domingo, 18 de octubre de 2009

Sobre la manifestación antiabortista

Ayer tuvo lugar una manifestación popular en contra de la nueva ley del aborto que el actual gobierno quiere sacar adelante. Como ocurre casi siempre que se manifiestan un buen montón de personas, hay quienes cuentan muy rápido (yo nunca he tenido esa habilidad) y dicen que se han congregado más de un millón de personas, es más, antes de que la manifestación tenga lugar ya predicen que se esperan más de un millón de personas ¿Acaso contratan a los asistentes? ¿O es que hacen algún estudio previo de viabilidad de la manifa? Esto podría explicar la cantidad de dinero que se gasta para organizar eventos de este tipo.

En el Manifestómetro, un blog que, como todos, por mucho que pretendan lo contrario, es altamente tendencioso pero, a pesar de ello, creo que hacen un trabajo correcto y, por lo menos, explican cómo hacen los cálculos (no como otros), han calculado el área de la zona de la congregación y salía un área de 48.530 metros cuadrados. En ese área, si la gente hubiese estado bien apretadita (sin poderse mover), habrían cabido únicamente unos doscientos mil manifestantes. Podemos duplicar o triplicar el área y aún no saldrían los casi dos millones de personas que con tanta ligereza pregonan algunos. Por si sirve de algo, en el Santiago Bernabéu caben únicamente 110.000 personas (con gradas situadas unas sobre otras). Harían falta más de diez estadios como ese para albergar a la multitud que pretenden que hubo en las calles de Madrid.

A mí me importa un pito que fuesen cien mil o dos millones, sé que fue mucha gente y que es probable que la mayoría de ellos fuesen con su mejor intención para defender algo en lo que creen: que la vida del no nacido es tan respetable como cualquier otra.

Esa idea yo también la defiendo porque creo en ella, por eso me repatea que haya unos cuantos cretinos que se empeñen en jugar al “nosotros somos más y por eso tenemos razón” en lugar de al “seamos los que seamos, estas son nuestras razones y creemos en ellas”.

Cuando se recurre a sacar a la gente a la calle en masa, por muy encomiable que sea lo que se defiende, a mí me parece que se pierde algo de credibilidad. Y si se manipulan las cifras para hacer creer que se ha conseguido sacar de casa a más de los que realmente han salido, la cosa toma un cariz un tanto despreciable.

Lo importante debería ser lo que se defiende y no cuántos lo defienden, pero nos han acostumbrado a que la mayoría tiene la razón y ahora todos nos empeñamos en demostrar que somos mayoría en lugar de intentar explicar por qué creemos que tenemos razón.

A esta manifestación han acudido a título particular algunos altos cargos del PP. Partido que gobernó durante unos cuantos años en los que, si no recuerdo mal, estaba vigente la actual ley y, si sigue sin fallarme la memoria, hubo unos cuantos millares de abortos. No recuerdo que hubiese manifestaciones tan multitudinarias y con tanto eco mediático como las de estos tiempos de gobierno socialista. ¿Acaso los abortos con Aznar no eran asesinatos?

Este tipo de cosas son las que indican con bastante claridad cómo nuestros líderes políticos y mediáticos (no tengo claro quiénes mandan más) nos toman el pelo con una facilidad impresionante. Nos sacan a la calle cuando quieren y nosotros les hacemos el juego con alegría. Ahora toca desestabilizar el ya de por sí tambaleante gobierno de ZP, así que sacamos a la gente a la calle para ver cómo reaccionan esos gobernantes que tanto pregonaron estar cerca del pueblo cuando éste sale a la calle a expresarse. Sé que esta manifestación no la ha convocado el PP, pero sí hay unos cuantos medios de comunicación interesados en que el PSOE deje de gobernar (en eso estoy con ellos) y eso le viene muy bien al PP.

La gente salió en masa a la calle en contra de la guerra de Irak (también se hablaba de millones para cada “manifa” que se montaba) y ahora no sale ni el “tato” para decir algo en contra de la de Afganistán. Con el aborto, ocurre lo mismo pero a la inversa: Nadie decía ni pío (o piaban muy bajito) en época de Azanar y ahora toca gritar alto.

Somos tontos, muy tontos. Algunos muy bien intencionados, pero igualmente tontos. Nos utilizan y nos dejamos utilizar. Sólo nos atrevemos a defender ciertas ideas cuando sabemos que va a haber “millones” de personas junto a nosotros defendiéndolas, pero cuando surge un debate entre amigos se nos come la lengua el gato y, en general, no somos capaces de justificar ninguno de esos “valores” de los que presumimos cuando estamos dando botes en medio de una “manifa” cualquiera.

domingo, 4 de octubre de 2009

El paripé de las olimpiadas

Se acabó el “sueño” de Madrid 2016 que con tanto esfuerzo y dinero de los contribuyentes se había gestado. A mí particularmente me importa un pito que no se celebren las olimpiadas en la capital del Reino de España, pero he podido constatar que hay mucha gente que estaba verdaderamente ilusionada con este tema.

Reconoceré que el viernes, de tanto bombo que se le ha dado a la cosa y gracias la parafernalia de la que se rodea la elección de la ciudad organizadora los juegos olímpicos, hasta yo llegué a desear que se los diesen a Madrid.

Nunca he podido entender qué tiene el deporte de élite (el deporte espectáculo) para atraer a tanta y tanta gente y, sobre todo, a personas que no son capaces de mover un dedo para hacer un poco de ejercicio. Pero la realidad es que a la mayoría de la gente le “mola mazo” ver cómo otros hacen deporte. El fútbol es el rey, sin duda, pero durante las olimpiadas hay gente que se interesa por cosas tan poco populares como la esgrima o el lanzamiento de disco, por poner dos ejemplos.

Toda la tabarra que nos han dado con lo de las olimpiadas me sirve para poner de manifiesto una vez más que el paripé rige nuestro mundo (es que aún hay gente que no se ha dado cuenta de ello). Los miembros del COI, que no sé qué méritos tienen para serlo ni conozco los mecanismos por los que han llegado allí, me parecen un grupo de personas que se lo pasan pipa viajando por el mundo para ser agasajados desmesuradamente por los pobres diablos que pretenden ser elegidos para gastar un dineral en organizar unas olimpiadas.

Cuando el COI viaja a las distintas sedes potenciales, los anfitriones les enseñan lo bueno y ocultan lo malo de sus ciudades (primer detalle de paripé).

Los señores del COI sonríen y dicen cosas bonitas a sus anfitriones para que se queden contentos y, a poder ser, les traten tan bien, o mejor, durante la visita que hagan en la siguiente ronda. A estas alturas muchos ya saben que a esa ciudad no le van a dar su voto, pero eso no quita para que les animen a seguir gastando dinerito (más paripé).

Y llega la votación final. La presentación de las candidaturas podría hacerse por vídeo conferencia o podría grabarse en un vídeo y enviarse a esa panda de vividores del COI para evitar gastar un dineral moviendo a las distintas delegaciones y sus decenas de agregados, pero por alguna razón, a pesar de los muchos consejos que nos dan nuestros dirigentes para no contaminar y ahorrar, a ellos no les importa nada fletar unos cuantos aviones para ir a hacer el bobo a Copenhague. Seguro que generaron mucha más contaminación que todas las bolsas que Carrefour ha dejado de repartir en este último mes, pero como ellos son los que mandan, su contaminación no cuenta. Como atenuante diremos que las plazas hoteleras que ocuparon sirvieron para generar riqueza en Dinamarca a costa de empobrecer un poco más a sus respectivos países.

Lo único bueno, según dicen, de todo esto es que Madrid es ahora más conocida mundialmente. Seguramente vendrán más turistas para conocer a la ciudad que quiso organizar los juegos olímpicos en dos ocasiones y no lo logró.

La pena de todo esto es que el fracaso del Madrid olímpico no radica en haber hecho un plan malo sino en que la decisión la toma el COI, esa pandilla de simpáticos personajes que ganan un dineral por viajar de acá para allá gratis y por pulsar un botón una vez cada cuatro años.

¡VIVA EL PARIPÉ!