domingo, 25 de abril de 2010

¿Es usted puta, o no es puta?

Hace unos días, en “La Noria”, ese gran programa de Tele5, entrevistaron a Pedro Ruiz que, por si no lo sabéis acaba de publicar un libro.

Los entrevistadores eran: Terelu Campos, Jimmy Jiménez y María Antonia Iglesias. Esta última, que, como sabréis, tiene más mala leche que un yogur caducado hace un año, comenzó su intervención recordando que Pedro Ruiz defraudó a Hacienda hace años. No dijo, por supuesto, que aquella demanda, o lo que fuese, fue archivada en su momento. Yo no sé si realmente hubo fraude o no lo hubo, pero el caso es que aquello se archivó, con lo que, tras tantos años, sacar eso a relucir, de la forma en que lo hizo nuestra musa de la crispación, creo que no es de recibo (aunque sí muy entretenido). Pedro Ruiz, con calma, le respondió, pero ella siguió en sus trece.

A pesar de que Ruiz dijo que su causa había sido archivada, le pidió que dijese claramente si había sido un defraudador o si no lo había sido. Mencionó que ella usa un latiguillo para solicitar a sus entrevistados que se decanten. Ella les dice: ¿Es puta o no es puta? Refiriéndose a que la respuesta a su pregunta tiene que ser sí o no.

Más tarde hizo referencia a la supuesta táctica del señor Ruiz de hacerse la víctima (tener en cuenta este detalle para cuando describa cómo terminó la señora Iglesias su entrevista) y de llevarse muy bien con las señoras de la derecha. Nuestra amiguita María Antonia aprendió muy bien en el cole la lección de derecha e izquierda y todo lo clasifica en alguna de esas dos categorías, no hay nada ajeno a esa taxonomía (me apetecía escribir una palabra pedante) para ella.

Como Pedro Ruiz dejó claro que, si tuviese un nuevo programa, no entrevistaría a ningún político (también dijo que no votaba), nuestra querida M.A. saltó con que esa era la actitud de los “falsos independientes de derechas, que son fascistas que añoran el franquismo”. Y se quedó tan pancha (también muy divertido).

En cierto momento, habiendo sido M.A. tan insistente con la suposición de que el humorista (poco gracioso, por cierto) se había beneficiado mucho gracias a “la derecha”, él le solicitó con insistencia que dijese qué partido le había “untado”. Ella se iba por peteneras y seguía diciendo sandeces. Pedro, cansado de sus divagaciones, para que contestase con claridad le soltó ese latiguillo que ella había mencionado antes: “María Antonia ¿pero es usted puta o no es puta?”.

Ella se quedó en silencio unos instantes (¡milagro!) y habló para decir que no pensaba quedarse allí, sentada frente a un hombre capaz de insultar a una mujer (tal vez no le parece mal insultar a un hombre). ¡Pero María Antonia! Si llevabas tú más de diez minutos insultándole a él! En fin, que la pobrecita M.A. decidió hacerse la víctima (lo mismo de lo que acusó a Pedro Ruiz al principio).

Esta mujer es insoportable, pero está claro que sirve para montar espectáculos. Por eso está en Tele5, aunque probablemente no le guste Gran Hermano por considerarlo telebasura. Esto no lo he contrastado, pero da igual ¡VIVA LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN! Podemos insultar sin pruebas a quien nos plazca.

El vídeo completo lo podéis ver aquí (con publicidad), porque en el resto de lugares en los que he buscado, sólo aparece un pequeño fragmento en el que, sin que M.A. quede muy bien parada, parece que Pedro Ruiz es una especie de degenerado que no respeta a las "dulces" ancianitas.

sábado, 10 de abril de 2010

Los peligros del correo electrónico

Ayer fui partícipe de una simpática historia que quiero compartir con vosotros para haceros perder el tiempo.

El marco en el que tuvo lugar la aventura fue el centro laboral al que acudo cada día para desarrollarme como persona humana y, sobre todo, como necio. Como ocurre en casi todos los entornos de oficina, el correo electrónico se usa con profusión para intercambiar información de todo tipo pero, mayoritariamente, confusa, mal redactada e inútil.

Sirva ese rollo como introducción para que vayáis poniéndoos nerviosos esperando ver a dónde llega todo esto.

Nuestro trabajo de informáticos consiste en hacer cosas que otros nos mandan, pero como cada vez hay más personas que mandan y más cosas que hacer, todo se lía mucho. Gente a la que no conocemos hace cosas que ignoramos en qué consisten. Nosotros hacemos otras cosas que los otros ignoran también. Y, para que todo adquiera sentido, alguna persona que tiene visión global (eso es lo que creen algunos) de lo que unos y otros hacemos, decide que las cosas se interconecten. El caso es que lo que, en principio es sencillo, acaba siendo un infierno porque los que hacemos esas conexiones, seguimos nadando en la ignorancia de aquello que conectamos.

Otras personas se dedican a probar esa cosa rara que ha aparecido como resultado de la conexión entre programas y, obviamente, aparecen errores. Esos errores acaban transmitiéndomelos a mí (podrían transmitírselos, por lo menos, a otras dos o tres personas, pero mi calva debe de ser más brillante y se ve desde más lejos). Yo reviso la cosa y, si veo que el problema radica en lo que yo he hecho, comunico mi metedura de pata, arreglo la cosa y todo queda solucionado. Si, por el contrario, detecto problemas en otros puntos, comunico de qué se trata y, con el problema identificado (tras varias horas de compleja y profesional investigación) transmito a la persona responsable el resultado de mis pesquisas para que se arregle el problema (a veces incluso agradecen mi labor, otras se limitan a arreglarlo y pasan de mí).

El caso es que ayer no supe resolver la incidencia que me comunicaron. Redacté un documento en el que explicaba por qué no podía ni sabía resolver aquello y se lo envié a la persona de la que dependo (mi jefa, para entendernos). Lo que decía en el correo no tiene mayor trascendencia, pero lo que se desencadenó a partir de ahí fue muy divertido.

Aquí van los correos (he cambiado los nombres para preservar la intimidad de los protagonistas).

Todo comienza con algo parecido a esto:

De: Meteorismo Galáctico
Enviado el: viernes, 09 de abril de 2010 8:55
Para: Belén Esteban
CC: Kiko Hernández; Carmen Lomana
Asunto: RE: Incidencia ESP:59941

Buenos días Belén:

No he conseguido reproducir la incidencia que me habéis enviado. Necesito más información para saber cómo llegar a los puntos en los que se dice que se produce ese error. Accediendo por donde yo sé hacerlo, no ocurre lo que se dice.

Belén quiere compartir con Kiko sus sentimientos de impotencia por la ineptitud de Meteorismo pero, al recolocar los destinatarios, se equivoca y me pone a mí en lugar de a Kiko.

De: Belén Esteban
Enviado el: viernes, 09 de abril de 2010 8:59

Para: Meteorismo Galáctico
Asunto: RV: Incidencia ESP:59941

Joder, el figura nunca resuelve nada
Un saludo,

Yo, al ver el correo, me quedé un tanto perplejo porque nunca había visto a Belén escribir un mensaje en ese tono. Compartí la misiva con mis dos compañeras, amigas y confidentes para ver qué opinaban ellas y, riéndose, me señalaron diciendo: ¡Eres el figura!

Pensé ir a hablar con Belén para aclarar el tema y, de paso, reírme un rato de la situación al verla azorada, pero llegó otro mensaje que me instaba a resolver otros problemas detectados en el mismo programa basuril, así que antepuse mi deber de profesional a mi deseo de reírme y pospuse la visita.

Pasado un rato, cuando ya había descubierto alguna cosilla que podía resolver del nuevo problema planteado, decidí escribir el mensaje siguiente:

De: Meteorismo Galáctico
Enviado el: viernes, 09 de abril de 2010 10:11
Para: Belén Esteban
Asunto: RE: Incidencia ESP:59941

Hola Belén:

(Leer con tono simpático).

Esto del correo tiene mucho peligro pero a la vez es la mar de divertido. Creo que el destinatario que has puesto en este mensaje no tenía que ser yo ¡Maldición! Pero reconozco que me divierte pensar que soy “el figura” que no resuelve nunca nada.

A ver si consigo limpiar mi honor resolviendo algo de la nueva incidencia que han enviado.

Un saludo.

Me encantaría haber visto la cara de Belén al leer mi correo, pero hay gozos que nos están vedados. El caso es que ella fue elegante y supo reconocer que había metido la pata. Mantuvo el tono simpático y esto es lo que me envió:

De: Belén Esteban
Enviado el: viernes, 09 de abril de 2010 10:16
Para: Meteorismo Galáctico
Asunto: RE: Incidencia ESP:59941

Efectivamente, leer en tono simpático.
Yo sí que soy una figura que no resuelve nada, y encima esto que lo llevaba Lydia Lozano que está de baja ahora y me lo han endosado a mí, ni p. idea… En fin, que me perdones y que me puedes llamar lo que quieras.


Me cuesta no ser el último en hablar durante un debate, así que seguí adelante:

De: Meteorismo Galáctico
Enviado el: viernes, 09 de abril de 2010 10:21

Para: Belén Esteban
Asunto: RE: Incidencia ESP:59941

No te preocupes ni un poco, Belén. No sabes lo divertidas que me parecen estas confusiones generadas por correos enviados a la persona equivocada (yo he metido la pata más de una vez). Además, esta mierda de evolutivo puede sacar de sus casillas a cualquiera (Lydia no lo habría aguantado y se habría ido a buscar a la hija de Al Bano y Romina Power).

Lo de “figura” supongo que lo habrás dicho por mi envidiable tipín, así que, en el fondo, me he sentido halagado.

Ni se te ocurra sentirte mal por esta tontería. A mí me ha encantado.

Parece que a Belén tampoco le gusta que sea otro el que termine las conversaciones. Me venció y fue ella la que terminó el debate.

De: Belén Esteban
Enviado el: viernes, 09 de abril de 2010 10:26
Para: Meteorismo Galáctico
Asunto: RE: Incidencia ESP:59941

Jaja, eres un figura, sin duda.
Gracias

Pasado un rato me acerqué a su despacho para comentarle unas cosas relativas al trabajo (o lo que sea eso que hacemos) y, al verme, escondió la cara entre sus manos mientras decía “¡qué vergüenza! Perdóname”. Yo, con esas cualidades que mi nuevo talante progresista me ha dado, sonreí, le di una palmadita en la espalda y le dije “tranquila Belén, no pasa nada, ha sido todo muy simpático”. Seguimos hablando de lo que me había llevado a su despacho y allí terminó la cosa.

Reconozco que, a pesar de lo gracioso de la situación, estoy dolido por haberse puesto en duda mi profesionalidad, sobre todo porque yo pensaba que, tras varios años deambulando por otras empresas en las que mi trabajo consistía en no hacer nada o en hacer cosas evidentemente inútiles, ahora llevaba un tiempo pensando que, de entre las decenas de memeces que tengo que hacer diariamente, a veces sacaba adelante alguna cosa útil o resolvía algún que otro problema con cierta eficacia.

Saber que soy considerado “el figura que nunca resuelve nada” me ha abierto los ojos. Tendré que cambiar mi táctica y aplicar esas técnicas de paripé que Viajero Estelar (antes conocido como Antares) y yo hemos aprendido de los grandes maestros que hemos tenido como jefes en nuestra dilatada andadura profesional. Desde el lunes comenzaré a aplicar estas excelentes normas para alcanzar el éxito:

1-Afirmar con rotundidad aquello que se desconoce.
2-Confirmar la corrección de lo que se sabe que está mal.
3-Decir que la absurda burocracia que se nos impone es valiosísima para alcanzar altas cotas de calidad en los “deliverables”.
4-Planificar el trabajo con “plazos agresivos”.

Seguro que vosotros podréis aportar más puntos a esta lista hasta convertirla en un decálogo (por razones que desconozco, ninguna lista que tenga menos de diez puntos es tenida en cuenta para nada).

P.D.- El problema que no supe resolver, finalmente fue asumido por otro grupo, con lo que quedó acreditado que “el figura”, ciertamente, no era responsable de aquello.

domingo, 21 de marzo de 2010

Contradicciones


Acabo de leer una noticia en Libertad Digital cuyo titular reza así: “El editor de manuales anticapitalistas de EpC vive en un chalet de 400 metros”.

Lo de “EpC”, para quien no lo sepa, significa “educación para la ciudadanía”. En el mundo de los negocios supongo que lo que importa es vender y, si lo que se vende entra en conflicto con las ideas de uno, en muchas ocasiones se da prioridad al beneficio antes que a la coherencia. No juzgaré la actitud del editor porque probablemente no habrá leído casi ninguno de los libros que publica, le bastará con saber que se venden y que contribuyen a incrementar los beneficios que saca su empresa.

Lo que me parece absurdo, tanto en este tema como en otros, es la facilidad que tenemos para defender de boquilla principios grandiosos que, en cuanto bajamos del púlpito, contravenimos con total alegría. Es muy bonito utilizar el libre mercado para vender libros que lo atacan. Mola mazo volar de un lado a otro en un jet particular para pregonar que estamos calentando el planeta por ir en coche a trabajar. Es estupendo “okupar” edificios ajenos mientras nadie toque las propiedades de “papá”, que es el que nos paga la factura de las birras con las que atraemos a la ciudadanía a las “actividades kulturales” que organizamos en esas “kasas okupadas”. Queremos tener todo tipo de beneficios sociales y facilidades laborales para nosotros pero, cuidado, a la señora que viene a limpiar a casa, mejor no le hacemos contrato y, si tiene que alargar su jornada porque nos interesa, debería hacerlo sin rechistar. Lo que haga nuestro partido político favorito es bueno, pero si el opuesto propone lo mismo, es una indecencia y un indicio de su falta de talante democrático.
Obviamente no todo el mundo hace esas cosas que he relatado. Hay personas que intentan ser coherentes con sus ideas y justas con los demás (tal vez sean mayoría). Probablemente podamos encontrar entre los más reivindicativos de nuestros conciudadanos (esos que no paran de quejarse de todo) a los que más ejercitan la contradicción en sus vidas.

Estamos acostumbrados a vivir en un estado de contradicción constante pero, a pesar de ello, defendemos a ultranza nuestra gran coherencia y la firmeza de nuestros principios. Y yo me pregunto ¿Qué principios son esos que nos permiten defender una cosa y la contraria, dependiendo de la ventolera que nos dé?

Por mi parte hace tiempo que decidí que no tengo principios. En cada momento pienso lo que estimo oportuno. Más habitualmente no pienso nada o, para no tener la mente en blanco, divago sobre sandeces varias. A lo mejor sería más interesante dejar la mente en blanco, creo que en eso consiste el “nirvana”. Esta actitud, lejos de librarme de las contradicciones, probablemente las agudice pero, por lo menos, no las niego y me doy cuenta de su existencia.

Me cansa tanta seguridad ficticia, tanto “salva patrias” que se gana el aplauso de su ganado subiendo el tono de la voz en lugar de diciendo cosas sensatas (suponiendo que alguien sepa lo que es una cosa sensata. Yo no).

Y tras esta perorata, iré a gozar de un rato de telebasura, nuevo producto de la contradicción humana. Casi todo el mundo que la critica suele ser público activo de ese gran invento del entretenimiento televisivo (a mí me encanta).

domingo, 7 de marzo de 2010

Un perro fiel (y paciente)


Acabo de ver una película que, según creo, no ha tenido éxito alguno (yo la he “comprado” en Internet). Se trata de “hachiko: a dog's story” o, en su traducción española, “Siempre a tu lado, Hachiko”. La película es muy sencilla y puede resultar un poco pesada, pero a mí me ha gustado. Trata de un perro que adora a su amo. Lo acompaña cada mañana hasta la estación de tren y, a su regreso por la tarde, está allí, esperándolo para ir a casa con él. Lo interesante de la historia (o no, según para quién) es que, una vez muerto su dueño, el perro siguió acudiendo cada tarde a esperar al amo fallecido durante nada menos que diez años, hasta que el propio animal murió.

Según aparece en la Wikipedia, la historia es real (en lo esencial). En lugar de ocurrir en Norte América ocurrió en Japón y, en lugar de Richard Gere, el dueño era un japonés nada famoso, pero la idea es la misma.

¡Qué bella entrega la de este animal! Reconozco que me he emocionado más que con los reencuentros de antiguos concursantes en Gran Hermano. Me ha parecido mucho más creíble el amor de ese perro (a pesar de ser también un actor) que esa amistad de sainete que se profesan los concursantes de mi programa favorito.

En un mundo en el que enseguida nos aburrimos de los demás, hubo un perro que, a pesar del tedio que supone esperar a alguien, estuvo diez años aguardando a que llegase quien no llegaría jamás. A lo mejor hay que ser perro para poder aguantar tanto porque, lo que es yo, en cuanto alguien me cuenta el mismo chiste por segunda vez, ya lo borro de mi lista de amigos, y si, además me hacen esperar más de cinco minutos en caso de quedar con ellos, mi previa amistad se troca en furibundo odio. Menos mal que mi memoria es tan mala que olvido estas cosas rápidamente y nunca sé dónde he puesto la lista de amigos, así que, al final, no puedo borrar a nadie de ella.

Con los ojos aún húmedos por la emocionante escena de la tranquila muerte de Hachiko, termino esta insulsa aportación.

sábado, 27 de febrero de 2010

Esto lo arreglamos sin algunos

Supongo que, a estas alturas, casi todos habréis oído hablar de estosololoarreglamosentretodos.org, una simpática iniciativa de la Fundación Confianza, una organización bienintencionada que pretende “poner en marcha un proyecto que impulse en la sociedad unos valores, que actúen de palanca para la recuperación de la confianza desaparecida con la crisis”.

Es cierto, o eso me parece a mí, que cuando uno está animado para hacer algo, es mucho más probable que consiga su meta que si emprende la tarea con desánimo, pero hay que reconocer que es muy complicado animarse cuando uno está completamente hundido (aunque no es imposible).

En el mensaje de presentación de estoslololoarreglamosentretodos.org aparece gente famosa, gente no tan famosa y gente desconocida (por lo menos para mí), pero cuya situación personal dudo que sea mala (por lo menos en lo tocante a cuestiones económicas). Aparecen, entre otros, los hermanos Gasol, Buenafuente, Ferrán Adriá… No creo que estas personas estén atenazadas por los rigores de la crisis, la verdad. En cualquier caso tampoco niego que sus mensajes animosos puedan servir de acicate a quienes lo están pasando mal.

Se habla mucho de unirnos para “tirar del carro” todos juntos, de hacer pactos de estado, de trabajar más, de apretarnos el cinturón y qué sé yo cuántas otras cosas, todas ellas tan poco concretas que uno no sabe si eso va con él o va con otros. Esto me recuerda a algunos jefes de mi entorno laboral que, tal vez por no dar una imagen despótica, cuando hay alguna tarea que realizar, en lugar de asignársela a una persona concreta, convocan una reunión en la que se dirigen al tendido y dicen : “tenemos que hacer esto” o “hay que resolver aquello”. Todo el mundo asiente y, al disolverse la reunión, cada cual vuelve a su sitio convencido de que aquella petición no iba con él, con lo que la importante tarea queda sin hacerse.

Es verdad que si cada uno de nosotros se hiciese cargo de llevar a cabo sus tareas diarias de la forma más eficiente posible (suponiendo que en nuestras tareas se pueda ser eficiente, cosa que, en mi caso es imposible), si no derrochásemos recursos innecesariamente, si fuésemos previsores en lugar de derrochadores e inconscientes, si procurásemos colaborar con los demás en lugar de comportarnos como jetas o negreros (espero que nadie se enfade por utilizar esa palabra) endosando nuestras tareas a algún pobre pringado que trabaje por dos… En fin, si nos comportásemos mirando más por el bien común que por el propio, tal vez las cosas podrían mejorar sustancialmente.

Lo malo es que hay demasiado pintamonas en puestos de responsabilidad políticos, empresariales y de todo tipo que no tienen ni idea de cómo dirigir aquello para lo que han sido nombrados (yo tampoco sabría, pero no ostento esos cargos). Es posible que entre todos podamos resolver este lío en el que estamos, pero para eso habría que soltar el lastre de esa pandilla de chupópteros que, lejos de contribuir a la solución, parece que sólo agravan el problema. En resumen: esto lo arreglamos sin algunos.

viernes, 12 de febrero de 2010

Plataforma de Apoyo a Marichalar

Estoy indignado con la decisión de los gerentes del Museo de Cera de Madrid de retirar la figura de Don Jaime de Marichalar de ese burladero que presidía con tanta elegancia (la que siempre le ha caracterizado).

No entiendo por qué razón alguien que mereció estar en ese museo, pierde su derecho a ser exhibido. Haberse divorciado de su esposa, la insigne Infanta Doña Elena de Borbón y Grecia, no me parece razón suficiente para ello. Don Jaime tiene múltiples virtudes que le hacen merecedor por sí mismo de notiriedad social y cultural (no sé cuáles son, pero me apetecía escribir una frase vacua).

¡Pobre Marichalar! ¡Hasta el título nobiliario le han retirado! ¿Qué hará Lugo sin su querido duque? ¿Qué será de los desfiles de moda sin la notable presencia de Don Jaime? Supongo que podrá seguir acudiendo a esos eventos relacionados con la moda ¿pero le harán el caso que le hacían antes? ¡Qué interesada es la gente! Antes era adulado por donde quiera que fuese y ahora se le puede ver paseando por la “milla de oro” cabizbajo y meditabundo sin que nadie se acerque para pedirle un autógrafo o para posar con él para una foto.

La terrible situación de Don Jaime me ha movido a solicitar desde este blog (masivamente leído) la adhesión de todos vosotros a la Plataforma de Apoyo a Marichalar (P.A.M.). A los quince primeros afiliados se les regalará una foto de mi calva y otra de Marichalar con pantalones de Cachemir (esta táctica comercial la he copiado de Ramiro López, el simpático vendedor radiofónico y director general de Publipunto-Intershopping).

Espero la llegada masiva de vuestras muestras de solidaridad.

sábado, 30 de enero de 2010

¿Tiempo perdido?

El otro día me decía un simpático personaje que, tras haber roto con su novia, sentía que había perdido los seis años (o los que fuera) que había estado con ella. Yo, que soy especialista en intentar dar ánimos sin conseguirlo, le dije que dudaba que esos seis años hubiesen sido una pérdida de tiempo. Si ha estado con ella durante todo ese tiempo, o bien es porque estaba divinamente, con lo que algún buen recuerdo le habrá quedado o, si ha sido un sufridor, habrá conseguido ejercitar su paciencia, su tolerancia y qué sé yo cuántas cosas más. Vamos, que será un campeón del aguante, y eso no se consigue todos los días.

Como no sé cuáles son los motivos de la ruptura, no tengo ni idea de quién ha roto con quien ni quién ha sido más determinante en el hecho, así que no me pongo al lado de ninguno de los dos (me gusta estar en medio, sobre todo desde que soy progresista).

Nos encanta hacer planes a largo plazo en los que pensamos que todo va a ser perfecto, o casi perfecto; somos especialistas en hacer promesas eternas a pesar de ser conscientes de nuestra facilidad para cansarnos de todo en menos que canta un gallo; pedimos fidelidad total a otros cuando somos incapaces de mantener nuestra palabra con nosotros mismos. En fin, que nos encanta pensar que vivimos en los Mundos de Yupi y, cuando nos damos cuenta de que las cosas no son tan bellas y sencillas, nos desanimamos y nos deprimimos porque vemos que el tiempo pasa y no conseguimos esa felicidad tan ansiada y que en las películas consigue casi todo el mundo (en las películas de Sandra Bullock y en las de Michael Landon, que son las que a mí me gustan).

Lo malo de llevarse estas decepciones es que luego, por ese ansia de recuperar el tiempo perdido (eso que se toma como tiempo perdido), la gente se lanza a la caza y captura de otra persona que llene el hueco dejado por quien acaba de abandonarles y, hasta donde yo sé (que es poco o nada), las prisas son muy malas en esto, como en casi todo.

Comprendo que la soledad puede ser un tanto insoportable, pero esa necesidad de tener siempre a alguien al lado no creo que sea muy sana, es más, a mí me parece casi enfermiza (tanto como no aguantar a nadie al lado). Las dependencias absolutas de algo o de alguien no conducen a nada que no sea una terrible decepción cuando te quedas sin eso de lo que dependes (ya sea persona, cosa o actividad).

Desde este humilde blog le diría a mi querido y liviano amigo (tiene menos masa que un pajarito) que se tomase las cosas con calma y, como un día dijo mi gran ídolo John Rambo, que viva día a día y, sobre todo, que nunca piense que lo pasado ha sido tiempo perdido (ni siquiera el que dedica a hacer el paripé en el trabajo, que es lo que nos toca hacer a muchos).

P.D.- Dedico un saludo a Jenny (la protagonista de la aventura del enano gruñón), que sé que es fan de este blog pero no participa en él porque piensa que su nivel de pedantería no llega al mínimo exigido para hacerlo (es excesivamente humilde).