
Valga esta absurda introducción como inicio de mi sarta de sandeces para hoy. No he mirado lo que escribí por estas fechas hace un año y hace dos (¡se va haciendo mayor este blog!), pero si alguien lo comprueba, es altamente probable que me repita ¿Os habéis fijado en lo mucho que nos repetimos los seres humanos? Somos especialistas en decir las mismas cosas en circunstancias semejantes ¡Qué poco originales!
Seguramente hablé de los propósitos para el nuevo año que hacen muchas personas (propósitos que suelen quedarse en eso) o de la carrera de fin de año, la Sansilvestre Vallecana, en la que participo desde hace ya un buen número de años sin haber conseguido jamás hacerme con un puesto en el podium. Cada vez va más gente a esa carrera. Lo que no sé es si eso significa que se incrementa el número de aficionados a la carrera pedestre o que cada vez se hace mejor publicidad del evento (me inclino por lo segundo). El caso es hacer algo especial en ese día por una razón tan tonta como que se termina un año y empieza otro.
No sé qué fundamento tienen esas teorías sobre el inconsciente colectivo, pero lo cierto es que hay algo que hace que una gran mayoría de personas se sienta necesitada de hacer cosas especiales el día 31 de Diciembre. Lo que también es verdad es que muchas personas piensan que hacer algo especial es quedarse viendo los especiales de fin de año que ponen en casi todas las cadenas de televisión. Yo mismo he hecho tal cosa en más de una ocasión (después de correr la Sansilvestre, así que yo hice dos cosas especiales en tan “mágica” noche).
Y ahora insto a los sufridos lectores a hacer su resumen del año que termina y a expresar sus deseos para el que comienza (no es necesario que diga, pero lo haré, que también podéis decir sandeces ajenas a este tema).
Felicidades para todos y todas (este final está dedicado a los progresistas que nos leen).