Un país de idiotas
Me agrada que el señor Boyero se atreva a decir en público
que somos bastante idiotas (casi todos, que las generalizaciones absolutas en
estos temas siempre son injustas y falsas). Estoy de acuerdo con él pero me
gustaría decir que el tema que saca a colación para llegar a tal conclusión no
me parece acertado. Yo diría que la mayoría de los debates sobre temas absurdos
se comienzan entre los periodistas (comunicadores, políticos, tertulianos o
cualquiera que hable o escriba en los medios de comunicación). La gente, el
pueblo manipulable, el resto de los que no tenemos un púlpito desde el que
"predicar", nos limitamos a escuchar las cosas que se nos cuentan
desde esas atalayas tan poderosas.
Con ese machaconeo, es normal que luego, en nuestras charlas
diarias, hablemos de esas mismas cosas y, en ocasiones, lo hagamos con la misma
vehemencia con la que se expresan nuestros ídolos mediáticos.
En fin, señor Boyero, creo que la responsabilidad máxima
sobre la estupidez que se difunde en el pueblo llano, es de los que difunden
ideas necias desde los medios de comunicación (en connivencia con los políticos
a los que cada cual apoye). Lo de la
camiseta es una memez, sin duda, pero no acarrea (creo yo) consecuencias
terribles para nadie. Otros mensajes, como los de corte nacionalista, devenidos
en independentistas en los últimos tiempos, sí que son peligrosos (además de
carentes de fundamento y bastante estúpidos, según mi limitado criterio). Pero
decir que la gente que abraza los mensajes independentistas es idiota no queda
bien. Decir que los que votan a ese grupo de políticos ignorantes que predican
el odio y la confrontación son bobos, no sería aplaudido. Y es que no son ellos los responsables
únicos de su propia memez, habría que haber estado en su pellejo durante los
últimos cuarenta años para ver si no seríamos nosotros iguales tras tanto
tiempo de machaconeo con el tema identitario y todas esas paparruchas nada progresistas y muy retrógradas (siempre según mi criterio, claro).
Llamar idiota a quien debate sobre los colores de la
camiseta de la selección o a quien es votante del PP, parece molón, pero hacer
lo propio con quienes defienden tesis nacionalistas e independentistas en un
país como España, puede servir para que a uno lo cataloguen como fascista,
intolerante o no sé cuántas lindezas más.
Resumiendo: casi todos somos fácilmente manipulables y, en
consecuencia, idiotas. Pero el máximo nivel de responsabilidad la tienen los
manipuladores, aunque con cierta edad y formación no podemos liberarnos los
demás de nuestra parte de responsabilidad.