Miley Cyrus para conseguir que parezca tan chabacana y darle la fama
que ahora tiene?
Seguro que todos, o casi todos (que no es bueno generalizar),
contribuimos con nuestro trabajo, por cutre que parezca, a que alguien
particular, o un grupo, tenga éxito (merecida o inmerecidamente), pero no
deberíamos sentirnos mal por no ser nosotros los que ocupamos en centro de atención.
Vale más el abrazo de un amigo que el de un fan, la charla sincera y distendida
con un familiar que el debate en algún foro de renombre internacional, tirarse
un cuesco en casa con los tuyos que en una cena con Su Majestad.
No sé lo que pensaréis vosotros pero, aunque agradezco los
aplausos cada vez que canto en un karaoke, prefiero conocer a los que me
conocen que ser conocido por todo el mundo. En cuanto al éxito en la vida, cada
uno sabrá en qué consiste para él, pero a mí me parece que es tontería medirlo
por el número de amigos en Facebook, los consejos de administración a los que
pertenecemos, las vueltas al mundo que hemos dado, los kilómetros que hemos
corrido o los millones que hemos amasado. Yo creo que los mejores logros son
aquellos que nos pasan desapercibidos porque ocurren sin pensarlo y son
aquellos que tienen que ver con hacer sentirse bien a otros.
Queda pretencioso decir que uno ha hecho sentirse bien a
alguien, pero queda muy bien cuando es al revés, cuando se lo dices al que te
ha hecho sentir bien, así que hoy le diré a mi amiga Cristina que he pasado una
grata tarde gracias a su compañía y a la de Walter Mitty.