Estimados y abandonados lectores:
Muchos de vosotros (decir eso de un grupo de dos o tres
personas suena pretencioso, pero me gusta) ya sabéis que el día uno de Julio me
caí de la bicicleta y conseguí que se rompiera un poco la cabeza del radio (el
hueso del antebrazo que permite que hagamos los movimientos rotatorios de
muñeca). A pesar de que la cosa no fue terrible, tuve que estar hospitalizado
para que me operasen y extrajesen las esquirlas del hueso que andaban
entorpeciendo la movilidad de mi maltrecho brazo. Fue una operación sencilla y
gozosa. Me durmieron por completo y no me enteré de nada. Ya no me dan miedo
los quirófanos como antes de esta experiencia. Tras el éxito quirúrgico mi
brazo izquierdo fue inmovilizado con una férula (no “célula” ni “cédula”) durante casi dos semanas. Ayer mi brazo fue
liberado y, como cabía esperar, su movilidad era básicamente la misma que tenía
cuando estaba encerrado en el vendaje. Cualquier intento de flexionar el codo
por encima o por debajo de los noventa grados era una quimera. Girar la muñeca
para ver la palma de la mano era imposible y hacerlo en sentido opuesto no era mucho
más fácil: mi brazo se había acostumbrado a la falta de libertad y ahora no era
capaz de aprovechar la que tenía (es lo que nos pasó a muchos cuando Franco
murió).
Durante estos días en los que he vivido (y sigo viviendo)
utilizando un único brazo, me he dado cuenta de lo maravilloso que es poder
usar los dos. Intentad frotar la axila derecha con la mano derecha. Se puede,
pero la intensidad en la fricción deja mucho que desear, con lo que uno no se
queda satisfecho con la higiene en ese “alerón”. Menos mal que la limpieza del
ojete no requiere de dos manos, si no mi existencia (y la de los que me rodean)
hubiese sido insufrible.
También experimenté la posibilidad de planchar con un solo
brazo. Lo conseguí, pero tengo que reconocer que tardé bastante más y eché de
menos la labor de la mano izquierda palpando la manga de la camisa para
detectar posibles arrugas en la parte posterior (la que no se ve). Cortar
rodajas de melón también tiene su complicación, sobre todo si éste es
grandecito. Al final hay que apoyarlo contra el pecho y, si no te has puesto un
delantal, te pringas. Fregar los platos no es complicado, pero a veces el plato
gira con el estropajo y no hay manera de quitar algún pegote pertinaz. Capturar
las últimas cucharadas de la sopa sin poder inclinar el plato con la otra mano,
también son tareas complejas. Eso sí, para este caso siempre se puede coger el
plato y pegarlo a la boca para inclinarlo y sorber el remanente, pero esto no
se puede hacer en cualquier lugar (a no ser que a uno no le importe ser centro
de las miradas del resto del establecimiento).
A la hora de ir a la compra también he detectado
inconvenientes, no insalvables, pero sí incómodos. Antes, mientras la cajera
del Ahorramás iba pasando mis productos (botes de Nutella y paquetes de Bonys y
Tigretones) yo iba pasándolos velozmente a mi bolsa utilizando mis dos brazos de
modo que, cuando ella terminaba y me decía el importe, yo ya había sacado la
cartera y podía pagarle en el acto. Luego, con una mano recogía el cambio y con
la otra abría la cartera para guardarlo con gran celeridad y dejar hueco para
el siguiente cliente. Tengo que reconocer que, al verme impedido, las
simpáticas operarias se prestaban amablemente a llenar la bolsa para dejarme ir
sacando la cartera con una mano para posarla donde se pudiera y, extrayendo con
dificultad las monedas y los billetes, pagar la compra.
De momento he descrito actividades que, aunque con dificultad,
se pueden llevar a cabo con una sola mano, pero hay otras que, o tienes dos
manos, o tienes gran ingenio, o no puedes llevar a cabo. ¿Cómo vacías una
espinilla que tienes en la mejilla y que no es lo suficientemente gorda como
para hacer pinza con el índice y el pulgar de la mano que funciona? ¿Cómo te
rascas la oreja izquierda cuando estás hablando por teléfono mientras sujetas
el aparato con la derecha? ¿Cómo das vueltas a las patatas en la sartén con una
sola mano? Con lo torpe que soy, seguro que se me vertería su contenido sobre
los pies.
Confío en que la movilidad regrese en breve plazo a mi brazo
(algo más que ayer sí que puedo mover hoy el codo y la muñeca) y pueda volver a
gozar del placer te usar los dos brazos. Espero no volver a olvidarme de lo
agradecido que tengo que estar a ambos por permitirme llevar una vida
comodísima.
Tengo que reconocer que,
a pesar de las dificultades, se puede sobrellevar la vida con un brazo
atascado, pero no es menos cierto que hasta que a uno no le falta esa
movilidad, no se da cuenta de lo que facilitan la vida los dos brazos.
Y ahora me despido de vosotros agitando señorialmente la
mano derecha mientras la izquierda se limita a estar posada sobre el teclado
(un poco agotada de tanto tecleo).
2 comentarios:
Espero que pronto el brazo recupere bien la movilidad. Con lo que has dicho pienso en la cuesta abajo que inician las personas mayores cuando, por diversas circunstancias, dejan de moverse. Aunque no tengan impedimento físico aparente, quizá la inmovilidad vuelva sus miembros, primero perezosos y, luego, inútiles.
Gracias por poner mi blog ahí al lado. Espero que os guste. Felices vacaciones a todos.
Zarzamora
Pues mi hijo tiene un truco estupendo para comer la sopa con una sola mano. Cuando le queda poco coge el tenedor y lo coloca debajo del plato, de manera que el plato queda lo suficientemente inclinado para poder rebañar cómodamente las últimas cucharadas.
Mi hijo tiene las dos manos útiles, pero es muuuuuyyy vago.
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