
Ayer fui partícipe de una simpática historia que quiero compartir con vosotros para haceros perder el tiempo.
El marco en el que tuvo lugar la aventura fue el centro laboral al que acudo cada día para desarrollarme como persona humana y, sobre todo, como necio. Como ocurre en casi todos los entornos de oficina, el correo electrónico se usa con profusión para intercambiar información de todo tipo pero, mayoritariamente, confusa, mal redactada e inútil.
Sirva ese rollo como introducción para que vayáis poniéndoos nerviosos esperando ver a dónde llega todo esto.
Nuestro trabajo de informáticos consiste en hacer cosas que otros nos mandan, pero como cada vez hay más personas que mandan y más cosas que hacer, todo se lía mucho. Gente a la que no conocemos hace cosas que ignoramos en qué consisten. Nosotros hacemos otras cosas que los otros ignoran también. Y, para que todo adquiera sentido, alguna persona que tiene visión global (eso es lo que creen algunos) de lo que unos y otros hacemos, decide que las cosas se interconecten. El caso es que lo que, en principio es sencillo, acaba siendo un infierno porque los que hacemos esas conexiones, seguimos nadando en la ignorancia de aquello que conectamos.
Otras personas se dedican a probar esa cosa rara que ha aparecido como resultado de la conexión entre programas y, obviamente, aparecen errores. Esos errores acaban transmitiéndomelos a mí (podrían transmitírselos, por lo menos, a otras dos o tres personas, pero mi calva debe de ser más brillante y se ve desde más lejos). Yo reviso la cosa y, si veo que el problema radica en lo que yo he hecho, comunico mi metedura de pata, arreglo la cosa y todo queda solucionado. Si, por el contrario, detecto problemas en otros puntos, comunico de qué se trata y, con el problema identificado (tras varias horas de compleja y profesional investigación) transmito a la persona responsable el resultado de mis pesquisas para que se arregle el problema (a veces incluso agradecen mi labor, otras se limitan a arreglarlo y pasan de mí).
El caso es que ayer no supe resolver la incidencia que me comunicaron. Redacté un documento en el que explicaba por qué no podía ni sabía resolver aquello y se lo envié a la persona de la que dependo (mi jefa, para entendernos). Lo que decía en el correo no tiene mayor trascendencia, pero lo que se desencadenó a partir de ahí fue muy divertido.
Aquí van los correos (he cambiado los nombres para preservar la intimidad de los protagonistas).
Todo comienza con algo parecido a esto:
De: Meteorismo GalácticoEnviado el: viernes, 09 de abril de 2010 8:55Para: Belén EstebanCC: Kiko Hernández; Carmen Lomana
Asunto: RE: Incidencia ESP:59941
Buenos días Belén:
No he conseguido reproducir la incidencia que me habéis enviado. Necesito más información para saber cómo llegar a los puntos en los que se dice que se produce ese error. Accediendo por donde yo sé hacerlo, no ocurre lo que se dice.
Belén quiere compartir con Kiko sus sentimientos de impotencia por la ineptitud de Meteorismo pero, al recolocar los destinatarios, se equivoca y me pone a mí en lugar de a Kiko.
De: Belén Esteban
Enviado el: viernes, 09 de abril de 2010 8:59Para: Meteorismo Galáctico
Asunto: RV: Incidencia ESP:59941
Joder, el figura nunca resuelve nada
Un saludo,
Yo, al ver el correo, me quedé un tanto perplejo porque nunca había visto a Belén escribir un mensaje en ese tono. Compartí la misiva con mis dos compañeras, amigas y confidentes para ver qué opinaban ellas y, riéndose, me señalaron diciendo: ¡Eres el figura!
Pensé ir a hablar con Belén para aclarar el tema y, de paso, reírme un rato de la situación al verla azorada, pero llegó otro mensaje que me instaba a resolver otros problemas detectados en el mismo programa basuril, así que antepuse mi deber de profesional a mi deseo de reírme y pospuse la visita.
Pasado un rato, cuando ya había descubierto alguna cosilla que podía resolver del nuevo problema planteado, decidí escribir el mensaje siguiente:
De: Meteorismo GalácticoEnviado el: viernes, 09 de abril de 2010 10:11Para: Belén EstebanAsunto: RE: Incidencia ESP:59941
Hola Belén:
(Leer con tono simpático).
Esto del correo tiene mucho peligro pero a la vez es la mar de divertido. Creo que el destinatario que has puesto en este mensaje no tenía que ser yo ¡Maldición! Pero reconozco que me divierte pensar que soy “el figura” que no resuelve nunca nada.
A ver si consigo limpiar mi honor resolviendo algo de la nueva incidencia que han enviado.
Un saludo.
Me encantaría haber visto la cara de Belén al leer mi correo, pero hay gozos que nos están vedados. El caso es que ella fue elegante y supo reconocer que había metido la pata. Mantuvo el tono simpático y esto es lo que me envió:
De: Belén EstebanEnviado el: viernes, 09 de abril de 2010 10:16Para: Meteorismo Galáctico
Asunto: RE: Incidencia ESP:59941
Efectivamente, leer en tono simpático.
Yo sí que soy una figura que no resuelve nada, y encima esto que lo llevaba Lydia Lozano que está de baja ahora y me lo han endosado a mí, ni p. idea… En fin, que me perdones y que me puedes llamar lo que quieras.
Me cuesta no ser el último en hablar durante un debate, así que seguí adelante:
De: Meteorismo Galáctico
Enviado el: viernes, 09 de abril de 2010 10:21Para: Belén EstebanAsunto: RE: Incidencia ESP:59941
No te preocupes ni un poco, Belén. No sabes lo divertidas que me parecen estas confusiones generadas por correos enviados a la persona equivocada (yo he metido la pata más de una vez). Además, esta mierda de evolutivo puede sacar de sus casillas a cualquiera (Lydia no lo habría aguantado y se habría ido a buscar a la hija de Al Bano y Romina Power).
Lo de “figura” supongo que lo habrás dicho por mi envidiable tipín, así que, en el fondo, me he sentido halagado.
Ni se te ocurra sentirte mal por esta tontería. A mí me ha encantado.
Parece que a Belén tampoco le gusta que sea otro el que termine las conversaciones. Me venció y fue ella la que terminó el debate.
De: Belén Esteban Enviado el: viernes, 09 de abril de 2010 10:26Para: Meteorismo GalácticoAsunto: RE: Incidencia ESP:59941
Jaja, eres un figura, sin duda.
Gracias
Pasado un rato me acerqué a su despacho para comentarle unas cosas relativas al trabajo (o lo que sea eso que hacemos) y, al verme, escondió la cara entre sus manos mientras decía “¡qué vergüenza! Perdóname”. Yo, con esas cualidades que mi nuevo talante progresista me ha dado, sonreí, le di una palmadita en la espalda y le dije “tranquila Belén, no pasa nada, ha sido todo muy simpático”. Seguimos hablando de lo que me había llevado a su despacho y allí terminó la cosa.
Reconozco que, a pesar de lo gracioso de la situación, estoy dolido por haberse puesto en duda mi profesionalidad, sobre todo porque yo pensaba que, tras varios años deambulando por otras empresas en las que mi trabajo consistía en no hacer nada o en hacer cosas evidentemente inútiles, ahora llevaba un tiempo pensando que, de entre las decenas de memeces que tengo que hacer diariamente, a veces sacaba adelante alguna cosa útil o resolvía algún que otro problema con cierta eficacia.
Saber que soy considerado “el figura que nunca resuelve nada” me ha abierto los ojos. Tendré que cambiar mi táctica y aplicar esas técnicas de paripé que Viajero Estelar (antes conocido como Antares) y yo hemos aprendido de los grandes maestros que hemos tenido como jefes en nuestra dilatada andadura profesional. Desde el lunes comenzaré a aplicar estas excelentes normas para alcanzar el éxito:
1-Afirmar con rotundidad aquello que se desconoce.
2-Confirmar la corrección de lo que se sabe que está mal.
3-Decir que la absurda burocracia que se nos impone es valiosísima para alcanzar altas cotas de calidad en los “deliverables”.
4-Planificar el trabajo con “plazos agresivos”.
Seguro que vosotros podréis aportar más puntos a esta lista hasta convertirla en un decálogo (por razones que desconozco, ninguna lista que tenga menos de diez puntos es tenida en cuenta para nada).
P.D.- El problema que no supe resolver, finalmente fue asumido por otro grupo, con lo que quedó acreditado que “el figura”, ciertamente, no era responsable de aquello.