Es sábado. El sol brilla y hace una grata temperatura. Si no
fuese porque Estoy un poco acatarrado y no quiero agravar mi estado, me habría
ido a trotar para broncear mi calva y quemar unas cuantas calorías de esas que
ingiero a diario. El caso es que, en este estado en el que me encuentro, hacer
de escribiente no puede hacerme ningún mal, así que me he puesto a ello y, mientras
espero a que me llegue alguna idea sobre la que soltar un rollo, voy haciendo
esta introducción.
Parece bastante claro que, cuanto más se habla de algo en
los medios, más hablamos nosotros (la gente) de ello. Y, cuando el tema de moda
(podría llamarlo "trending topic", pero no me da la gana) cambia, el
foco de nuestra preocupación varía igualmente.
No sé si recordáis que, hace un par de meses, la preocupación
mundial era todo lo relativo a las decapitaciones de esos salvajes del Estado
Islámico. De vez en cuando se repatriaba a algún occidental aquejado de ébola a
su país y el foco cambiaba momentáneamente.
Luego el enfermo moría y todo se calmaba hasta que llegaba
alguna noticia sobre Pujol. Entonces pensábamos, una vez más, que todos los
políticos, de antes y de ahora, son unos sinvergüenzas.
Pasaban unos días y el señor Mas nos contaba sus nuevos planes
acerca de la "consulta". Se nos olvidaba lo de Pujol y unos
pensábamos que los nacionalistas catalanes son muy pesados mientras otros decían
que es muy democrático dejar votar a la gente (al grupo que uno quiera, no a
todos) para preguntar cualquier cosa.
Después aparece alguien que estuvo atendiendo a un enfermo
de ébola y se infectó. Se nos olvidan las bobadas de Mas, nos asustamos mucho y
nos cuentan que lo que hace unas semanas nos dijeron que estaba perfectamente
organizado y "protocolizado", resulta que era una chapuza. Nos
asustamos aún más y pedimos dimisiones en nuestras reuniones de café diario.
Algunos más comprometidos salen a la calle a insultar a la ministra de sanidad
y a cualquiera que tenga pinta de ser su amigo.
A los que nos pareció bien repatriar a los españoles
enfermos de ébola en su momento, ahora nos parece que fue una decisión
inaceptable. Pedimos que no se sacrifique al perro de la enferma porque es una
crueldad, pero, eso sí, nos olvidamos de que ese perro está en una vivienda con
vecinos que, tal vez, no quieran arriesgarse a tener allí un posible foco de
ébola.
Otros piden que se estudie al perro, así no estará
suponiendo un peligro para los vecinos y se podrán sacar conclusiones interesantes
sobre la enfermedad. Pero los que piden eso no se dan cuenta (o sí) de que el
estudio lo tienen que hacer personas que correrán un riesgo y que, para hacer un
estudio, antes hay que saber qué estudiar y cómo hacerlo.
Criticamos mucho a los políticos porque toman decisiones
apresuradas y sin preparar nada, pero nosotros somos igual de idiotas (aunque
nuestra responsabilidad es menor, eso sí) y pensamos que, efectivamente, se
pueden poner en marcha cosas complejas de
un instante a otro.
Gracias a Dios, la auxiliar enferma está mejorando, así que
lo que interesa hoy es la asamblea constituyente de Podemos.
¿Qué será lo que importe a la ciudadanía mañana? Entre los
políticos y los periodistas, nos lo harán saber. Tened paciencia.
P.D.- No he hablado de Gran Hermano porque sé que no os interesa ese gran "estudio sociológico" a casi ninguno, pero, por si hay algún bicho raro leyendo, diré que Lucía fue expulsada y que todo puede pasar entre Paula y Omar. No me digáis que no es emocionante.
4 comentarios:
Sinceramente, me quedo con el gran hermano.
Anoche me ventoseé en un tubo de Lizipaina y de inmediato lo tapé. Hice la prueba a los 30 minutos de abrirlo e inspirar fuertemente. Doy fe que todas las propiedades organolépticas del cuesco se mantenían intactas.
Estimados anónimos, agradezco vuestros gratificantes comentarios. Sobre todo la narración del experimento flatulento en el bote de Lizipaína. Yo, de pequeño (y no tan pequeño) hacía lo mismo en botes de Redoxón, que, como bien sabrá el anónimo científico, tenían un volumen triple del de Lizipaína. Esos botes conservaban durante mucho tiempo el olor anaranjado de las pastillas de vitamina C, y acidificaban y daban frescor a los gases intestinales que allí guardábamos. De modo que, al abrirlos para atacar a personas inocentes, los efluvios escapaban vaporosamente, al modo del genio de la lámpara de Aladino pero desprendiendo aromas inaceptables para la mayoría de los mortales.
Maravillosos y hediondos comentarios que he degustado como se merecen..
Vaya,yo no hice la prueba del "Redosón", pero siempre hay tiempo..
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