
Hace unos días tuvo lugar el desalojo (o intento) de unas cuantas decenas de personas de un tramo de la Cañada Real Galiana. Para el que no la conozca, diremos que la cañada en cuestión se extiende (en Madrid) a lo largo de unos cuantos kilómetros entre el río Manzanares y la carretera de Valencia. Allí vive mucha gente, unos en chabolas y otros en chalets que, de no ser por el entorno cochambroso que los rodea, podrían catalogarse como lujosos. También hay empresas ubicadas por allí (talleres, chatarrerías, almacenes de material de construcción, etc.).
Hay una cosa que tienen en común todos los que están allí asentados: Su situación es ilegal. No tengo ni idea de quién es el culpable de que se haya tolerado la proliferación de aquellos asentamientos ilegales y tampoco sé si es cierto que, a pesar de que las construcciones están fuera de la ley, el ayuntamiento correspondiente cobra contribución, IBI y lo que se tercie. Lo único que sé es que, tras los incidentes de la semana pasada, hay mucha gente que muestra su pesar por ver como algunas familias se han quedado sin casa y su repulsa por la actuación de la policía.
Yo supongo que a casi todo el mundo le pasará como a mí, que sólo sé lo que he visto en la tele o he leído por ahí y, como suele ser habitual, los medios de comunicación tienden a ponerse en contra de la policía y a favor de las “víctimas de la injusticia social”. El caso es que yo no tengo tan claro que la policía sea tan mala. Estoy convencido de que, al encontrar resistencia para llevar a cabo el desalojo que les encomendó la autoridad competente, más de un agente proferiría exabruptos hacia los inquilinos del asentamiento ilegal y, como vimos, también propinaron más de un porrazo a quienes se oponían a obedecer (lanzando también insultos y piedras). Son cosas desagradables que sería mejor que no hubiesen ocurrido ¿pero qué podrían haber hecho? ¿Dejar que todo siguiera igual? ¿Mostrar al mundo que en Madrid cualquiera puede hacer lo que le dé la gana aunque contravenga la ley? ¿Regresar a decir al juez de turno que su mandato no se puede cumplir porque los infractores de la ley se oponen a ello?
Es probable que entre la gente que habita la Cañada Real, haya muchas personas que han tenido y tienen una vida dura, pero no es menos cierto que también hay allí muchos caraduras que llevan toda la vida viviendo del cuento y de dar pena.
Estoy cansado de ver en la tele a supuestos “pobrecitos” con unos colgantes de oro de mucho cuidado y con un sobrepeso que sólo se puede tener si cada día comes muchísimo más de lo que debes. Me harta comprobar (en el programa “Callejeros” de la cadena “Cuatro” lo vemos constantemente) que gente que tiene su casa con todos los avances del momento, no se preocupa de cuidar las zonas comunes de su vecindario con el mismo primor que sus lujosas viviendas. Me cansa que haya gente diciendo constantemente “que mus den una casa, que asín no se puede vivil” y que luego digan con total desparpajo que se gastan doscientos euros al día en drogas.
Uno se siente un idiota al ver BMV’s, Audis o cualquier coche de gama media-alta aparcados junto a la puerta de casas ruinosas o chabolas. ¿A qué se debe que haya gente que decida vivir en asentamientos ilegales cuando el dinero se le sale por las orejas como demuestran sus pertenencias? ¿Tal vez a que allí puede hacer sus trapicheos con total impunidad?
Lo que más pena me da de todo esto es que, como siempre ocurre, por culpa de los caraduras que viven toda su vida del cuento y explotando la rentable cantinela del victimismo, hacen que acabemos dudando de la infame situación de los que realmente están necesitados.