
Como no sabía sobre qué hablar, he decidido transcribir una de esas conversaciones de ascensor tan socorridas para estas situaciones de vacío intelectual. Hablando de vacíos intelectuales, no sé por qué razón, me viene a la mente Bibiana Aído ¿será que soy un machista, fascista, leninista? La dejaremos tranquila, que a la pobre ya se encargan otros de echarle broncas por hacer su trabajo. Después de todo ¿qué se espera que haga al frente de un ministerio tan tonto como el que le han dado?
Y ahora cambiaré de tema para hablar del bello deporte del balompié, deporte por el que jamás he sentido el más mínimo interés pero que, dado el éxito que la selección española está teniendo en la Eurocopa, está suscitando en mí cierto gozo por ver cómo meten goles nuestros aguerridos jugadores. Lo de aguerridos lo he escrito porque quedaba bien, pero la verdad es que con esos peinados estilo Príncipe de Beukelaer que llevan algunos, se parecen más a Ken (el novio de Barbie) que a otra cosa.
Pese a mi ligera afición futbolera de estos días, no llego al extremo de ir a trabajar con la camiseta de la selección como hicieron unos compañeros míos. Cierto es que son bastante jóvenes (no obstante alguno pasa ya de los treinta y tantos) y que han formado una pandilla bien cohesionada, y ya se sabe que donde se juntan más de tres para hacer el bobo, el pudor queda condenado al ostracismo.
Vi ayer que sus Altezas Reales los Príncipes de Asturias asistieron al partido de las semifinales con ropas discretas y sin haberse enfundado una camiseta roja o un chándal como el de Luis Aragonés ¿Querrá eso decir que no apoyan a nuestra selección con la intesidad debida? Espero que no. También andaba por allí la Vicepresidenta de la Vega que, para celebrar los goles, se levantaba alegre e iba a dar besos a todos los grandes personajes que estaban en el palco, incluidos los príncipes. ¡Qué bonita es la amistad que fomenta el deporte de élite!
Lo que no es tan bonito es ver cómo algunas pandas de energúmenos se dedican a celebrar la victoria de su equipo lanzando sillas, o lo que encuentran al alcance de sus putrefactas manos, a cualquiera que se encuentre frente a ellos. Yo diría que les daría igual que al otro lado estuviesen sus padres, ellos lanzarían sus proyectiles igualmente ¡VIVA LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN!
Pues nada, a ver si gana España y así, durante un par de días, tenemos algo diferente que decir a los vecinos en el ascensor.