Creo que todos los que trabajen, o hayan trabajado, en alguna empresa grande (iba a decir
"gran empresa", pero eso tiene un sentido positivo que me cuesta
atribuir a algunas empresas grandes) algún tiempo, habrán visto que la
burocracia crece día a día a la par que la ineficiencia. A pesar de todo, los resultados económicos de muchas de ellas
suelen variar de buenos a excelentes. Excelencia que no solemos percibir los
que estamos en la base de tan egregias compañías salvo por el hecho de ver cómo
cambia la web de los empleados para ser cada vez más colorista y cómo se gastan
ingentes cantidades de dinero para renovar las aplicaciones en las que tenemos
que registrar las horas trabajadas para los que subcontratan nuestros
servicios.
Puestos a elegir, yo diría que los candidatos a un puesto de
trabajo solemos tender a seleccionar una empresa grande o muy grande (de 500 o
más empleados) sobre una más pequeña o diminuta. Pensamos que la posibilidad de
progreso profesional será mayor en un mastodonte empresarial que en una empresa
familiar. Y no nos falta razón, La pirámide jerárquica de las compañías grandes
suele constar de una multitud de puestos existentes entre el vértice del poder
presidencial y la base en la que se extiende la capa mindundi (de la que yo me
siento un feliz miembro). Y todos esos puestos tienen que estar ocupados por
alguien que, si nos empeñamos, podemos ser nosotros.
El caso es que, con los 21 años que yo llevo trabajando en empresas
grandes, subcontratado (o resubcontratado) por otras empresas también grandes,
nunca me ha parecido deseable ninguno de esos puestos en los que uno puede (o
debe) olvidarse de las capacidades técnicas adquiridas durante sus estudios
para dedicarse a "gestionar". Bonita palabra que, como tantas otras,
de tanto usarla erróneamente, ha perdido todo su sentido para pasar a
significar cosas como las siguientes:
- Hacer el paripé simulando tener todo bajo control.
-Afirmar con rotundidad aquello que se desconoce.
-Comprometerse a que otros (los subordinados) hagan cosas
que uno no sabe hacer y, por tanto ignora si pueden hacerse en los plazos a los
que se compromete.
-Culpar a "su equipo" (el equipo es lo que
supuestamente se gestiona) de los fracasos cosechados a pesar de haberlo
gestionado con brillantez.
-Escribir documentos y mensajes llenos de faltas ortográficas
e imposibles de comprender y rellenar hojas Excel con datos falsos pero que
sirven para cumplir con la norma ISO 9012.
Está claro que no todos los gestores son tan lerdos como el
prototipo que yo he descrito, pero para reírnos un rato es mejor hablar de
éstos y no de los buenos (no tengo claro de qué tipo hay más, encargaré un
estudio a la Universidad de Wichita en cuanto me devuelvan el importe de mis
sellos de Afinsa).
Todo esto viene a cuento de que, hace unos días, cotilleando
en LinkedIn, esa gran red de contactos profesionales, vimos el perfil de alguien
que indicaba que era "value creator". Tras la carcajada compartida
con el amigo que lo descubrió, me
planteé la cantidad de imaginación que hay que echar para poder definir la todas
esas tareas completamente inútiles que tantas y tantas personas desarrollamos
en las empresas grandes. Este tipo ha sido listo. Como ahora está de moda
"poner en valor" o "aportar valor añadido" a las cosas, él
se ha declarado experto (otra palabra que detesto) en hacerlo. Si, además, lo
pone en inglés, ya tiene ganados unos puntos más.
Por los comentarios que ponen quienes conocen a nuestro
amigo el "value creator", parece ser un tipo majete con el que da
gusto trabajar. Si es cierto eso, todas las tontunas que pueda poner en su
perfil me parecerán bien porque creo que una de las cosas más importantes en el
entorno laboral es eso, ser buena
persona.
Ahora recuerdo otro de esos cargos simpáticos que me
comentaron hace unos meses: "facilitador". Supongo que es al que le
pides lápices, grapas, clips y folios, en su versión de menor rango y, los de
más larga trayectoria, serán los que ayudan a los grandes profesionales a conseguir sus
hitos en la dura tarea de llevar a buen puerto los ambiciosos proyectos en los
que se embarcan durante la travesía del ascenso en su carrera (esta frase es
totalmente lideral).
La burbuja inmobiliaria estalló hace unos años, pero la
burbuja de la memez empresarial sigue hinchándose día a día gracias a gente
que, sin saber hacer la o con un canuto, inventa nuevas "positions",
como les gusta a ellos denominarlas, desde las que llevan a "sus equipos"
hacia abismos de fracaso. Eso sí, antes
de que todos se despeñen, ellos suelen tener la habilidad de saltar a otra gran
empresa con algún premio que los avala como excelentes ejecutivos, y allí
comienzan de nuevo su tarea de guiar a la gente con la venda que tapa sus ojos.
P.D.- Esto no viene a cuento, pero me apetece ponerlo: me
importa un pepino que Madrid sea capital olímpica o no. Es que me cansa ese
discurso de que "todos y todas" queremos las olimpiadas en Madrid.
¿Cómo lo saben? ¿A quién han preguntado?
4 comentarios:
¡Me ha encantado tu artículo! A ver si te prodigas más y sigues poniendo a caldo a determinada gente empresarial
Agradezco tus parabienes, Zarzamora. Seguiré consignando mis críticas al mundo del paripé laboral cada vez que se me presente la ocasión y sea capaz de vencer a la pereza.
"Excepcional" artículo sobre el mundo laboral en nuestra nación de naciones..
"Esijo" que escribas un "pos" sobre nuestro antiguo líder y zar del paripé,Yei Yei..
Estoy totalmente de acuerdo. Hace unos pocos años había otro slogan que decía que determinado pueso consistía en: "Hacer que las cosas pasen" o, en su versión más guay: "To make the things happen". Era el slogan de los "winners", Otra paparrucha más, porque al final, los que hacen que las cosas pasen, somos los de abajo.
Por cierto, yo también estoy en el nivel "mindundi", y estoy orgulloso de ello. Puedo decir las cosas como las pienso, y si veo que hay algún riesgo en ello, le digo al jefe lo que quiere oir y ya está...Es triste decirlo, pero no me pagan por corregir los errores de los demás poniendo en riesgo mi puesto de trabajo.
Tengo un compañero de trabajo bastante parecido a mí. Sabemos que somos unos "loosers", pero también sabemos que somos de lo mejorcito haciendo nuestro trabajo. Nos reimos de los "winners" petulantes cuyo trabajo principal es aparentar que hacen algo de provecho, pero que en cuanto alguien rasque en su superficie s encontrará con... nada. En resumen, nos lo pasamos bien en el trabajo, y lo que es más importante: también fuera de él.
¿Quienes son los winners y quienes los loosers? Me parece que los de arriba tienen los conceptos cambiados.
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