
Para celebrar mi onomástica me he levantado a las siete de la mañana, he puesto un "huevo” mientras escuchaba en la radio los problemas que la lluvia estaba generando en el Gran Premio de Japón (competición que me trae al fresco, por cierto), luego he desayunado unas paletadas de Nutella (mis desayunos son así de cutres), he hecho la camita, me he puesto mis prendas deportivas y me he ido a participar en una carrera popular que ha organizado el BBVA para celebrar sus 150 años de existencia.
Al lado de los 150 años del BBVA, mis cuarenta y uno no parecían tantos y, además, cuando me he puesto a correr, he visto que sigo superando a muchos jovenzuelos. Incluso he llegado antes que la primera mujer clasificada, cosa que me ha hecho pensar en la posibilidad de someterme a una operación de cambio de sexo para poder subir al podium alguna vez en mi vida (también me permitiría participar en Gran Hermano), pero cuando he pensado en los problemas que ha tenido mi hermana (que también ha participado en la carrera) para encontrar un lugar resguardado para poder aligerar su vejiga urinaria, me he dado cuenta de que es mejor seguir con mi actual fisonomía.
Me gustaría hablar hoy de Ansagasti y de Jaime Peñafiel, pero eso me quitaría el protagonismo que merezco en este bello día, así que hablaré de tan egregios representantes del mundo de la necedad en otra ocasión.
Y ahora “esijo” a todo el que pase por aquí que deje su impronta en forma de felicitación a mi estulta persona.